El dragón Komodo
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1999 )
Aunque San Jorge fue eliminado hace algún tiempo de la lista del santoral de la Iglesia, los dragones sí son una realidad. No lanzan fuego por la boca pero son muy feroces. Ellos existen en la isla de Komodo en Indonesia. Se trata del "Cervus Timorensis", que puede llegar a pesar 160 kilos y medir hasta tres metros de largo. Es una bestia feroz, que se alimenta de venados, jabalíes, cabras o cualquier animal que satisfaga su voraz apetito.
Se desplaza a 20 kilómetros por hora, pero su estrategia de caza se basa en la sorpresa y en la paciencia con que esperan a su víctima. Tiene una poderosa vista que le permite ver hasta 300 metros de distancia, pero más importante que eso es su agudo sentido del olfato. Con su larga lengua amarilla bifurcada en el extremo, husmea el ambiente y luego la retrae, tocando con ella el techo de la boca donde hace contacto con los órganos "Jacobson". Estos son analizadores químicos, que le permiten detectar las moléculas que la lengua capta en el aire, las que le anuncian la cercanía de un ciervo. Si el viento es el adecuado, lo puede oler hasta a una distancia de 4 kilómetros. Pacientemente lo espera, hasta que está a un metro de distancia, y entonces salta, destrozándole las patas con su poderosa mandíbula provista de afilados y aserrados dientes.
Como si todo esto fuera poco, su mandíbula alberga una enormidad de bacterias, y muchas de ellas son altamente patógenas. Si el ciervo logra escapar herido al ataque, lo probable es que muera días más tarde por una infección. El espera que esto ocurra para engullirlo. Parece ser que al Komodo, esas bacterias tan patógenas, no lo afectan. Es muy voraz, y en un instante se traga enormes cantidades de carne, engullendo huesos, pezuñas y cuero. Su estómago se expande fácilmente y puede contener en su interior hasta el 80% de su propio peso.
Se reproduce por huevos. Las crías miden 40 centímetros, y ya de temprano comienzan a alimentarse de lagartos, culebras, ratones y pájaros. Sin embargo, durante esta edad son vulnerables y son fácil presa de predadores. Si logran sobrevivir, ya a los cinco años pesan 25 kilos y miden dos metros. Viven aproximadamente 30 años.
La existencia de esta extraña bestia sólo fue conocida en Occidente en el año 1910, cuando los colonizadores holandeses conocieron relatos de los "cocodrilos de tierra", que según los lugareños podían medir hasta siete metros de largo. En esa época Steyn van Hensbroek mató un Komodo por primera vez, que fue más realista, medía dos metros. Desde entonces se pudo comprobar que no eran cocodrilos, sino que lagartos. Desde 1915 están bajo protección y en la actualidad se estima que en la isla de Komodo deben existir unos 3.500 de estos enormes lagartos. Viven también en la isla Rinca (1.300), Gili Montag (100), Flores (2.000) y en 30 otras pequeñas islas de ese archipiélago.
Para saber más:
Scientific American, Marzo 1999, pág. 64.