La biología actual y la ética
( Publicado en Revista Creces, Julio 2001 )
Los enormes avances de la biología logrados en las últimas décadas, hacen presumir que estamos en los umbrales de una nueva medicina, radicada en la manipulación de los genes. Pero ello también esta creando serios problemas que pueden poner en riesgo al individuo y la sociedad. La ética debiera normarlos.
Cada progreso de la ciencia y la tecnología tiene un impacto en nuestras vidas. La mayor parte de las veces estos son muy positivos. De hecho, gracias a la verdadera revolución científico tecnológica que hemos estado viviendo durante la última centuria, la humanidad ha experimentado enormes progresos, y es así como el hombre ha controlado mejor los riesgos ambientales y hoy día, vive más, mejor y con menos esfuerzos.
Pero también el progreso puede traer sufrimiento e injusticia. Es así como gracias a los nuevos descubrimientos y sus aplicaciones, han disminuido las muertes prematuras, y por ello hemos estado viviendo una verdadera explosión demográfica, como ni Maltus la hubiese soñado. Al mismo tiempo, el hallazgo de la energía fósil, agregado al progreso tecnológico, ha permitido el enorme desarrollo industrial y el incremento de la capacidad de transporte de bienes y personas. Pero como consecuencia de ello estamos impactando seriamente nuestro propio medio ambiente. Tampoco podemos negar que los nuevos conocimientos no han beneficiado a todos por igual. Muy por el contrario, han incrementado las diferencias entre los que viven bien y los que viven mal, aumentando también la separación entre el desarrollo y subdesarrollo.
¿Podemos separar los beneficios del nuevo conocimiento de los efectos secundarios no deseados? ¿Podemos discernir cuál es el uso correcto o equivocado de los avances que la ciencia está permitiendo? Estas difíciles decisiones se encuentran en el reino de la "ética". Las respuestas no son fáciles cuando tratamos de establecer qué es correcto y qué no lo es.
Durante las últimas décadas hemos estado viviendo un prodigioso avance de las ciencias biológicas. La aplicación de ellas está planteando nuevos paradigmas, que impactan sobre nuestros conceptos clásicos acerca de la vida, su valor y significado. Las respuestas son aún más difíciles porque en ellas están involucrados además diversos factores culturales y religiosos.
De igual manera estamos viendo que los conceptos éticos están variando con el tiempo. En el año 1967 fueron muchos los que condenaron el primer trasplante cardiaco por no ser natural. Pero ahora la mayor parte de las personas acepta estas intervenciones si con ello se salvan vidas. Del mismo modo, en pocos años ha variado la aceptabilidad de la fertilización asistida. Cada nuevo avance nos trae también nuevos dilemas éticos, pero parece que al poco tiempo nos vamos adaptando a las realidades generadas y ya no nos asombran.
Ahora hemos comenzado a entender "qué es la vida", pero desde un punto de vista biológico. Estamos conociendo cómo funcionan los mecanismos que la condicionan y nos hemos atrevido a tratar de modificarlos. Es entonces comprensible el desconcierto. El proceso recién comienza, y no cabe duda que el hombre continuará avanzando en su afán de dar solución a problemas médicos y de salud, y con ello nuevas circunstancias nos plantean nuevos dilemas éticos.
Lo cierto es que el hombre ha llegado a conocer las bases biológicas de la individualidad humana, y ya está logrando tener en sus manos las posibilidades de cambiarlas. Esto preocupa, porque parece no estar dispuesto a detenerse en esta nueva aventura que ha iniciado.
Los dilemas éticos se proyectan en una dimensión muy diferente a lo planteado hasta ahora. Es evidente que los nuevos conocimientos han llevado a descorrer un velo que ha abierto un escenario nuevo, que nos muestra las bases de la vida y la individualidad humana, en una dimensión desconocida hasta ahora. ¿Es ético meter nuestras manos allí? ¿Tenemos derecho a hacer modificaciones en las leyes mismas de la naturaleza que ha necesitado de millones de años para su evolución?
Muchos, ya sea por razones culturales o religiosas, o simplemente por temor a lo desconocido y a posibles riesgos futuros, piensan que no deberíamos inmiscuirnos. Pero de hecho, ya se ha comenzado a intervenir, y todo parece predecir que en un futuro inmediato, cada vez nuevos conocimientos van a ir permitiendo actuar en forma más precisa, hasta llegar a proyectarse sobre el futuro del hombre y de la humanidad. El hecho es que el hombre no ha esperado a que se dilucide la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo permitido o lo prohibido, y ya está actuando sin considerar las consecuencias.
No falta quienes ven en esto el comienzo de la liberación, en que jugando a Dios, podría el hombre llegar a ser dueño de su propio destino. Es como si nuevamente nos viéramos enfrentados a la gran tentación de la manzana del paraíso. Mientras unos temen el castigo, otros buscan la felicidad. Como entonces, existe el riesgo de consecuencias que vayan más allá de los individuos. Es que ya el genio se escapó de la botella.
El rol de la ética
Frente a esto, ¿Puede la ética poner un freno? Tal como la hemos concebido hasta ahora, ¿Puede contribuir a aclarar el panorama y reglamentarlo? La ética es una disciplina que estudia los valores morales de la conducta humana y trata de entregar las reglas para gobernarla. Busca diferenciar entre lo bueno y lo malo. Pero poner límite entre lo bueno y lo malo no es fácil, ni tampoco es fácil que todos lo acepten. Es que en último término la respuesta está sólo en el corazón de cada uno.
Las filosofías clásicas, en lo que concierne a los efectos buenos o malos de la conducta humana, diferencian dos tipos de conductas: a unas las denominan "intrínsecas" y a las otras "extrínsecas". Según este contexto, serían intrínsecas aquellas conductas equivocadas en sí mismas, como por ejemplo el uso de las armas nucleares o el terrorismo asesino. Esas conductas serían intrínsecamente malas. Las extrínsecas en cambio, se refieren a las conductas que derivan de la aplicación de nuevos conocimientos, los que siendo neutros en sí mismos, están abiertos a malos usos, que en definitiva son causa de daños a otros. Así dicen que, la ciencia no es mala en sí misma, pero sí las aplicaciones que de ella se puedan derivar.
En las primeras es más fácil llegar a un consenso respecto a su condena desde el punto de vista ético. Todos sancionan el uso de las armas nucleares, como también sancionan el terrorismo o la violación de los derechos humanos básicos, como también cualquiera otra conducta que haya sido concebida por dañar directamente a las personas o al individuo.
En las segundas, el daño es la consecuencia de una aplicación incorrecta del conocimiento, sea esta voluntaria o involuntaria, con consecuencias negativas para terceros. En estos casos, para aceptar como ética una intervención, se ha usado como indicador el peso del riesgo y el peso del beneficio. Si el beneficio esperado es muy grande y si sus resultados van a ser positivos para muchos, desde el punto de vista ético, esa intervención podría ser aceptable. Así por ejemplo, se puede aplicar una vacuna a la población para prevenir la extensión de una enfermedad, lo que va a beneficiar a muchos, aun cuando esta misma pueda producir la enfermedad en uno de cada 100.000 vacunados.
Otros pensadores ligan el riesgo al concepto de "utilitarismo". Es así como el filósofo John Stuart Mill (1806-1873) y Jeremy Bentham (1784-1832), en el pasado argüían que las cosas eran correctas o incorrectas, en la medida que simplemente proporcionaran placer o dolor, ya fuera en los individuos o en las comunidades.
Otros fundamentan su juicio ético en lo que se ha llamado "la ley natural". En este caso las decisiones éticas se basan en cuán "anti-natura" es la aplicación de un conocimiento científico. Es decir, si va o no contra las leyes de la naturaleza. Bajo esta ley natural, la ingeniería genética sería intrínsecamente equivocada, como también sería la fertilización "in vitro". Pero la idea de que lo natural es bueno y lo no natural es malo, también tiene sus debilidades. En último término, la aplicación de todos los avances científicos, en alguna forma, no son naturales y por lo tanto su aplicación no sería ética.
Otros afirman que la ética debe basarse en el respeto a la dignidad humana: "la gente no puede usarse como un medio para un fin, ya que ésta tiene valor en sí misma". Según esto, no sería ético la generación de embriones o el desarrollo de fetos para usarlos en la cirugía de trasplantes. Este concepto también involucra factores religiosos, que determinan la divinidad del ser humano y el respeto a la vida aun desde los primeros momentos de la fertilización.
En fin, los argumentos para diferenciar lo ético de lo no ético son muy variados, y no parecen ofrecer una definición de consenso frente a las aplicaciones de los avances de la biología. La realidad es que con distintos argumentos, una determinada intervención puede ser ética para unos y no serlo para otros.
Dilemas éticos e intereses creados
Como es difícil plantear qué es ético y qué no lo es, frente a circunstancias específicas, es preferible sólo hacer un recuento de los principales dilemas éticos que estamos enfrentando para que haya mejor información y sean juzgados de acuerdo a los diferentes puntos de vista. Desde luego hay que señalar que en muchas ocasiones se hace difícil dar un juicio valórico, ya que a menudo las intervenciones, a algunos los afecta en pro y a otros en contra, debido a diversos intereses de personas o grupos.
Ya se ha descifrado el genoma humano, llegando a secuenciar los tres mil millones de bases que lo constituye. De ello surgen importante interrogantes. La primera pregunta es a quién pertenece esta valiosa información. Hasta ahora se había aceptado que quien hacía un descubrimiento tenía el derecho a gozar de sus beneficios. Ello ha llevado al desarrollo de la legislación sobre el registro de propiedad y del sistema de patentes de invención. ¿Pero es correcto que alguien pase a ser dueño del conocimiento de la estructura intrínseca del ser humano y que pueda utilizarlo en su beneficio?
Por otra parte, el descifrar el genoma humano ¿Es realmente un descubrimiento? ¿O es una simple ordenación de una secuencia de bases que existía previamente? (Science, Marzo 21, vol 287, 2001, pág. 2396). Podemos detenernos a discutirlo, pero mientras tanto el sistema ha aceptado el hecho que se patenten las secuencias del DNA, aun cuando ni siquiera se haya descubierto qué significan esas secuencias, o qué proteínas codifican, o qué acción tendrían esas proteínas aún desconocidas.
Sin duda que llegar a conocer la secuenciación del genoma humano ha marcado un hito en la historia de la biología y para ello ha sido necesario la inversión de grandes cantidades de dinero, que en este caso ha sido tanto de origen estatal (USA), como también de empresas privadas. Sin duda que este nuevo conocimiento promete entregar grandes beneficios, tanto para la medicina como para la salud pública.
Sin embargo, ello es sólo el primer paso. Deberán seguir aclarándose todos los complejos mecanismos de la biología celular aún desconocidos: Hasta ahora se ha logrado sólo conocer la secuencia de la ordenación de las bases del DNA. Se ha logrado además, ubicar y descifrar la estructura de algunos genes, que también han sido patentados por empresas, y de ello seguramente obtendrán grandes beneficios económicos.
Pero esto recién comienza, ya que luego debe venir una fase más tediosa y compleja que requerirá de más tiempo y aun de mayores inversiones. Ahora se trata de conocer la estructura de las proteínas que codifica cada gene, no sólo en la secuencia de los aminoácidos constituyentes de ellas, sino también el arreglo tridimensional de cada una. Luego habrá que conocer la función de estas proteínas, pues se trata de 30 mil o más y cómo interactúan entre sí. A esta nueva etapa se le ha denominado "Conocimiento del Proteoma" (Science, vol. 292, Abril 2001, pág. 187). Con ello las empresas farmacéuticas esperan tener grandes beneficios, utilizando esta información para fabricar las más diversas drogas.
De nuevo surgen las mismas inquietudes. Preocupa que en el futuro sean consorcios privados los que lleguen a controlar información tan vital, que incluya no sólo las enfermedades que padecemos, sino la estructura íntima de la forma de ser de cada uno.
El proceso ya se ha iniciado. Así por ejemplo la empresa Myriad que ha comenzado a trabajar en ello, ha adelantado que la información que generarían estaría sólo disponible por suscripción, con una tarifa más barata para los académicos (New Scientist, Abril 14, 2001, pág. 5).
Los test genéticos
Veamos algunas derivaciones concretas que se desprenden de la aplicación de estos conocimientos. Está claro que en nuestros genes se encuentra toda la información de nuestras características personales. Allí están impresos, tanto los caracteres fenotípicos (características físicas, como la talla, color del cabello, color de ojos, etc.), como también los genotípicos. Hoy sabemos que entre estos últimos, están todas las enfermedades que podemos llegar a padecer e incluso nuestra forma de ser.
Algunas enfermedades son la consecuencia de un solo error en la información genética (mutación) o del proceso de transcripción de la misma. Ello significa que se codifica "una proteína anómala" lo que a su vez altera "un proceso bioquímico" vital. En definitiva se exterioriza por la aparición de una enfermedad. Al estar condicionada por la alteración de un solo gene, estas enfermedades se denominan "monogenéticas". Ellas son poco frecuentes, pero ya se conocen por lo menos tres mil enfermedades monogenéticas diferentes.
Ellas se transmiten de padres a hijos, siguiendo las leyes de Mendel de dominantes, recesivas o ligadas al sexo. Por lo general sus síntomas se inician ya a poco de nacer. Sin embargo en algunas, aun siendo de origen genético, sus síntomas pueden presentarse varios años más tarde, ya que el daño que la alteración produce, condiciona la acumulación progresiva y lenta de algún producto en el interior de las células de algún órgano. Los síntomas comienzan cuando esta acumulación alcanzar niveles tóxicos y altera su metabolismo. Tal es por ejemplo la enfermedad de Wilson (que daña principalmente el hígado, por una progresiva acumulación de cobre, produciendo en definitiva una cirrosis), o la enfermedad de Huntington (que daña progresivamente el tejido cerebral, destruyéndolo).
Como son hereditarias, se han desarrollado test sanguíneos que permiten diagnosticar con precisión si la persona va o no a desarrollar esa enfermedad. Algunos permiten predecir también a qué edad se van a iniciar los síntomas.
Otras enfermedades son poligenéticas. Es decir, son varios los genes que pueden interactuar (como es el caso de la hipertensión, la ateroesclerosis, la diabetes, etc.). Entre ellas debemos incluir también el cáncer, que ya está claro que también está en nuestros genes. En ellas es más difícil predecir un diagnóstico, ya que además de ser muchos los genes que interactúan, también hay que considerar el medio ambiente, que puede precipitar o prevenir que la enfermedad se produzca.
Existen también algunos tipos de cáncer en que el componente genético es más determinante. Tal es el caso de un tipo de cáncer de la mama en la mujer, que está relacionado con la alteración de un gene específico, que cuando está presente, las posibilidades de tener un cáncer de mama se elevan a un 80%. En otras enfermedades es también posible calcular el porcentaje de riesgo de que aparezca.
Ello crea importantes problemas éticos, especialmente cuando es posible predecir con relativa seguridad que una determinada enfermedad va a aparecer, o que existe un alto riesgo que así sea. Para ello se dispone de los respectivos test sanguíneos, que incluso permiten hacer la predicción aun antes de nacer. Esta área está progresando rápidamente y es posible que en el futuro las posibilidades de diagnóstico de diversas enfermedades se vayan multiplicando.
Si el test se puede hacer aun antes de nacer, tomando una muestra de líquido amniótico, la madre podrá tomar la determinación de interrumpir el embarazo. Imaginemos una enfermedad que necesariamente va a llevar a una deficiencia mental, como es la fenilquetonuria, o a una diabetes juvenil grave. Desde luego que siempre existe la duda de cuán grave podría ser la enfermedad, o que un tratamiento estricto y adecuado podría permitir sobrellevar una vida relativamente normal (fenilquetonuria). La decisión entonces de un aborto basándose en esta información podría negar a un niño el derecho a la vida.
También en un futuro próximo estarán disponibles las tecnologías para seleccionar embriones que tengan diferentes características según sea el deseo de los padres. Esta tecnología podría ser aceptable para algunos, si se tratara de prevenir una enfermedad de consecuencias graves, como una gran incapacidad física o mental, o que tuviera altos riesgos de una muerte temprana. Menos aceptable desde el punto de vista ético sería que esta tecnología se utilizara sólo para lograr determinadas condiciones físicas o intelectuales del hijo. Ello es una posibilidad cierta en un futuro cercano.
El 1967 se realizó una encuesta Gallup en Inglaterra, en la que se preguntó a los padres si estarían dispuestos a elegir genes que impidieran una determinada patología en sus hijos. Un 27% manifestó que decidiría un aborto si su hijo fuera a ser un débil mental. Del mismo modo, un 18% manifestó que también decidiría un aborto si su hijo fuera a ser genéticamente agresivo. Un 10% manifestó lo mismo si su hijo pudiera ser homosexual. Finalmente, un 5% manifestó que tomaría la chance si existiera el mecanismo genético para que su hijo fuese físicamente más atractivo. El desarrollo de estas posibilidades que seguramente van a estar a disposición en los próximos años, podría conducirnos a una sociedad con una sub-clase genética, repitiendo así los horrores de la Alemania nazi.
Como se ha señalado, ya existe la posibilidad de predecir algunas enfermedades (por medio de test genéticos), e incluso a qué edad se van a manifestar los primeros síntomas. Por ello es muy posible que basándose en esta información, comience a discriminarse a las personas. Las compañías de seguros podrían rehusar recibir a personas que sean portadores de genes anómalos, que a futuro produzcan enfermedades o que condicionen riesgos elevados de presentarlas. También preocupa que empleadores usen el test genético para seleccionar a sus empleados.
El Departamento de Salud de Inglaterra aprobó para su servicio la realización del test genético para la enfermedad de Huntington. Ello abre una brecha para que empresas de seguros de salud comiencen a solicitar éste u otro test que ya está disponible. De hecho la Asociación de Aseguradores Británicos han anunciado que van a solicitar autorización para realizar test genéticos a todos aquellos que se aseguren por sobre 300.000 libras esterlinas (New Scientist, Mayo 12 de 2001, pág. 14) (ver tabla 1).
Diversos test ya están disponibles para el cáncer del pecho, la enfermedad de Alzheimer temprana, o la enfermedad de Wilson, cuyos genes ya han sido individualizados y secuenciados. Otros test están en pleno desarrollo.
Manipulación genética
Ya mucho se ha avanzado en la terapia orientada a corregir genes defectuosos que provocan enfermedades. Se trata de la llamada "terapia génica". Son muchos los éxitos descritos, aun cuando hay que reconocer que se está actuando muy a ciegas. En los próximos 10 o 15 años los avances en este sentido deberán ser notables.
Se está consciente de los riesgos de introducir genes a las células, ya que éstos podrían desencadenar un cáncer o alterar procesos biológicos de las mismas células. Debido a estas aprensiones, en 1980 el National Institute of Health (NIH), solicitó a todas las agencias gubernamentales que financiaban investigaciones de terapia génica, que previamente enviaran a ellos los protocolos para que fueran examinados por un panel de expertos. Más tarde el mismo organismo creó un comité estable, denominado "Recombinant DNA Advisory Committe (RAC)", formado por 20 científicos y no científicos para que analizaran los protocolos y luego por votación se diera o no su aprobación para su realización. Así ha actuado hasta hace dos años, fecha en que se produjo un caso fatal de un joven de 18 años, atribuido a la misma terapia (New Scientist, Enero 20 del 2001, pág. 8) (Alarma por la terapia génica).
Por la repercusión que el caso tuvo, se suspendieron las autorizaciones por algún tiempo. Pero dadas las presiones para continuar con este tipo de terapia (ya que los beneficios que de ella se vislumbran son enormes), recientemente se ha vuelto a autorizar estas tecnologías para enfermedades que no tengan otras alternativas de tratamiento, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer o el cáncer.
Introducir genes a una célula somática (células de hígado, sanguíneas, musculares u otras) podría lograr la cura de una enfermedad que afecte a esos tejidos. En ese caso el riesgo de la terapia es sólo para ese enfermo. Pero otra cosa es cambiar genes a una célula germinal (óvulo o espermio), ya que en esos casos la modificación quedará en el genoma y se trasmitirá a todas las generaciones futuras.
Hasta ahora el RAC ha rechazado cualquier protocolo en que exista el riesgo que la modificación genética llegue a afectar una célula germinal. Pero el rechazo de este comité sólo significa que esa terapia no podría realizarse con fondos gubernamentales. Pero bien pueden realizarse si para ello se cuenta con fondos privados. De hecho, recientemente se han realizado las primeras experiencias en las que se han introducido genes mitocondriales de un donante a un óvulo fecundado, con el objeto de curar una enfermedad que afectaba al óvulo de la madre (defecto ooplástico) que impedía el desarrollo del embrión. En estos casos el financiamiento provino de los padres ansiosos de tener un hijo. Hasta ahora han nacido dos niños aparentemente normales, cuyos genes fueron compartidos por tres personas simultáneamente. Unos provenían de su padre, otros de su madre y otros de un donante extraño. Son estos últimos los que en el futuro se sumarán para pasar de generación en generación (Human Reproduccion, vol 16, pág. 513, año 2001). Ello atenta contra el derecho de nacer con un genoma no tocado, lo que se vulneraría para las futuras generaciones. Pero también existen riesgos de que esos genes lleguen en el futuro a producir otras alteraciones no imaginadas. Sin duda que ello produce una justificada alarma.
Fertilización in Vitro
Esta tecnología ha llevado a la creación de "embriones de repuesto", que no llegan a ser implantados en el útero. ¿Qué se debe hacer con ellos? Los padres pueden decidir congelarlos para futuros usos, donarlos para investigaciones o dejarlos morir. Sin duda que ello también acarrea problemas éticos.
Las células de esos embriones, por el hecho de ser totipotenciales, pueden ser útiles para reparar tejidos u órganos dañados. Ya se ha logrado que células embrionarias se diferencien hacia neuronas, con las que se espera poder reparar el tejido cerebral dañado por un Parkinson o un Alzheimer. Del mismo modo, recientemente se ha conseguido que células germinales lleguen a producir insulina, con lo que se abren posibilidades de llegar a tratar con esas células a millones de personas que padecen de diabetes (Science, vol 292, Abril 27, 2001, pág. 615).
¿Es ello ético? La respuesta depende del status que se le da al embrión en diferentes países. En las leyes inglesas, al embrión se le considera menos que a un niño o un adulto. Es así que recientemente se ha autorizado realizar investigaciones con células provenientes de embriones, siempre que éstos tengan una edad inferior a 14 días.
Otros países también están autorizando las investigaciones con embriones humanos. Alemania ha autorizado a científicos para que importen células embrionarias para hacer estudios con ellas. El Deutsche Forschugsgemeinschswaft, organismo estatal que financia investigaciones, ha recomendado además al Parlamento alemán, que apruebe la ley que permita a los investigadores alemanes a utilizar sus propias células stem, provenientes de embriones desechados (Science, vol 292, 2001, pág. 1037).
El actual gobierno de Bush en los Estados Unidos, tendrá que decidir próximamente si autoriza o no investigar con células embrionarias con fondos gubernamentales. Existe una creciente presión de parte de los científicos para que una ley sea aprobada en este sentido.
Clonación humana
Gran controversia se ha producido en torno a la posibilidad de clonación humana. Tenemos que distinguir entre la clonación de células para posibles usos médicos, provenientes del mismo paciente y la clonación completa de un ser humano. Una persona adulta podría clonar una de sus células, y a partir de ella producir un embrión (Uso terapeutico de células embrionarias). A partir de ese embrión podría lograr neuronas para reparar su cerebro, o células pancreáticas para injertarlas en el páncreas y curar una diabetes, sin el temor de que se produzca un rechazo, ya que ellas serían iguales a sus propias células.
En cambio la clonación de un ser humano ha recibido un rechazo generalizado en todos los países del mundo, por considerarlo una ofensa contra la dignidad humana y porque cada individuo tiene el derecho de poseer su propia identidad genética.
Sin embargo ya existen investigadores que han afirmado que están dispuestos a realizar la clonación humana. En el año 1988 el físico Richard Seed anunció que está listo para iniciar una clonación, e incluso ha insistido que va a clonar a su mujer (Creces, Abril 1998, pág. 4). También una secta canadiense, "los Raelian", ha afirmado que pretende clonar un ser humano en los Estados Unidos. La verdad es que pocas personas han tomado en serio estos anuncios, ya que se sabe de los enormes riesgos y dificultades técnicas actuales que involucra una clonación. No debe olvidarse que la oveja Dolly fue la única que resultó, después de cientos de experimentos.
Pero ahora parece que la cosa va más en serio. Severino Antinon, experto en fertilización clínica obstétrica y ginecológica en Roma, y sus colaboradores, Panos Zavos, fisiólogo en reproducción del Andrology Institute of America en Lexington, Kentacky y Avi Ben-Abraham, biotecnólogo americano-Israelí que trabaja en Antinori, han afirmado que disponen de recursos sin límites para llevar a cabo la clonación y que dominan las técnicas de cómo realizarla.
El grupo afirma que lo harán para ayudar a parejas que no tienen niños, particularmente debido a que el hombre es infértil por carecer de espermios. Antinori afirma que tienen una lista de 600 parejas aproximadamente con este tipo de problemas. Indudablemente que realizar una clonación humana es una audacia, no sólo por el hecho de clonar un ser humano, sino también por los enormes riesgos que significa para el embrión, dado que la técnica está aún en pañales. A pesar de todo, afirman que iniciarán el procedimiento en los próximos dos años, en algún país que todavía no han definido.
Todo esto es sólo una somera recapitulación de cuáles son los problemas éticos que se están presentando y que seguramente se presentarán, como consecuencia del inadecuado uso de los conocimientos científicos que se vayan generando. Sin duda que ellos pueden ser de gran utilidad para la nueva medicina que se aproxima, pero el riesgo también puede llegar a ser muy alto. Es importante que la comunidad tome conciencia de ello.
Dr. Fernando Mönckeberg Barros