En este sentido se investiga activamente y mucho se ha avanzado en el conocimiento de los procesos del envejecimiento, lo que ha permitido elaborar diversas hipótesis para explicar el proceso (El proceso del envejecimiento). Hasta ahora, la única experiencia concreta que ha logrado prolongar la vida ha sido la restricción calórica de la dieta. Si se alimenta a las ratas desde sus primeros días de vida con una dieta hipo-calórica (una restricción drástica del 60% de las calorías), pueden vivir hasta un 40% más. Experimentos similares que se están realizando en monos, parecen demostrar que en ellos también la dieta hipo-calórica prolonga la vida (Creces, Marzo 1998, pág. 19). Pero esta recomendación no es práctica para los seres humanos, ya que no se justificaría vivir más, si hay que permanecer desnutrido durante toda la vida. El comer es un placer sensual y la mayoría de las personas prefiere vivir menos, pero tener una vida placentera.

En todo caso, los investigadores han estado tratando de averiguar por qué la desnutrición prolonga la vida más allá de lo programado para cada especie. Recientemente Leonard Guarente y sus colaboradores del Massachusetts Institute of Technology en Boston, han encontrado en levaduras un gene llamado SIR2, que codificaría una proteína cuya acción les permitiría vivir significativamente más. Los investigadores creen que este gene actuaría en una forma similar que la restricción calórica (Nature, vol.403, pág. 795). Pareciera que este gene, a través de esa proteína, al igual que la restricción calórica, inhibiría muchos otros genes que tienen que ver con el proceso de envejecimiento. Lo interesante es que este gene tiene su equivalente en muchas otras especies, incluyendo al hombre. Si éste tuviera la misma acción en todas las especies, se podría pensar en desarrollar una droga que permitiera vivir más, sin necesidad de someterse a una dieta draconiana.

Guarente y sus colaboradores pueden determinar la edad de las levaduras midiendo cuántas veces éstas se dividen y producen células hijas. Una levadura normal se divide 20 veces. Pero cuando tienen una dosis doble de SIR2, éstas se dividen más de 30. La observación es muy interesante, pero desde luego hay que hacer la salvedad que los animales superiores envejecen en formas muy diferentes. El próximo paso de los investigadores es trabajar con animales multicelulares y ver si también en ellos una abundancia de la proteína SIR2 les prolonga la vida. Para ello están trabajando con lombrices de tierra y ratas modificadas genéticamente, de modo que produzcan mucho, o muy poco SIR2. Los resultados esperan tenerlos en algunos meses más (New Scientist, Marzo 25, 2000, pág. 21). Por ahora si se quiere vivir más, hay que comer bastante menos. No sé si valga la pena.