Las plantas transgénicas y los activistas
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1999 )

Los avances de la biotecnología ya han hecho posible introducir en las plantas genes de otras especies (plantas transgénicas), que al expresarse en la semilla receptora, se traducen en efectos beneficiosos para la producción agrícola. Con ello estas semillas adquieren nuevas y variadas cualidades que están siendo de gran utilidad tanto para el agricultor como para la comunidad en general. Así por ejemplo, se han conseguido plantas que son resistentes a los herbicidas e insecticidas. En este caso, los investigadores han traspasado a plantas, un gen que existe en una bacteria (Bacillus thuringiensis) que normalmente codifica una proteína tóxica para los insectos. Al ser transferido a una planta, ésta adquiere la propiedad de hacerse también resistente a los herbicidas, como es el caso del Round-up. Varios beneficios se obtienen con ello: mejor rendimiento en el cultivo y al mismo tiempo se economiza el costo que significa la administración de herbicidas e insecticidas, con lo que también disminuye la contaminación del suelo y del agua.

El uso de semillas transgénicas, que se comenzó a utilizar en los Estados Unidos en el año 1993, fue previamente aprobado por el Departamento de Agricultura y Protección del Medio Ambiente y por el Food and Drug Administration de Washington. Desde entonces se ha ido intensificando su uso, de modo que en la actualidad ya el 40% del maíz que se cultiva es transgénico, como también el 45% de la soya. Ello les ha permitido ahorrarse millones de kilos de pesticidas químicos, beneficiando grandemente al medio ambiente.

Recientemente se ha conseguido un arroz transgénico que acumula más hierro y que al mismo tiempo permite una mejor absorción intestinal de él. Con ello se pretende que los países asiáticos, donde el arroz es el principal alimento, superen la deficiencia de hierro que afecta a un elevado porcentaje de la población. La Deficiencia de hierro no sólo produce anemia, sino también deficiencias en el desarrollo del sistema inmunitario defensivo y disminuye la capacidad intelectual. Con la misma tecnología, se ha conseguido plantas de arroz que producen beta-caroteno, el precursor de la vitamina A. Es sabido que esta deficiencia afecta a mas de 400 millones de niños en el mundo subdesarrollado, de modo que el disponer de arroz que produzca beta-caroteno, significaría eliminar esta deficiencia que produce ceguera. Como éstas, las posibilidades que ofrece la biotecnología y la búsqueda de nuevas variedades transgénicas, son de una enorme importancia, tanto para disminuir la contaminación del agua y suelo como para prevenir las carencias nutritivas que afectan a mas de 800 millones de niños en el mundo.

Pero desgraciadamente en los últimos dos o tres años se ha ido incrementando el número de editoriales y artículos de prensa que se manifiestan contrarios al uso de las semillas transgénicas, por temor a peligros y efectos desconocidos. Ello ha estado ocurriendo especialmente en los países europeos, donde los grupos ecologistas han tenido una creciente aceptación en de los medios de comunicación. Para ello se han basado en experimentos muy mal diseñados y abiertamente criticados por expertos y científicos (Creces, Noviembre 1998, pág. 6). Pero desgraciadamente ellos no han tenido igual aceptación en los mismos medios de comunicación, haciendo oídos sordos a las opiniones y experiencias de prestigiosos investigadores de estas áreas. Con ello en algunos países, se ha llegado a inducir una verdadera histeria colectiva frente a este tipo de alimentos. Preocupa también que en nuestro medio (siempre mas atrasados) ya comiencen a aparecer iguales grupos activistas, movidos por impulsos ideológicos y emocionales sin un contenido científico serio.

Ello podría llevar a que nuestra agricultura se retrase aún más frente a estos trascendentales avances. Ya está próximo el día en que los países importadores de alimentos (Estados Unidos y Europa) comiencen a exigir la eliminación de todo tipo de herbicidas e insecticidas químicos en los productos alimenticios que compren. Para ese entonces, nosotros no estaremos preparados y mucho de nuestros productos van a ser rechazados. Después vendrán las lamentaciones, pero mientras tanto, seguramente que los activistas habrán desaparecido o estarán criticando por otras razones ideológicas, y probablemente tendrán también buena acogida por la prensa.


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