Tetraetilplomo versus etanol: un ejemplo del principio precautorio
( Publicado en Revista Creces, Octubre 2001 )

Una buena ilustración de las posibilidades de acción del "principio precautorio".

El "principio precautorio" se aplica cuando se sospecha que una nueva tecnología puede involucrar daño, la incerteza científica de la magnitud del daño, no debiera necesariamente prevenir la acción precautoria. Este principio está jugando un rol cada vez más preponderante en las discusiones sobre política industrial.

A medida que este principio gana importancia, también atrae críticas. Así se ha dicho, en relación a la aceptación de alimentos modificados genéticamente, que es "una alarmante amenaza a la política" de comercio e innovación que socavaría la política internacional, basada en la ciencia sobre alimentos. "Es un pretexto para bloquear nuevas tecnologías y restringir el comercio".

La mayoría de estas críticas están basadas en la resistencia a cambiar las políticas que han sido usadas por más de tres décadas. Las percepciones equivocadas del concepto se deben a una falta de comprensión de lo que significa el "principio precautorio", la idea errónea de que el principio es vago proviene del hecho de que las descripciones y definiciones que se encuentran en varios documentos no son idénticas; descripciones diferentes del mismo concepto son comunes en la ley internacional.

Otra percepción equivocada es que el "principio precautorio" detendría la tecnología en su desarrollo; sin embargo el uso del principio generalmente no detiene la tecnología. Puede significar el implementar una moratoria mientras se hace más investigación o se monitorean los efectos de una tecnología; puede significar escoger una alternativa más segura.

Un tercer mito es que el principio demanda un "riesgo cero"; ésta es una noción absurda, ya que no existe tal cosa como un "riesgo cero". En efecto, el propósito de acción del "principio precautorio" para la sociedad, es imponer riesgos menos severos en la salud y en el medio ambiente que lo que se hizo en el pasado.

Una última percepción equivocada es que posiciones conservadoras ya han sido construidas basadas en la evaluación de riesgos, así el "principio precautorio" no se necesitaría. Sin embargo, la evaluación de riesgos se usa frecuentemente para dilatar la acción precautoria y generalmente es útil solamente cuando se encuentra disponible una abundante información. En contraste, la aproximación precautoria puede usarse en muchas etapas diferentes del proceso de decidir sobre una nueva tecnología. Efectivamente, ella llama la atención tempranamente sobre la identificación de incertezas, sobre el estudio de un amplio rango de efectos dañinos y sobre la consideración de un rango de alternativas.

Consideremos qué habría ocurrido si el "principio precautorio" se hubiera invocado en los años 20 (alrededor de 1920) cuando se analizaban las posibles alternativas sobre un agente "anti-golpeteo" para la gasolina. De acuerdo a Jamie L Kitman, abogado y columnista de la revista Automobile (The Nation, March 20, 2000; [http://www.thenation.com/issue/000320/ 0320kitman.shtml]), las firmas automotrices consideraron inicialmente dos alternativas como agente anti-golpeteo para la gasolina. Ya en el año 1917, Charles Kettering investigador de la General Motors, había encontrado que el alcohol etílico (CH3-CH2OH) era un agente anti-golpeteo adecuado. En 1921 otro investigador de la GM, Thomas Midgeley Jr., descubrió que el tetraetilplomo ([C2H5]4Pb) era también un efectivo agente anti-golpeteo.

Desde luego, el Plomo, es una potente neurotoxina cuyos efectos mortales se conocen desde hace más de 2000 años. Un médico griego, en el año 100 AC escribió sobre sus dañinos efectos; también lo hizo Benjamín Franklin. Tetraetilplomo fue descubierto por un químico alemán en 1854, pero no se usó durante muchos años debido a su conocida toxicidad. Los síntomas de envenenamiento por Plomo (exposición a altos niveles de Pb) son fáciles de identificar: ceguera, daño cerebral, daño a los riñones, convulsiones y cáncer. Pero la exposición a niveles bajos de toxicidad, a los cuales los niños son los más susceptibles, produce síntomas fácilmente confundibles: daño neurológico que conlleva disminución del Cuociente de Inteligencia, pérdida de habilidad en el aprendizaje, reducción de la capacidad de atención, hiperactividad, problemas conductuales y de crecimiento. En adultos, altos niveles de Plomo en la sangre se relacionan a hipertensión, a problemas cardiovasculares como infartos y muertes prematuras.

Después de varios años de estudio, los investigadores de la GM llegaron al consenso que el etanol era el aditivo a elegir. Efectivamente, en Abril de 1918, Kettering publicaba en el Scientific American, que "está ahora definitivamente establecido que el alcohol (etanol) puede ser mezclado con la gasolina para producir un adecuado combustible para motores". Pero había un problema: etanol no podía ser patentado, por lo tanto las ventas de etanol no serían, lejos, tan lucrativas como las ventas de tetraetilplomo. General Motors escogió al tetraetilplomo.

En 1923 se estableció "GM Chemical Corp." para producir tetraetilplomo y DuPont abrió una planta para ello en Deepwater, New Jersey. En 1924, Standard Oil en N.J. comenzó la producción de tetraetilplomo, GM y Standard Oil formaron la Ethyl Gasoline Corp. En el mismo año un comité médico de la GM entregó un informe altamente cauteloso sobre el tetraetilplomo, pero un estudio del Bureau de Minas le dio un limpio permiso de salud.

Como resultado de todas estas acciones, 7 millones de toneladas del aditivo fueron agregadas a la gasolina desde 1923 a 1986 y sólo en USA, 68 millones de niños sufrieron exposición tóxica, con posibilidad de causar bajas en el Cuociente de Inteligencia y en la habilidad de aprendizaje. Se estima que el hombre moderno está hoy expuesto a niveles de Plomo 300 a 500 veces superiores al que existía en la naturaleza previo a su adición a las gasolinas. Desde 1976, cuando comenzó la retirada del tetraetilplomo de las gasolinas para proteger los convertidores catalíticos, el nivel de Plomo en la sangre de la población norteamericana ha disminuido en un 75%.

Durante el período de uso del tetraetilplomo en USA, sus fabricantes minimizaron o negaron su peligrosidad porque ésta no podía ser cuantificada en el momento. Aun hoy día el tetraetilplomo se agrega a la gasolina en la mayoría de los países en desarrollo y en Europa del Este. Debe tenerse en cuenta que el etanol es además mejor para los motores de automóviles: tatraetilplomo produce desgaste y depósitos en los motores a menos que se agregue también a la gasolina dibromuro de etileno (CH2Br-CH2Br), el cual facilita la volatilización del Plomo.

En este caso, la evaluación de riesgos habría fallado en predecir los problemas que ocurrirían, sin embargo el "principio precautorio" habría dictado que se eligiera en primer lugar el aditivo anti-golpeteo más inocuo; la tecnología habría avanzado sin poner en peligro la población de los países que usan automóviles.



EL ETANOL NO ES UN COMBUSTIBLE TAN LIMPIO

El etanol que se suponía era un combustible muy limpio, ahora parece que no es tanto. Este se obtiene por fermentación del maíz, y todo lo hacía parecer aconsejable mezclarlo con la gasolina, aun cuando su costo fuese mayor, más aún si con esto se ayudaba a los productores de maíz. En Estados Unidos, para producir etanol, se ha montado una enorme capacidad industrial subsidiada por el Estado, con un costo de miles de millones de dólares, que por los estudios recientes, no tendría mucha razón de ser.

David Pimentel, economista e investigador agrícola de la Universidad de Cornell en Nueva York, afirma que hay que invertir más energía en convertir el maíz en etanol, que lo que ésta produce cuando se quema como combustible.

Cuando el etanol se agrega al petróleo, se incrementa su contenido de oxígeno, lo que produce una combustión más limpia, con lo que se reduce el smog y la producción de gases invernadero. Por eso, en muchos estados se agrega un 10% de etanol a la gasolina. Pero ahora, estos datos resultantes del estudio de Pimentel han levantado una gran polémica, que se explica por los grandes intereses económicos y políticos comprometidos. Los ecologistas afirman que ello se hace sólo para subsidiar a los productores de grano y a la industria de etanol recién montada.

Según afirma Pimentel, al cultivar una hectárea de maíz, se requiere el equivalente de 10.000 litros de petróleo (considerando el uso directo e indirecto de los insumos y transporte). Pero luego para fermentar estos granos y destilar el producto para llegar a producir etanol, se debe utilizar aun una mayor cantidad de energía. En total, se requieren 36.500 kilojoules para lograr un litro de etanol, y éste, al quemarse como combustible, sólo produce 21.400 kilojoules. Los resultados de su estudio, según Pimentel, se publicarán próximamente en "Encyclopedia of Physical Sciences and Technology".

Sus conclusiones son diferentes a las que resultan de un estudio hecho por el gobierno, que afirma que hay un superávit de 5.600 kilojoules por litro. Michael Wang de Argonne National Laboratory, afirma que los cálculos de Pimentel están errados, ya que éstos son antiguos y no consideran los avances tecnológicos que ahora se han implementado en la elaboración de etanol. Pero Pimentel agrega además, que tomando en cuenta todo el proceso (desde la producción de grano hasta el etanol), éste produce más polución que el equivalente de petróleo que trata de reemplazar.

La polémica no debe extrañar, ya que el gobierno está entregando a productores de etanol un pesado subsidio de 14 centavos de dólar por litro (un tercio de su precio de mercado), sin contar el subsidio a los productores de granos.

Pero a pesar de las preocupaciones de Pimentel, los productores de maíz y etanol, visualizan un futuro esplendoroso. Recientemente la Asociación de Productores de Maíz, persuadió al Congreso para que forzara al estado de California a agregar etanol como aditivo a la gasolina, en lugar de MTBE. Esta medida aumentará (en el año 2004) la demanda de etanol en 12 mil litros anuales, lo que es el doble de la cantidad usada actualmente. (New Scientist, Agosto 18, pág. 17.


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