Actualizar la educación para el siglo XXl, un largo camino
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 2000 )

Avanzar lento es retroceder

A comienzos del siglo XX, nuestro sistema educacional tenía prestigio y era considerado como uno de los mejores en relación con otros países de la Región. Efectivamente, eran numerosas las delegaciones de profesores chilenos que viajaban a solicitud de diversos gobiernos para asesorar en esta área. ¿Qué pasó desde entonces hasta ahora?.

Por lo menos hay dos factores que considerar. En ese entonces, el país era pobre, con un ingreso percápita que no alcanzaba a los 200 dólares (El conocimiento: tiempo pasado y el desafio futuro) , con la más alta tasa de mortalidad temprana de América Latina y una elevada desnutrición que afectaba a más del 70% de su población infantil. El sistema educacional cubría solo una muy pequeña parte de la población. Basta señalar que el analfabetismo era de 65% y la escolaridad promedio no alcanzaba a los dos años. De los pocos que ingresaban a la educación básica, sólo el 10% lograba terminarla. Eran más escasos los que alcanzaban a la educación media, y menos aun la universitaria. Es decir, el primer factor que hay que considerar, es que la educación en ese entonces era elitista, con una gran masa de población socio-culturalmente deprimida y en condiciones de extrema pobreza.

El segundo factor diferente a aquellos tiempos, tiene que ver con la tremenda explosión de conocimientos ocurrida en el transcurso del siglo que termina. Basta señalar que de acuerdo a los organismos internacionales, en la actualidad el conocimiento se esta duplicando cada 10 años. Las aplicaciones tecnológicas, derivadas de él, han estado produciendo tremendos cambios en la estructura misma de la sociedad, haciéndola cada vez más compleja y exigente en conocimientos.

Es decir, en la segunda mitad del siglo, la estructura educacional de los países como el nuestro, han tenido que enfrentar dos grandes desafíos: a.- extender el sistema educativo a todos sus niveles, para incorporar a grandes masas de la población hasta ahora marginadas, culturalmente deprimidas y crónicamente pobres y b.- adecuarse a los dramáticos cambios del conocimiento y a las necesidades de desarrollo de nuevas y complejas habilidades, de acuerdo a las exigencias de la sociedad actual. No se puede desconocer que los esfuerzos realizados hasta ahora han sido considerables, pero los tiempos han ido mucho más lejos y más rápidos que nuestros progresos, lo que ha incrementado la diferencia entre lo que se requiere y nuestra realidad. Por ello, frente a las expectativas crecientes y los nuevos desafíos de la globalización mundial, el sistema hace crisis.

Para enfrentar la nueva realidad con posibilidades de éxito, se hace necesario preocuparse de dos actores fundamentales del sistema: "educadores y educandos". Es muy cierto que necesitamos de educadores capacitados, motivados y sobre todo actualizados, pero no es menos cierto que por generaciones, un alto porcentaje de población ha estado siendo dañada física e intelectualmente, lo que se traduce en restricción de sus capacidades de aprendizaje.

Frente a estas dos caras del problema, pareciera ser que más que en los educadores, la dificultad radica en los educandos. De allí la llamativa diferencia de rendimientos que se observan, de acuerdo a los niveles culturales de donde provienen los educandos.

En otras palabras, enfrentar el problema implica prevenir el daño sociogénico-biológico producto de la pobreza crónica y de la depravación generacional socio-cultural. Para ello la edad preescolar adquiere una especial relevancia. Gracias a los avances de la química cerebral y al uso de nuevas tecnologías, se ha comenzado a comprender lo complejo del proceso de maduración cerebral y lo vulnerable que este durante los primeros años de vida a factores adversos medioambientales (ver artículo: "Un período crítico para el aprendizaje", Creces 2000, pág. 19). Durante este período, el cerebro no sólo es especialmente receptivo a adquirir cierto tipo de información, sino que además necesita de ella para lograr las conexiones neuronales en forma apropiada. En un medio adverso, estas no se establecen correctamente y el daño puede llegar a ser irreparable. Para ello son especialmente importantes los estímulos afectivos y verbales. En este sentido, las observaciones realizadas en nuestro país, coinciden con las numerosas investigaciones del extranjero, que señalan la necesidad de enriquecer el medio ambiente ya durante los primeros años de vida. Por ello no extraña que niños provenientes de un medio socio-cultural deprimido, tienen posteriormente un mejor rendimiento educacional, si el proceso educativo se inicia lo más precozmente posible.

Por todo ello, si a partir de hoy, todo se comenzara a realizar correctamente, para lograr cambios verdaderamente significativos en el ámbito nacional, habría que esperar más de una generación.

En un medio sociocultural deprimido, el número de palabras que una madre utiliza en su conversación diaria, es muy restringido (280 palabras) y por ello esto es también restringido en el niño. Posteriormente se puede lograr aprender a leer, pero la comprensión de la lectura va a ser muy limitada, porque no conoce el significado de las palabras. Es como tratar de comprender un artículo escrito en algún idioma extranjero, conociendo de ese idioma, un limitado número de palabras.


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