Nuestra salud y los cambios ambientales
( Publicado en Revista Creces, Marzo 1999 )
Con los cambios del clima y la disminución de la capa de ozono, que ya son hechos de la vida, tenemos que enfrentar un futuro de calor, huracanes y daños de la luz. Ya esta absolutamente claro que tendremos que pagar por el daño en la moneda que más nos cuesta: "nuestra salud".
A veces tenemos la sensación de que el ambiente se está deteriorando ante nuestros ojos. Actualmente con los informes de los cambios climáticos, la disminución del ozono, la reducción de la biodiversidad y los cambios generalizados de la tierra, como es la reforestación, tenemos que convencernos de que estamos pasando de la etapa de las teorías a la etapa de cambios reales, que no podemos desconocer. El proceso ya ha comenzado, pero ¿cuán preparados estamos para adaptarnos a él?.
Los cambios globales son tan grandes y tan extensos, que es imposible que no nos afecten. La disminución del ozono y los cambios climáticos son los que, obviamente, van a tener un mayor impacto en nuestra salud (fig. 1). Por lo menos se conoce bien el impacto de la fuerte radiación solar sobre la piel, lo que nos permite imaginarnos los escenarios futuros con bastante certeza. Pero los impactos indirectos, como por ejemplo el que se podría producir en una variedad de enfermedades infecciosas, es algo mucho más complejo y difícil de evaluar.
El peligro de asolearse pérdidas en la estratósfera
La merma del ozono en las capas altas de la atmósfera ha sido el cambio ambiental más estudiado. La capa de ozono (trioxígeno u O3) formada por la acción de la luz solar sobre el oxigeno molecular (O2) en la estratósfera, se ha estado adelgazando por la exposición a químicos que se usan en la industria. Además de los polos, la disminución global del ozono en los últimos veinte años se ha estimado alrededor del 4% por cada década. Aunque parezca que la cifra es baja es muy serio, porque la capa de ozono nos protege de la sobreexposición a los rayos ultravioleta (UV) del sol.
El espectro UV se divide en tres bandas. UV-C (200 a 280 nanómetros) es la más energética y dañina, seguida por la UV-B (280 a 320 nanómetros) y la UV-A (320 a 400 nanómetros). En la atmósfera, el oxigeno absorbe las radiaciones UV a una longitud de onda bajo 242 nanómetros, mientras que el ozono absorbe principalmente entre 200 y 290 nanómetros.
De esta forma, el oxigeno y el ozono protegen a las moléculas dentro de los organismo vivos (incluyendo a los humanos) para que no absorban demasiadas UV. Ello es una función vital, ya que la transferencia de energía que resulta tiene dramáticos efectos biológicos. Basta señalar que la industria usa UV-C para matar microorganismos en los equipos como también para esterilizar los alimentos.
Afortunadamente los UV-C son normalmente absorbidos por la capa de ozono y por lo tanto no llegan a la superficie de la Tierra. Por el contrario, los UV-B son poco afectados por la capa de ozono. Pero los que pasan son suficientes para quemar nuestra piel y nuestros ojos (fig. 2).
El color de la piel es un elemento fundamental por el daño que pueda sufrir. La piel oscura es rica en un pigmento llamado "melanina" que actúa como un bloqueador natural del sol al absorber los UV. Es por ello que quienes poseen este tipo de piel tienen una menor incidencia de problemas cutáneos relacionados con la luz solar.
Las personas de piel blanca son menos afortunadas. Las radiaciones UV-B, contribuyen a darle un tono bronceado, pero también causan quemaduras, inflamaciones y otros efectos fotobiológicos. Estos incluyen daños de las moléculas de DNA, y producen mutaciones y alteraciones de las proteínas en sus estructuras y propiedades enzimáticas.
Los UV-A, que producen el bronceo o pequeñas inflamaciones, son menos peligrosos. Sin embargo, por su exposición a ellos durante muchos años, también llegan a serlo.
La piel, aunque sólo tiene 3 milímetros de grosor, está constituida por una estructura compleja, que incluye una capa superficial de células epiteliales y un tejido conectivo de soporte. La mayor parte del daño de los
UV se produce en el tejido conectivo, que se arruga. A los 30 años, prácticamente todos tenemos un cierto grado de daño de la piel de la cara (La dieta y la hipertensión).
En las primeras etapas, la piel se hace finamente quebradiza y pierde su elasticidad. Eventualmente, la piel no protegida de la irradiación solar, se engrosa e hincha, como se observa en las personas viejas en los países cálidos. Las investigaciones sugieren que ello es debido a que las células que producen las fibras de tejido conectivo (fibroblastos dérmicos) se dañan por UV y producen fibras anormales, que son más finas y enmarañadas. Estos fibroblastos están tan cerca de la superficie del cuerpo, que están expuestos al 50% de la luz solar que alcanza la superficie de la piel.
Bajo nuestra piel consecuencias de los UV
La consecuencia más seria de la exposición a los UV es el cáncer que en la piel constituyen los tumores más frecuentes de los seres humanos. Este aparece después de muchos años de alta exposición a UV, que en función del tiempo llega a producir mutaciones que se acumulan gradualmente dentro de la célula hasta resultar en un tumor. El Programa Ambiental de Naciones Unidas estima que cada año en el mundo se producen 2.2 millones de cánceres de la piel. Solo en Inglaterra, durante el último año, se produjeron 40.000 nuevos casos y al analizar estadísticas de años anteriores, parecen indicar que esta cifra se está duplicando cada 10 años.
Las investigaciones sugieren que por cada 1% que disminuye el ozono estratosférico, los tumores de la piel se incrementan en un 5%. Para los niños, el cuadro puede ser más grave. Algunas estimaciones predicen que el riesgo en que incurren a lo largo de la vida puede ser de 10 a 16% más alto, por la decreción de ozono que se ha producido.
Hay tres tipos de tumores de la piel. "El carcinoma de células basales", también conocido como la úlcera de roedores por la forma en que va alterando los tejidos. Este cáncer difícilmente se extiende a otras partes del cuerpo, por lo que en general basta con su remoción quirúrgica. "El carcinoma de células espumosas", puede extenderse a los nódulos linfáticos, y por lo tanto requiere de radioterapia. El más peligroso de los tumores de la piel es "el melanoma maligno", que ocurre cuando los "melanocitos" (las células productoras de melanina) mutan y comienzan a dividirse fuera de control, formando manchas oscuras irregulares los melanocitos afectados, tienen tendencia, en una etapa temprana, a extenderse por todas partes del organismo, por lo que muchos de los melanomas son incurables y fatales. En los últimos 40 años se ha observado en muchos países un aumento de los melanomas en las poblaciones blancas. Ello especialmente en Inglaterra, Australia y Estados Unidos.
Otro efecto de la reducción de ozono en la piel se produce en las células del sistema inmune. Ellas, normalmente procesan el material extraño y organizan las respuestas destinadas a evitar la entrada de intrusos, como son las bacterias y los virus. Algunas investigaciones americanas indican que la excesiva exposición a los UV, llega a alterar las funciones de barrera de la piel, porque sus células se lesionan, lo que hace a ésta más vulnerable a las enfermedades infecciosas, especialmente en condiciones de hacinamiento y suciedad.
Nuestros ojos están constantemente absorbiendo luz, y también son altamente vulnerables a los UV, y algunas veces con consecuencias muy serias (fig. 2). Así por ejemplo, las células pigmentadas oculares, que normalmente constituyen elementos de protección para nuestra vista, reduciendo la luz reflectada en el interior del ojo, pueden alterar su función cuando se exponen a una excesiva cantidad de UV. De esto pueden resultar melanomas del ojo, ceguera y aun muerte.
Todavía más importante, desde una perspectiva de salud mundial, es el efecto de la UV en el lente del ojo. Porque las proteínas del lente se reemplazan en forma muy lenta, tienen una gran tendencia a acumular daños. En función del tiempo, la posición especial de ellas, que permite la transparencia del lente, se va perdiendo llegando una visión nublada, formando así una "catarata", que es la causa más frecuente de ceguera predecible.
Aun cuando las cataratas se pueden curar por cirugía, muchas personas en los países pobres no tienen acceso a estas tecnologías. La escala de este problema potencial es enorme: la Organización Mundial de la Salud estima que por lo menos tres millones de casos de cataratas anuales son debidos a la exposición de los UV, y algunos sugieren que por cada 10% de reducción del ozono estratosférico, se producen 1.75 millones de nuevos casos de catarata al año.
La disminución del ozono, también afecta indirectamente la salud, causando daños que son más difíciles de cuantificar, pero que pueden ser igualmente serios. Muchos animales y plantas son susceptibles al efecto nocivo de los UV, por lo que el aumento de ellos, puede afectar la cadena alimentaria. El "fitoplancton", las pequeñas plantitas que viven cerca de la superficie del mar buscando la luz para la fotosíntesis, son especialmente vulnerables a los daños producidos por UV. Desgraciadamente ellas están al final de la cadena alimentaria oceánica, y son ellas las que soportan casi todas las otras formas de vida en el mar. El fitoplancton afectado, parece incapaz de moverse o reproducirse normalmente. Su daño afecta durante las primeras etapas del desarrollo a los peces, los camarones y a otros organismos relativamente grandes, ya que durante esta etapa dependen de este alimento. Esto en definitiva altera la ecología marina, ya que finalmente también termina afectando los recursos marinos que necesita el hombre como alimento (fig. 3).
Las cosechas y el ganado también sufrirán inevitablemente. Algunas investigaciones muestran que las cosechas de plantas, como la soya, arvejas y porotos pueden disminuir hasta un cuarto cuando la UV-B contenida en la luz incidente se eleva en un 25%. Si bien la piel del ganado está protegida por una gruesa capa de pelo, no así sus ojos, en los que se producen irritaciones corneales (ojo rojo), cataratas y cáncer. En todo caso, el pronóstico sobre la disponibilidad alimentaria es muy difícil de calcular.
La rápida expansión de la población mundial incrementa el problema: si se pretende que millones de personas no sufran de desnutrición tenemos que ser muy cuidadosos en el cuidado de la disponibilidad de alimentos. La malnutrición no sólo es la primera etapa de la desnutrición, sino que también en ella se incrementa la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas, lo que a su vez disminuye la eficiencia con que los adultos puedan sustentar la mantención de sus familias.
El cambio climático aumenta la temperatura
El otro problema son los cambios climáticos debidos al calentamiento global. Los efectos del calentamiento global (El efecto invernadero) sabemos que son esenciales para la vida en la Tierra. Pero ahora los modelos climáticos sugieren que nuestra atmósfera planetaria se está calentando más rápidamente de lo esperado, de acuerdo al ritmo que venía sucediendo desde la edad de los hielos. Ello debido al incremento del CO2 y otros gases invernaderos producidos por la actividad humana. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), organismo que monitorea el fenómeno desde 1988, predice que para el año 2100 la temperatura promedio de la Tierra se elevaría en 3,5° C. Los efectos directos de este calentamiento global serian muy amplios. Así por ejemplo, serian más frecuentes e intensas las ondas de calor. Se sabe que las ondas de calor producen incrementos en las tasas de mortalidad. En 1996 en un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, este organismo concluyó que los incrementos que se producen a consecuencia de las ondas de calor son sólo una fracción de las muertes que realmente ocurren y se relacionan con él. Ello debido a que después de las ondas de calor, se afectan personas que sufren de trastornos como fallas circulatorias o respiratorias, que más tarde van a morir de infartos o ataques cardíacos.
Pero un estudio hecho en 1998, por la London School of Hygiene and Tropical Medicine, pinta un cuadro más siniestro. Examinando las ondas de calor del verano de los años 1976 y 1995, los investigadores predicen que para el año 2050 estas ondas de calor aumentarían cincuenta veces. El estudio también señala que durante esas ondas que afectaron a Inglaterra, la mayor parte de las muertes ocurrió en Londres, porque allí la temperatura fue más alta, lo que se sumó a la elevada contaminación ambiental.
Esto, proyectado hacia el futuro, hace pensar que en las grandes agrupaciones urbanas seria donde se producirían los peores efectos, especialmente en personas en riesgo, como viejos, enfermos, los pobres y los lactantes (figura 4).
Otro efecto que se sumaria en las ciudades, seria la alta concentración de esporas, hongos y alergenos del aire, la que haría el ambiente aún más insalubre.
También podrían incrementarse las condiciones climáticas extremas, como tormentas, huracanes e inundaciones, que además serian de mucha mayor intensidad y fuerza. Basta recordar lo sucedido recientemente en América Central o Bangladesh, donde murieron cientos de miles de personas.
Humedad, suciedad y enfermedad
Las grandes tormentas no solo producirán muertes, sino también grandes pérdidas financieras, pues van a obligar a utilizar recursos para repararlas, en desmedro de lo que debe gastarse en salud pública. También la agricultura va a sufrir por las inundaciones y los vientos y muchas personas van a perder sus hogares y enseres, llegando a condiciones caóticas, que se sabe terminan incrementando las enfermedades y las muertes. Pero los efectos indirectos del calentamiento global, pueden ser peores. Estos van desde la elevación del nivel de los océanos, a la extensión de algunas enfermedades infecciosas, la disminución de la productividad agrícola y el abastecimiento de agua.
El calentamiento global está causando un derretimiento de los casquetes de hielo polar, lo que causara una expansión del agua de mar. Con ello se elevarán los niveles de agua.
En el escenario peor, el derretimiento de la Antártida podría hacer subir cinco metros el nivel de éste. Se estima, con todo, que dada la situación de la población actual, una elevación de sólo medio metro, doblaría el número de personas que sufriría inundaciones, subiéndose esta cifra a 92 millones. Una elevación mayor, obviamente seria desastroso para países como Bangladesh, Egipto, Holanda y Bélgica, y en general para todas las islas de baja altura.
Pero el peor problema no es el cambio en el nivel del mar, que se predice que ocurriría lentamente, a razón de 1 a 2 centímetros por año durante varios siglos, sino el desplazamiento de gente que ello produciría. Los grandes desplazamientos de personas siempre llevan a problemas sociales, como hacinamientos y guerras, lo que a su vez significan, daños, stress, enfermedades y hambre. También se afectaría la higiene pública, ya que se dañarían los alcantarillados y el tratamiento de las aguas.
El calentamiento también favorece a los vectores de muchas enfermedades que ahora están confinadas a los trópicos. No solo aumentaría la extensión de los vectores, sino que también se acortarían los periodos de incubación de las enfermedades.
La malaria seria el primer candidato. En 1996, la Organización Mundial de la Salud estimó que, directa o indirectamente, ésta contribuye especialmente en los países del sur del Sahara en Africa, a la muerte de 1 a 3 millones de personas cada año. La malaria se incrementaría, ya que tanto el parásito como el mosquito "Anopheles", que trasmiten la enfermedad, son sensibles a pequeños cambios en la temperatura: se estima que el calentamiento de 3,5° C, no sólo doblaría la población de mosquitos en las zonas tropicales, sino que aumentaría cientos de veces en regiones ahora temperadas. También son mosquitos los que trasmiten la "fiebre dengue", una enfermedad dolorosa y debilitante, como también las formas más graves de dengue hemorrágico. Durante los Ultimos 30 años, el dengue se ha extendido peligrosamente, y en la actualidad dos quintos de la población mundial está en riesgo.
Otra enfermedad que extendería su rango es la "schistosomiasis", que se transmite por un pequeño gusano y que actualmente infecta a 200 millones de personas en el mundo, y mata a más de 250.000 personas cada año. En fin, hay una larga lista de patógenos que afectan a humanos, animales y plantas, y que pueden aumentar en número y además extenderse hacia el sur y el norte si aumenta la temperatura por el calentamiento climático. Una posibilidad que preocupa es que la población que no ha estado expuesta a estas enfermedades, pueda ser más susceptible a ellas. Si bien es cierto que la Malaria hasta la década del `60, era endémica en Europa y también hasta 1940, endémica en los Estados Unidos, la población más al norte no ha estado expuesta a ella por siglos.
También, como consecuencia del calentamiento global, otros grandes cambios pueden producirse. Muchos efectos en la salud pueden ser locales, pero la exportación de alimentos también puede disminuir, produciendo escasez de ellos. Algunas áreas se podrían beneficiar con estaciones más largas, pero algunas cosechas también se podrían afectar por el stress del calor o disminución de las lluvias. Por otra parte, las plantas sometidas al stress del calor, son más susceptibles a las enfermedades.
Un estudio del US Environmental Protection Agency, señala que las principales disminuciones de la agricultura se producirían en los países en desarrollo, donde precisamente la población está aumentando más rápidamente. Si estos dos factores van unidos, podría aumentar en un 50% el número de personas en riesgo de hambre, poniéndolas en peligro de daños físicos e intelectuales.
Los cambios en el abastecimiento de agua pueden ser muchos. Algunas áreas pueden tener menos lluvias, disminuyendo el suministro, o las aguas potables podrían contaminarse con agua de mar. Estas llevan no sólo sales, sino también el "Vibrio cholerae", la bacteria responsable del cólera que se refugia en el fitoplancton. Se estima que el fitoplancton aumentaría en las aguas más calientes de la costa y estuarios, con la que aparecerían nuevas epidemias de cólera.
Frente a este futuro tan alarmante del que ya se pueden hacer tantas predicciones, también se puede hacer mucho para prevenir que suceda (ver recuadro 2). Está claro que muchas acciones se pueden implementar individualmente, pero también es vital proteger en general la salud humana, para lo que se requiere de la cooperación global. Lo que es más trágico, es que los habitantes de los países pobres, que están precisamente en las zonas más cálidas, serán las mayores víctimas de los cambios globales, de los cuales ellos no son los causantes.
LUCHANDO PARA DEFENDERSE
El mantener intacto lo que queda de la capa de ozono ha pasado a ser la primera prioridad internacional. Es así como en el Protocolo de Montreal se obligó a suspender el uso de sustancias químicas que causan su disminución. Pero mientras tanto, se deben tomar precauciones individuales contra el exceso de radiaciones UV.
Un arma universal en esta batalla diaria es el uso de lentes contra el sol, que pueden cortar efectivamente un amplio rango de los UV. ¿Pero qué hacer con la piel? Las personas con piel oscura tienen una protección natural contra los UV, y por ello pueden permanecer más tiempo bajo los rayos solares sin sufrir daño. Las personas, en cambio, que poseen pieles pálidas necesitan de bloqueadores solares que tienen el mismo efecto. Hay evidencias de que las quemaduras solares en los niños aumentan el riesgo tardío de producir melanomas malignos, por lo que ellos deben especialmente protegerse con estos bloqueadores.
Pero escoja su producto cuidadosamente. Por el hecho de que los efectos de los UV-B son más obvios, recientemente los manufacturadores de bloqueadores solares han estado haciendo énfasis en éstas. Pero uno de los problemas que ofrecen los bloqueadores solares es que no indican protección contra los UV-A. Esta es una seria omisión, porque creen que el daño de los UV-B puede separarse de los UV-A inocuos, que producen el tostado. Ello no tiene fundamento.
La mejor protección de los UV-A son los bloqueadores que contienen compuestos reflexivos, como el dióxido de titanio. Muchos fabricantes también ahora indican protección UV-A. Algunos insisten en la protección balanceada de UV-A y UV-B, mientras pocos indican mayor protección contra los UV-B, que UV-A.
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LA NECESIDAD DE ADAPTARSE Y EL DESEO DE SOBREVIVIR
¿Qué podemos hacer frente al calentamiento global? En la reunión de la Cumbre de Río de Janeiro, en 1992, y más tarde la reunión de Tokio de la Conferencia del "Climate Global Conference", se trataba de mitigar el problema, controlando la emisión de gases invernaderos. Los países desarrollados están dispuestos a considerar este curso de acción. Sin embargo, el autor del libro "Global Burden of Disease Study", calcula que la producción de gases invernadero de los países subdesarrollados entre 1990 y el 2030, aumentarán su producción en cuatro veces, siendo para entonces los responsables por la emisión de más del 60% de estos gases.
Disminuir la emisión es una cosa, pero ¿qué hacer mientras esto sucede? Una aproximación adaptativa al cambio climático fue sugerida por el American Council on Science and Health en su reporte de 1997 (Global Climate and Human Health). Si el calentamiento global se va a producir tan lentamente como se predice, entonces habría varias décadas para planificar una respuesta sensible y coordinada.
Las medidas de adaptación general incluyen el asegurarse que los países tengan una adecuada alimentación y agua de beber limpia, junto con programas para controlar las enfermedades infecciosas, además de cuidados médicos, obstétricos y de protección infantil e inmunizaciones, como también programas para responder a las emergencias, como por ejemplo los huracanes.
Este enfoque puede aplicarse a muchos de los efectos directos e indirectos del cambio climático. Las ciudades cuya localización las hace más vulnerables a las ondas de calor, pueden reducir el aumento de temperatura instalando aislantes en los edificios, usando material reflectivo en los techos, caminos y estacionamientos, y plantando árboles. Se necesita también una campaña de educación pública para ayudar a las personas de mayor riesgo y un sistema de predicción del tiempo adecuado para anunciar el tiempo muy caluroso. Y en preparación para enfrentar las tormentas y otros trastornos climáticos extremos, son fundamentales los sistemas de alarma y planes de evacuación, como también los programas de salud tendientes a impedir las epidemias o las enfermedades infecciosas posteriores.
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John Lee
(Profesor de la Universidad de Sheffield, Inglaterra)
Articulo traducido de New Scientist,
Inside Science, N 116, Diciembre 12, 1998.