La basura espacial preocupa a Naciones Unidas
( Publicado en Revista Creces, Abril 2003 )

Después de décadas que se ha ido acumulando la basura en el espacio, ahora son la Naciones Unidas las que se preocupan de los riesgos de choques de estas basuras, con satélites y naves espaciales. Por ello es que han redactado un manual de "guías", pidiendo a los miembros de las Naciones que traten de limitar los desperdicios que dejan en el espacio.

Aun cuando las recomendaciones son voluntarias, ellas representan el primer acuerdo internacional para enfrentar el problema. "Este es un paso muy importante", dice Walter Flury de la Agencia Espacial Europea y encargado del programa de Protección del Espacio.

Hasta ahora los países no parecen haberse preocupado de la cantidad de basura que dejan en el espacio. Desde que se lanzó el primer satélite (Sputnik) en el año 1957, se han completado 4.500 cohetes con satélites, y cada uno ha generado su propia dosis de basura, por lo que en la actualidad hay millones de piezas y restos de satélites orbitando alrededor de la Tierra. Se estima que más de 10.000 trozos que miden 10 centímetros de largo o más, que pueden producir serios daños al chocar con un satélite o una nave.

"Durante los primeros años de lanzamientos, ello no fue considerado como un problema importante, ya que era sólo un pequeño agregado al polvo y a las rocas que ya estaban desde antes girando en el espacio", dice Richard Tremayne-Smith, delegado británico al comité de NU. Pero ahora está claro que cualquier basura constituye un serio riesgo. Hasta se ha pensado que el accidente del Columbia habría sido debido al choque con algún resto espacial, que habría causado su desintegración catastrófica. Ya en 1997 NASA ha afirmado que incluso trozos de unos pocos milímetros pueden ser fatales. Si no se toman medidas ahora, los restos se incrementaran en forma exponencial y el riesgo puede quedar fuera de control en un futuro próximo.

Pretender limpiar lo que ya hay en órbita, es muy difícil y además caro, pero sería relativamente fácil controlar lo que se haga con futuros lanzamientos. De allí la importancia de estas normas que está enviando a los distintos países la oficina de Naciones Unidas.

Las más peligrosas, son partes de estanques de cohetes, que explotan después de ser desechados. Las guías aconsejan dar salida fácil a los restos de combustibles de los estanques para minimizar los riesgos de explosión. Otra recomendación es desplazar los satélites que han quedado fuera de servicio a "órbitas de basura", de modo que los restos no interfieran con los que quedan en función. En la actualidad esto sucede sólo en un tercio de los casos. El resto es dejado en su órbita, o en órbitas que pueden chocar con satélites activos.

El otro 10% de los restos son tornillos que se pierden, cobertores de lentes y otros objetos liberados deliberadamente por las naves espaciales o satélites durante sus misiones. Las guías recomiendan que en lugar de botar estos restos, deberían dejarlos unidos con bisagras o amarrarlos.

Tramayne-Smith cree que estas recomendaciones son el primer paso para resolver el problema de la basura espacial. El segundo paso debería completar el primero, haciendo que de las recomendaciones se pase a los compromisos. Pero en este sentido, aun no hay un plan.


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