El problema de los fumadores pasivos
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1999 )
Existen dudas respecto a que los fumadores pasivos tengan realmente un riesgo significativo de padecer enfermedades cardiacas. Muchos de los resultados de investigaciones recientes se cuestionan. Diversos científicos afirman que se necesitan investigaciones mas acuciosas.
En un reciente estudio publicado en el New England Journal of Medicine (vol. 340, 1999, pág. 920) se concluye que los fumadores pasivos también tienen un elevado riesgo de afecciones cardiacas. Según los investigadores de la Universidad de Tulane en New Orleans, el exponerse a un ambiente de humo de cigarrillo, incrementa en un 25% el riesgo de enfermedades coronarias cardiacas. Lo curioso es que en la misma revista el editor John Bailar, de la Universidad de Chicago, critica duramente esta investigación y afirma que un incremento del riesgo de esa magnitud por el sólo hecho de estar expuesto a un ambiente de humo, no es plausible.
El desacuerdo frente a este tipo de trabajos, se viene arrastrando hace mucho tiempo y no llama tanto la atención. Las industrias tabaqueras los critican duramente, y afirman que obedecen a una campaña antitabaco. Pero aparte de ellas, también muchos respetados científicos están en desacuerdo y son muy críticos respecto a las metodologías y análisis de resultados de esas investigaciones. Simplemente no creen en los mayores riesgos que se dan para los fumadores pasivos.
Investigadores como Richard Doll de la Universidad de Oxford, una de las autoridades mundiales en cigarrillo y salud, admite que estar en un ambiente de humo, no está claro que signifique un riesgo. Sin embargo, afirma que parece prudente evitar la exposición al humo, especialmente si la persona ya ha tenido síntomas de enfermedades coronarias.
Según señalan algunos investigadores, es muy difícil atribuir sólo al humo el incremento de riesgo, ya que puede haber simultáneamente muchas otras causales condicionantes. ¿Cómo puede medirse cuán significativos son otros factores, como la dieta, la genética o el ejercicio, si no se conocen los valores máximos permitidos de humo de un fumador pasivo?
Los autores del trabajo en cuestión, publicado en el New England Journal of Medicine, son Jeang He y sus colegas de la Universidad de Tulane. Ellos analizan en conjunto 18 trabajos internacionales aparecidos en la literatura (meta análisis), que han sido realizados por diferentes investigadores y por diferentes metodologías.
¿Entonces por qué Bailar (el editor) es tan escéptico de él? Es que él afirma que un simple cálculo lo hace dudar de ese incremento tan alto en el riesgo por parte de fumadores pasivos. La gente que fuma 20 cigarrillos diarios enfrenta un riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas que se incrementa entre un 75 a 89% en relación a los no fumadores. Por otra parte, diversos estudios sugieren que un fumador pasivo inhala alrededor de 1% del humo que inhala un fumador directo. De acuerdo a ello, el fumador pasivo debiera tener un 1% de incremento de riesgo del fumador activo. Es decir, un 0.75% del porcentaje dado por el trabajo de He y colaboradores. Pero estos señalan que el riesgo es del 25%, lo que no concuerda.
Estas grandes discrepancias han dividido a los científicos en dos campos. Por una parte, aquellos que creen que en los fumadores pasivos hay un incremento no lineal del riesgo. Por otra, aquellos que como Bailar, sospechan que hay un gran bluff en todo esto, y que las metodologías usadas para evaluar los riesgos de los fumadores pasivos, en un anhelo exagerado de cuestionar el hábito de fumar, no se analizan con la suficiente acuciosidad.
Bailar afirma que él no está acusando de fraude a Jeang He y sus colaboradores. Aun acepta que esos 18 trabajos sumados y analizados en conjunto den esas tan altas cifras de riesgos. Lo que le preocupa es cómo estos meta-análisis pueden detectar riesgos tan pequeños, asumiendo que los fumadores pasivos absorben el 1% del humo de los fumadores reales. Sugiere que hay muchas formas en que el meta-análisis puede dar resultados espurios partiendo desde la selección de los trabajos publicados, la que está afectada por la tendencia de los investigadores a publicar sólo los trabajos en que encuentran un alto riesgo. Si el trabajo no da diferencia, o si ésta es pequeña, no lo publican, quedando así una selección sesgada de trabajos que presentan sólo altos riesgos. A ello hay que agregar que muchos fumadores responden los cuestionarios de los investigadores diciendo que ellos no han fumado nunca, siendo en realidad fumadores, lo que altera totalmente la estadística.
Pero son las cifras que da He y colaboradores las que más preocupan a Bailar. ¿Cómo es posible, recibiendo el fumador pasivo una cantidad tan diluida de humo, tenga un porcentaje tan alto de riesgo de enfermedades coronarias en relación a los que fuman activamente?
Sin embargo, Malcon Law, del Wolfson Institute of Preventive Medicine en Londres, respalda los resultados de He llegando a conclusiones semejantes en una publicación reciente (British Medical Journal, vol. 351, 1999, pág. 973). Según anota Law, si se compara un fumador que fuma cinco cigarrillos diarios con uno que fuma 20, el aumento en el riesgo no es lineal (ver gráfico). Los fumadores livianos, incrementan el riesgo de enfermedades cardiacas en un 40%. Los que fuman cuatro veces más, sólo doblan el riesgo. Por esto dice Low, no nos debemos sorprender de lo encontrado por He.
Con todo, haciendo fe en los hallazgos de He, hay que buscar las posibles razones o mecanismos que permitan explicar por qué una cantidad tan pequeña de humo puede significar tanto riesgo. Esta podría ser, según Doll, debido a la agregación de las plaquetas.
Estas se juntan en cualquier circunstancia en que un vaso sanguíneo sea dañado, ya que las plaquetas son parte de los mecanismos de reparación del organismo. Pequeños incrementos en la agregación de las plaquetas, podrían en esta forma explicar el elevado riesgo de enfermedades cardiacas. Algunos investigadores sugieren que los fumadores pasivos pueden desarrollar una potenciación de la agregación, lo que explicaría esa cifra de riesgo (Circulación, vol 83, 1999, pág. 38).
"Sin embargo esta explicación no parece muy clara, dado que los fumadores activos también estarían sometidos al mismo proceso de agregación plaquetaria", dice Robert Nilsson, un experto en toxicología celular de la Universidad de Estocolmo.
También se han dado otras razones, desde daños celulares a incrementos del colesterol, pero ninguna de ellas parece lo suficientemente contundente. Por ahora sólo se podría decir que el fumador pasivo podría estar sometido a mayor riesgo de enfermedades cardiacas, pero que los hallazgos no son seguros. En el futuro, este tendría que ser evaluado más rigurosamente.