Se aclara la causa de la obesidad en forma de manzana
( Publicado en Revista Creces, Abril 2002 )

Los obesos que acumulan grasas en torno a su cintura tienen gran propensión a contraer enfermedades cardiacas y diabetes. Ahora parece conocerse cual es la causa, con lo que se hace muy probable que pronto se llegue a un tratamiento y prevención de este trastorno.

Según donde se acumule la grasa en el organismo se produce un cambio en la anatomía humana, cuya forma se ha asociado a dos frutas: obesidad en forma de manzana u obesidad en forma de pera. Los personas que acumulan grasa en su cintura, se dice que toman la forma de manzana, mientras que las que acumulan las grasas en sus caderas, toman la forma de pera. Estos dos diferentes tipos anatómicos de obesidad, ya aparecen descritos en los textos de medicina, porque según afirman las estadísticas, los primeros son más propensos a enfermedades relacionadas con la obesidad, como son la hipertensión, las enfermedades cardiacas y la diabetes. Por décadas, los médicos ya habían observado esta conexión, pero nadie tenía una explicación clara para ello.

Ahora investigadores del Beth Deacones Medical Center en Boston, parecen haber encontrado la razón. Culpan al incremento de una enzima, que contribuye a reciclar la cortisona, una hormona esteroidal. (Science, vol 294, Diciembre 7, 2001, pág. 2166).

Jeffrei Flier y sus colaboradores, utilizando delicadas técnicas de ingeniería genética, consiguieron que ratas sobre expresaran el gene que codifica esa enzima, pero sólo en sus células grasas. Al poco tiempo ellos comenzaron a ver que las ratas acumulaban grasa en la misma forma que las personas que presentaban una obesidad tipo manzana: comían más que las ratas normales y aumentaban desproporcionadamente el depósito de grasa en su cintura. Cuando estas mismas llegaron a la edad adulta, desarrollaron síntomas bioquímicos de enfermedades cardiacas y diabetes. Los autores, muy entusiasmados con estos resultados, piensan que se podría bloquear esta enzima en humanos, y controlar así este tipo de obesidad, previniendo sus consecuencias clínicas.

"Esta es la primera prueba que demuestra que basta manipular la conversión del esteroide sólo en las células grasas, para que se eliminen estas anomalías", señala Stephen O´Rahilly del Hospital Addenbrooke en Cambridge, Inglaterra. "Me gustaría que hicieran el experimento en mí mismo", señaló mostrando su abdomen.

La idea de realizar esta experiencia provino de la observación de enfermos que padecían el síndrome de Cushing. El se debe a un exceso de cortisol en su sangre, y sus síntomas son de gran obesidad y diabetes. Durante mucho tiempo los endocrinólogos habían estado asociando este tipo de obesidad al síndrome de Cushing, y pensaban que ella sería una forma más leve del síndrome de Cushing. Según esto, los obesos deberían tener niveles sanguíneos más altos de cortisol, cosa que no se había podido demostrar, por lo que se olvidó la hipótesis.

La teoría fue resucitada más tarde por Paul Steward de la Universidad de Birmingham en Inglaterra, cuando encontró que estos enfermos, con este tipo de obesidad, tenían bolsones de gran actividad de cortisol. El equipo que trabajó con Steward, comparó los niveles de producción de cortisol en dos tipos de grasas, en muestras tomadas a 16 pacientes que fueron intervenidos quirúrgicamente. Una muestra fue tomada bajo la piel y la otra en el tejido adiposo del abdomen. En esta última muestra encontraron una elevada actividad de la enzima llamada 11 beta hidroxiesteroid dehidrogenasa tipo 1 (11 beta HSD-1), cuya función es generar cortisol activo, a partir de su forma inactiva, cortisona. En las muestras que tomó de la piel, esta actividad era normal.

Flier leyó este trabajo que se publicó en "Lancet" en el año 1997, y agregó la idea al vuelo. "Podemos hacer una laucha que sobreexprese la enzima, pero sólo en las células grasas, y ver si ella reproduce este tipo de obesidad", pensó Flier. De este modo, mediante técnicas de ingeniería genética, consiguió ratas que en sus células grasas tenían entre un 15 a un 30% más de actividad de la enzima, aun cuando los niveles sanguíneos de la hormona eran normales. Los animales rápidamente desarrollaron diabetes e hipertensión. Comenzaron a comer en exceso y acumularon grasas en torno a su cintura.

Muy pronto los hallazgos en las ratas se han ido confirmando con observaciones clínicas realizadas en humanos. Investigadores del Merck Research Laboratories en New Jersey encontraron que una clase de droga antidiabética, actualmente en el mercado, suprime los niveles de 11 beta HSD-1 en las células grasas. Por otra parte, Eva Rask del hospital de la Universidad Umea en Edinburgo, encontró que los hombres obesos presentan niveles de actividad de 11beta HSD-1 más elevados que los hombres delgados.

Con todo esto, ahora Flier y O´Rahilly están buscando la droga apropiada que inhiba la actividad de esta enzima, ya que ella podría ser usada para tratar la obesidad. Si la encuentran, sería un gran avance y alivio para los gordos en forma de manzana.


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