Si no se puede dejar de fumar, cambiemos el cigarrillo
No se puede negar que las campañas contra el cigarrillo han producido impacto, pero no han logrado erradicar el hábito, ni tampoco disminuir significativamente las consecuencias, siendo aún muy altas las muertes producidas por el hábito de fumar. Tal vez ha llegado la hora de agregar otra estrategia. Frente a la imposibilidad de dejar el hábito, debieran desarrollarse esfuerzos para que el cigarrillo no fuera tan dañino.
Recientemente el Royal College of Physicians de Londres, afirmó que para disminuir los riesgos de cáncer y problemas cardiacos en los adictos a la nicotina, debieran fabricarse cigarrillos más sanos. Afirman que para ello se requiere de una regulación especial.
“Debiera existir una regulación para asegurarse que los sistemas de distribución de nicotina puedan ser tan seguros, como la distribución de cualquier otra droga", señaló John Britton, Director del Comité del Colegio. El gobierno debiera incentivar la fabricación de cigarrillos menos tóxicos. Se sabe que las compañías tabacaleras han estado trabajando en este sentido por varios años y que en la actualidad ya han inscrito 58 patentes de técnicas destinadas a disminuir las sustancias tóxicas del humo (Creces, Agosto 1999, pág. 10). Sin embargo, hasta ahora no parecen tener interés en implementarlas, ya que al hacerlo estarían aceptando que el cigarrillo es dañino. En este sentido, una iniciativa de parte del Estado podría incentivar su implementación por parte de las empresas.
Pero el problema tiene dos caras. Los que están liderando las campañas contra el cigarrillo creen que el hecho de fabricar cigarrillos más sanos incentivaría el hábito de fumar. Ellos parten de la base que no es posible fabricar un cigarrillo enteramente sano.