El mitraismo, religión de las estrellas
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2001 )
En distintos sitios arqueológicos de Asia y Europa aparece la representación de un joven dando muerte a un toro. Según las hipótesis expuestas en este articulo, la figura seria un símbolo asociado a conocimientos astrológicos y a una religión secreta: "el mitraismo". Esta se habría originado probablemente en Asia menor durante el periodo del helenismo, que siguió a la muerte de Alejandro Magno.
Varias décadas de arqueólogos han tratado de descifrar el misterio que rodea el descubrimiento, en lo que fuera el territorio del Imperio Romano, de cientos de templos subterráneos adornados por la imagen de un joven matando a un toro (fig. 1). La figura de este icono se asocia a una antigua religión secreta, denominada Mitraísmo, que surgió en forma más o menos contemporánea con el cristianismo.
¿Cuál es el significado simbólico de la figura referida? ¿Corresponde ella a un evento mítico? ¿Encierra su simbología alguna clave que permita la comprensión de esta hermética religión? El doctor David Ulansey de la Universidad de Boston y otros investigadores en el tema religioso han llegado a la conclusión de que la imagen del joven ultimando un toro no corresponde a un hecho mítico particular, sino por el contrario, a un código astronómico con un potente significado religioso.
Esta sorprendente interpretación ha ido ganando adeptos en la medida que se conoce más sobre los procesos religiosos, sociales y culturales de la época. La civilización mediterránea del siglo VII, en la época transcurrida entre Alejandro y Constantino, constituyó un medio que estimuló el nacimiento de nuevas religiones. Las conquistas de Alejandro, consolidadas luego por sus sucesores helénicos y romanos, crearon una cultura mediterránea unificada, donde previamente sólo existían pequeñas naciones y tribus. De este modo, las antiguas formas de expresión religiosa, fruto de estas pequeñas sociedades, perdieron rápidamente vigencia al no poder ofrecer un sentido de unidad espiritual en lo que llegaría a ser un vasto imperio unipersonal.
Para los habitantes de este inmenso territorio, por tanto, no fue difícil percibir que las fuerzas que determinaban sus vidas estaban fuera de su alcance, probablemente en cualquier lugar del imperio. Cualquiera creencia sobre los grandes misterios de la vida, que les permitiera algún grado de comprensión de un modo unificado, debió ejercer sobre ellos una gran atracción.
El nacimiento del cristianismo puede interpretarse también como una respuesta a este estado de cosas. La nueva religión ofrecía a sus miembros una comunidad de creencias dentro de la heterogeneidad imperial. Del mismo modo surgió el fatalismo con la creencia de que la vida estaba controlada por un destino impersonal, inexorable y, por lo tanto, ajeno a la voluntad de los individuos. Surge así el destino como un Dios que llegó a constituir la base de muchas religiones helénicas, la más importante fue el Estoicismo, que perdura hasta nuestros días.
Este fatalismo generalizado preparó el terreno para la aceptación de un fatalismo más concreto, basado en la astrología. Durante el período helénico, en efecto, la astrología comenzó a gozar de gran aceptación dado que se rodeaba de un aura de exactitud matemática, lo que le daba gran credibilidad a la idea central de que todos los poderes están en las estrellas.
Los inicios
Los orígenes del Mitraísmo se remontan al primer siglo antes de Cristo. Según los escritos de Plutarco, los piratas cilicianos practicaban esta religión ya en el año 67 antes de Cristo. Estos piratas provenían de la provincia de Cilicia, en el Asia Menor, y durante ese tiempo sus operaciones se habían extendido a todo el Mediterráneo. Como tal, la religión habría alcanzado su máximo apogeo en el siglo III, para luego decaer junto con el Imperio Romano, a fines del siglo IV.
Los cultores de esta religión eran fundamentalmente soldados, burócratas y mercaderes, las mujeres no eran aceptadas. Como muchas otras religiones de la antigüedad, la incorporación de nuevos miembros a la comunidad estaba precedida de un largo proceso de iniciación ritual. A los iniciados se les prohibía hablar al resto de los miembros de la comunidad acerca de su culto secreto, denominado también "misteria", término que etimológicamente significaba guardar silencio. El proceso de iniciación estaba organizado en torno a siete distintos grados jerárquicos, a través de los cuales el candidato ascendía en forma gradual.
Dado el alto grado de ostracismo y misterio que rodeaba a esta doctrina, no existen documentos escritos que den cuenta de su existencia. La única información disponible hoy en día, son las elaboradas imágenes de sus templos. En la mayoría de ellos, la imagen central está dada por la así llamada "tauroctonia", en la que su rey Midras aparece matando un toro. Estas escenas aparecen en los lugares más prominentes de todos los templos mitraicos, y resulta claro que en torno a este icono se encuentra la clave del secreto de esta religión.
Las imágenes
Durante años la interpretación más aceptada sobre la procedencia del Mitraísmo fue la que proporcionó el trabajo de Franz Cumont, famoso historiador de religiones. Su interpretación presentada en el año 1899, estaba basada en el hecho de que Mitras era el nombre griego y latino de Mitra, un antiguo dios iranio. De allí se concluía que el Mitraísmo era una doctrina importada, originada en el antiguo culto a Mitra, dios que representaba la luz y la verdad, y que velaba por el éxito de los contratos y los acuerdos comerciales. En opinión de Cumont, para descifrar el secreto de la tauroctonia, bastaba encontrar un paralelo entre sus elementos simbólicos y la antigua mitología irania.
Lamentablemente para la teoría de Cumont, en la mitología irania no se han encontrado imágenes similares. La más cercana asociación con este tipo de escenas proviene del mito de Ahriman, personificación del demonio que habría dado muerte a un toro y esparcido su sangre sobre todas las criaturas de la Tierra. Al parecer de Cumont, podría haber existido una variante de aquel mito, en el cual el buen dios Mitra hubiera reemplazado al demonio Ahriman en su papel de matador del toro. Durante los casi 70 años de vigencia de la teoría de Cumont, nunca fue posible encontrar alguna evidencia que la acreditase. Así, en un congreso internacional sobre el Mitraísmo, organizado por la Universidad de Manchester en 1971, los expertos aportaron datos e información que sepultó la hipótesis de Cumont. Se inclinaron en cambio a favor de otra que proponía que el Mitraísmo habría sido una religión completamente nueva, nacida en algún lugar del mundo greco-romano, y que el nombre de Mitra, probablemente fue adoptado bajo influencia irania y posiblemente tomado para darle algún sabor de antigüedad.
Si la tauroctona no representa un mito iranio ¿Qué representa realmente? Importantes grupos de trabajo de varios países diferentes creen en la actualidad que esas imágenes representan realmente un mapa de estrellas.
Las creencias astrológicas de ese entonces penetraban todas las religiones mediterráneas y también la vida intelectual. Las pinturas parecen ser parte del fatalismo general de la época. Es muy posible que para individuos que habían sido privados de su religión y que tenían que moverse a cualquier parte del imperio, la astrología llenara la necesidad de símbolos que les permitieran enraizarse en las distintas localidades o comunidades en que les correspondiera vivir. La configuración de las estrellas aparecía siempre igual, no importan a qué lugar del imperio se viajaba, de modo que se prestaba muy bien para satisfacer las necesidades de un símbolo universal.
En las figuras de tauroctonia, además de aparecer Mitras y el toro, se aprecian otros animales: un perro, una serpiente, un curvu, un escorpión y algunas veces un león y un jarro. Todos ellos tienen una representación equivalente en las constelaciones: Canis, Minor, Hydra, Corvus, Scorpio, Leo y Crater. El toro es paralelo con Taurus. Pero, ¿cómo pasó el toro a ser el icono central de un poderoso movimiento religioso?
Estas siete constelaciones están unidas tanto en la bóveda celeste como en la tauroctonia. Con la excepción de Leo que se ubica abajo, respecto al antiguo ecuador celestial, todos los demás animales coinciden con la astrología. El ecuador celestial es una proyección del ecuador de la Tierra en la esfera celestial. Es un círculo imaginario dibujado en un ángulo de 23 grados al plano de la órbita de la Tierra (la eclipsis, o plano que define el círculo del Zodiaco). El ecuador celestial cruza el zodiaco en el equinoccio, el punto de la esfera celestial en que aparece el sol en el primer día de la primavera y en el primer día del otoño.
En la antigüedad, el ecuador celestial era más que un círculo imaginario. Los antiguos astrónomos creían que la Tierra estaba situada en el centro del Universo y que era absolutamente inamovible. A su vez las estrellas estaban también fijas en una gran esfera que rotaba cada día alrededor de la Tierra, siguiendo el trazo de un eje que corría entre el polo norte y el polo sur. Los puntos cruciales de esta esfera, como los polos y el ecuador, jugaban un rol fundamental para entender la estructura del cosmos de aquella época. Como resultado, el ecuador celestial era mucho mejor conocido en la antigüedad y tenía mucha más importancia que ahora. En la actualidad se sabe que el eje de rotación de la Tierra (el equivalente moderno del antiguo eje cósmico) no es fijo. Por el contrario va cambiando. El fenómeno de precesión del equinoccio se explica porque la posición del sol en el cielo durante el equinoccio se desplaza hacia atrás a lo largo del eclipsis, de modo tal que el equinoccio va variando lentamente año tras año. La precesión completa, demora aproximadamente 25.920 años. El sol se mueve a lo largo de una constelación cada 2.160 años. En la actualidad el equinoccio de primavera está en la constelación de Piscis, y aproximadamente en el año 2.200 va a estar en la constelación de Acuario. Durante el imperio greco-romano el equinoccio de primavera estaba en Aries, donde había entrado 2.000 años antes de Cristo. Antes de esto estaba en Tauros.
Con la excepción de Leo, en la tauroctonia todas las constelaciones estaban en el ecuador celestial, y así se veían cuando el equinoccio de primavera estaba en Tauro (Leo marca la localización del sol en el solsticio de verano, posición que también había cambiado con la precesión en esa época). En otras palabras, la posición de los animales en la tauroctonia coincide con lo que observaban los astrónomos 2.000 años antes del origen del Mitraísmo.
¿Cómo podrían los mitraístas haber conocido esta variabilidad de la bóveda celestial y cómo pudo esto transformarse en una creencia religiosa? La movilidad del equinoccio era algo que se conocía desde antiguo. Fue descubierto en el año 125 antes de Cristo por el astrónomo griego Hiparco, algunas décadas antes que naciera el Mitraísmo. Hiparco, por sus cuidadosas observaciones, pudo comprobar que el ecuador celestial estaba cambiando lentamente a través del Zodiaco. Sus cálculos le permitieron señalar qué constelación había quedado atrás del ecuador celestial, cuando el equinoccio estaba en Tauro (es decir, antes del periodo greco-romano).
De acuerdo a lo que los antiguos percibían en esa época, lo que se había producido era un movimiento de la esfera celestial entera, ya que según ellos la Tierra era fija. Para aquellos que creían en la posición geocéntrica de la Tierra y que al mismo tiempo creían que los movimientos de las estrellas influían en los hechos humanos, el descubrimiento de Hiparco tiene que haber sido de enorme importancia: "Toda la esfera celestial estaba siendo movida por alguna enorme fuerza cósmica". Para los antiguos intelectuales, acostumbrados a ver el trabajo de Dios reflejado en la naturaleza, este hecho no podía explicarse sino como otra demostración de la fuerza de Dios.
El significado de la tauroctonia aparece entonces claro: la muerte del toro y el comienzo de una nueva era. La otras figuras de la tauroctonia también representan constelaciones, cuya posición especial en el cielo cambiaba de acuerdo a la precesión.
Con la muerte del toro, lo que se estaba representando era la fuerza del dios Mitras, que era capaz de mover todo el Universo. Si Mitras tenía este poder, obviamente también podía regular la posición de las estrellas y garantizar así a las almas un tránsito libre después de la muerte, a través de las esferas planetarias.
La creencia de este enorme poder de Mitras puede explicar por qué esta religión debía mantenerse oculta y el Mitraísmo ser un misterio. Los adherentes creían que su conocimiento constituía un poderoso secreto que sólo podía ser reconocido por los iniciados, y éstos debían ser muy selectos. También se entiende por qué el proceso de iniciación era tan largo, ya que comprender todo esto requería un largo periodo de indoctrinación.
¿A quién representa Mitras?
Con todo aún queda una importante pregunta que resolver: Si todas las figuras de la tauroctonia representaban constelaciones, entonces, ¿Qué constelación representa a Mitras? En la Tauroctonia la figura está siempre localizada encima del toro y es siempre representado como un hombre joven que lleva una daga y que usa como distintivo un gorro frigio: es Perseo. Precisamente. Perseo era un Dios en Cilicia, la región en que Plutarco ubica los orígenes del Mitraísmo.
En Tarsus, la capital de Cilicia, residía la más importante comunidad intelectual en el Mediterráneo. La comunidad estaba dominada por filósofos estoicos, que eran famosos no sólo por su fatalismo (lo que los hacía creer firmemente en la astrología), sino también por personificar las fuerzas naturales en dioses y héroes. Lo más probable es que el Mitraísmo se iniciara como movimiento intelectual de Tarsus, en un esfuerzo por encontrarle una explicación al descubrimiento del movimiento de los equinoccios y personificando este poder en el dios local Perseo. Después de todo, Perseo era claramente identificable en el cielo como una constelación, y el mensaje de su posición en él era fácil de entender.
Pero si Mitras era originalmente Perseo, ¿Cómo se llegó a llamarlo Mitras? Parece lógico pensar que en una religión oculta, se ocultara también el nombre de la deidad. Por otra parte, en la creencia antigua, Perseo había sido el fundador de Persia (Irán), y esto podía fácilmente ligarse mitológicamente con el dios iranio Mitras, dios de la luz y de la verdad. También hay que considerar que durante los orígenes del Mitraísmo la mayor parte de Asia Menor llegó a estar bajo el control del rey Mitridates de Pontus, que formó una estrecha alianza con los piratas cilicios. Mitridates pertenecía a una dinastía denominada Mitra. Además, él y sus ancestros se decían descendientes de Perseo. Por todo esto, es muy probable que en ciertos círculos cercanos al rey Mitridates (que se estimaba intelectual y tenía un gran aprecio por las creencias religiosas griegas) se ligara a Perseo con Mitra, y que posteriormente esto llevara a adoptar el nombre de Mitras (la forma griega del nombre Mitra).
El destino final del Mitraísmo no era difícil de prever. Una religión cuya práctica está determinada tan fuertemente por el misterio, y a la que sólo acceden quienes cumplen exigentes requisitos, no podía ni remotamente expandirse en la forma en que lo hizo el cristianismo, credo en el que conseguirse más adeptos es un deber de los fieles, y al que se accede con un requisito bastante menor.
La razón por la cual el cristianismo se impuso sin reservas en el Mediterráneo, aún permanece oscura. No obstante, pareciera que uno de los elementos que empujaron las cosas en beneficio de los seguidores de Cristo fue la esclavitud. En la antigüedad un individuo podía ser iniciado de Mitras, discípulo de Isis, participar en un sacrificio a Júpiter y, al mismo tiempo, venerar el espíritu de un emperador muerto. Esta actitud permisiva produjo gran confusión y creó las condiciones para el nacimiento de una creencia que ofrecía al converso una oportunidad verdaderamente clara de darle a su vida un propósito y significado. Probablemente sea el aporte a la identidad espiritual de los individuos una de las razones centrales del triunfo del cristianismo.
Aunque a primera vista pareciera que su vinculación con la astrología fuera una característica única del Mitraísmo, el análisis más detallado de otras religiones contemporáneas permite descubrir que la asociación con los dioses y las estrellas ha sido permanente en muchos credos, tanto como fieles veamos elevando sus acciones al cielo.
* Este artículo ha sido adaptado de la publicación de David Ulansey, aparecida en Scientific American, Diciembre 1989, pág. 80.
Bibliografía
1.- Mithraism Since Franz Cumont, Robert Beck, en : Aufstieg und Niedergang der Romischen. Part 2, Vol 17. Editado por Hildegard Temporini y Wolfgang Haase Water de Gryter, 1984.
2.- The Origen of the Mithraic Mysteries. David Ulansey, Oxford University Press. 1989.