A 55 años de Hiroshima, se evalúan los daños de irradiación, mas allá del cáncer
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2001 )

Una encuesta realizada después de cincuenta años a los sobrevivientes de Hiroshima, sugiere que las dosis altas de radiación pueden producir ataques cerebrales, accidentes cardiacos y enfermedades hepáticas. La suma de todas estas patologías ha producido tantas muertes como las producidas por cáncer.

Es ya algo conocido que la enfermedad por radiación aguda, al dañar el DNA de las células, produce cáncer (Los riesgos de la radiación) .Sin embargo, la mayor parte de los investigadores dudan que exista relación entre la irradiación y otras enfermedades, debido fundamentalmente a que no se han dado explicaciones convincentes de cómo la radiación podría producirlas.

Este escepticismo parece despejarse después de los resultados de un último estudio realizado por científicos japoneses y americanos del "Radiation Effects Research Foundation in Hiroshima". Los investigadores han estado siguiendo a 82.572 sobrevivientes de la bomba atómica lanzada contra Japón en el año 1945. Allí concluyen que los que estuvieron expuestos a 1 sievert (mil veces los límites de seguridad internacional), sufrieron un 10% de más muertes debidas a enfermedades cardiovasculares y digestivas, que las personas que no estuvieron expuestas a irradiación.

En el estudio los investigadores descartaron otras causas que pudieran producir estas enfermedades, como cigarrillo o dieta. Según ellos, se habrían producido entre 140 y 280 por ataques cerebrales, accidentes cardiacos, enfermedades crónicas del hígado y otras condiciones no cancerosas. (Radiation Research, vol. 152, pág. 374).

El mecanismo más probable para explicar estas enfermedades es el daño que se produciría en el sistema inmunológico. Según Donald Pierce, miembro del equipo que realizó el estudio, 1 sievert es suficiente para matar a la mitad de las células troncales de la médula ósea. Esto dejaría más vulnerables a las infecciones a las personas irradiadas, lo que en definitiva gatillaría las enfermedades hepáticas y cardiacas.

Sin embargo, Alison Gurney de la Universidad de Strathcly en Glasgow, tiene otra explicación. Según él, la radiación dañaría las células musculares que mantienen los vasos sanguíneos dilatados. Esto elevaría la presión arterial, predisponiendo a ataques cerebrales y accidentes cardiacos.


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