La guerra biológica y el bioterrorismo
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2001 )

De pronto han cambiado las cosas. Armas biológicas de destrucción masiva, que diferentes países han fabricado, están ahora al alcance de grupos terroristas, y con ellas amenazan a poderosas naciones. Han provocado muertes y han sembrado el pánico colectivo y también han amenazado seriamente las economías. Los terroristas disponen de los conocimientos necesarios y ya no requieren de grandes laboratorios o de sofisticadas tecnologías. Hemos visto lo que se puede producir con el bacilo "ántrax". Cualquier persona con conocimientos de bacteriología, puede aislar esta bacteria del suelo o de un animal contaminado y cultivarla en un laboratorio normalmente equipado.

Desde muy antiguo se han usado microorganismos patógenos como armas de guerra. Ya en la Edad Media se arrojaban los cuerpos de las víctimas de la peste bubónica por encima de los muros de las ciudades sitiadas, con el fin de que prendiera la epidemia y se acelerara su rendición. Muchas veces se utilizaron virus como el de la viruela, para contaminar el agua, o para esparcir directamente la enfermedad. Ello también ocurrió con la población indígena en América, produciendo estragos que facilitaron la conquista.

En la editorial de la revista "New Scientist" del 21 de Abril del 2001, se sugiere una idea que puede aprovechar un terrorista: "si quieres producir un gran daño, viaja a un país donde el ganado esté contaminado con fiebre aftosa, busca a aquel animal que tenga la lengua llena de ampollas y refriégale sobre su superficie un trapo mojado. Luego toma un avión y viaja a un país desarrollado (por ejemplo Inglaterra). Anda al campo, busca un abrevadero de vacunos y deja caer allí el trapo húmedo en cuestión". El resultado puede ser lo que se observó en Inglaterra, donde se inició la epidemia de fiebre aftosa desde un campo aislado, y desde allí rápidamente se extendió en forma tal, que fue necesario sacrificar cuatro millones de vacunos, cerdos y ovejas, provocando enormes pérdidas que afectaron tanto el sector agrícola, como de la industria de alimentos y a la industria del turismo. A nadie le consta que este desastre económico se haya debido a un acto deliberado, pero existe la posibilidad de que haya sido así. Desde luego, la cepa era muy virulenta y correspondía al tipo "O", que se había descubierto en la India y en el Asia, sólo unos tres años antes (La fiebre aftosa en Inglaterra). ¿Cómo podría impedirse que en un futuro cercano este virus llegara a Estados Unidos o a otro lejano país? Su efecto no sería espectacular, como fue la destrucción de las torres gemelas, pero el daño económico en el tiempo, sería aun mayor.

Así como hay virus que infectan vacunos, también existen los que infectan a los humanos. Muchos de ellos son conocidos desde hace tiempo. Otros son más recientes, como el virus Ebola, el virus Hanta o muchos otros que se han ido conociendo. Solo basta encontrar un vector adecuado que les sirva de huésped y los esparza en la población. Podrían ser los ratones de la ciudad, como también podrían ser las pulgas u otros insectos.

Más amenazante aún es la manipulación genética de microorganismos de alta toxicidad. Se pueden traspasar genes de unos a otros, transformando microbios comunes en virulentos, incrementando la virulencia de otros o armándolos con genes que los hagan resistentes a los antibióticos.

Hace ya 30 años que se llegó a firmar un convenio internacional para prohibir el uso de armas biológicas ("Biological and Toxin Weapons Convention" o BWC). Sin embargo se ha demostrado que no es operante, ya que en él no están establecidos mecanismos de control permanente de los países involucrados. Con ese objetivo se han reunido recientemente en Ginebra los representantes de los países involucrados en ese convenio, para agregarle las cláusulas que permitan que inspectores internacionales visiten todas las instalaciones disponibles en los diferentes países en que potencialmente se puedan fabricar armas biológicas. Desgraciadamente la reunión se estancó, porque Estados Unidos se opuso a las visitas inspectivas, argumentando que las compañías farmacéuticas americanas temen que ello sea una excusa para realizar espionaje industrial. Del mismo modo, el gobierno teme que las visitas a los laboratorios estatales puedan comprometer la seguridad nacional (El tratado que prohíbe armas biológicas). Con el fin de salvar este escollo y encontrar un sistema de control, los países miembros del convenio, se reunieron en Noviembre del 2001. Ojalá que las amenazas de terrorismo biológico, que ahora han sido más evidentes, permitan llegar a un acuerdo.



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