La historia de la fisostigmina
( Publicado en Revista Creces, Julio 2003 )
En África en el siglo XIX, la palabra "esere" era el terror de los criminales. Se trataba de una semilla que al tragarla producía una muerte rápida y sin dolor. Pero su efecto era sólo para los criminales. Mas tarde se aisló de esta droga justiciera su principio activo y se denomino fisostigmina.
En el siglo XIX en el Oeste de Africa, la palabra "esere" era el terror de los criminales. Era el nombre de una pequeña semilla café oscura que al ingerirse producía una muerte rápida y sin dolor. Los nativos del sud-este de Nigeria las usaban para juzgar a cualquier sospechoso de haber cometido crímenes, como asesinatos, brujerías u otros terribles hechos punibles. A los acusados se les obligaban a tragarse estas semillas que contenían un veneno mortal. Si morían, era la confirmación de que eran culpables. Si las vomitaban y sobrevivían, se consideraban inocentes. Los que sólo presentaban síntomas clínicos, pero no morían, eran más tarde vendidos como esclavos.
Tan profundo era el convencimiento de los poderes divinos del “esere", que los que se consideraban acusados por error, solicitaban ser sometidos a la prueba. Menos de la mitad de una semilla podía matar, pero su poder variaba de acuerdo a su grado de madurez. Esto lo sabían los que estaban en el poder, de modo que seleccionaban las semillas fuertes o débiles de acuerdo al veredicto que deseaban. También el “esere” se usaba en los duelos. Los adversarios dividían cuidadosamente la semilla en dos y cada uno se tragaba una mitad y observaban cual moria.
En las décadas de 1840 los exploradores y misioneros tenían gran interés en estas plantas exóticas de efectos tan especiales, que se encontraban en las colonias de Asia, Africa o América. Fue así como en ese tiempo se llevaron desde Africa a Europa las semillas de café, la corteza del árbol de chinchona de Perú, (Las Plantas y la Historia de la Humanidad) y el árbol "Strychnos nux vomica" de la India, de la cual los químicos extrajeron la cafeína, la quinina y la estricnina, en la misma forma en que hoy la industria farmacéutica busca principios activos de hierbas de la medicina tradicional. Pero en este caso, a pesar del interés en las semillas esere, no fue fácil ubicarla.
El mayor obstáculo estuvo en identificar la planta que las producía. Eventualmente el Reverendo Hope Waddell de la Misión Escocesa de Nigeria descubrió que el rey local había ordenado la destrucción total de la planta, de modo que sólo él mantenía un monopolio de unas pocas que cultivaba en su jardín para administrar justicia.
En 1855 Waddell logró apoderarse de una pocas semillas que envió al gran toxicólogo Robert Christison en Edinburgo. El las entregó al jardín botánico para su cultivo. Allí germinaron y crecieron vigorosamente, pero no produjeron flores. Fue sólo cuatro años más tarde cuando otro misionero envió una nueva muestra preservada en alcohol, a la que finalmente se le dio el nombre de "Physostigma venenosum".
Mientras tanto Christison comenzó a estudiar los efectos fisiológicos de “esere”. La técnica empleada fue muy simple y directa. Se tragó un cuarto de una semilla e inmediatamente sintió que su corazón latía menos. Por lo que especuló que la semilla mataba por parálisis del corazón. "Por la absoluta ausencia de dolor en su experiencia personal, sugirió que la droga podía ser humanamente empleada para ejecutar criminales condenados a muerte", así lo relató más tarde en 1897 Uri Lloyd, un farmacólogo norteamericano.
Luego los médicos ingleses, al igual que los jueces africanos, se dieron cuenta que sus efectos dependían de una dosis crítica, y que en pequeñas concentraciones bien se le podía dar un uso médico. Los químicos aislaron dos ingredientes activos, de los cuales el más importante era un alcaloide que denominaron "fisostigmina". Unos pocos miligramos inhibían los efectos de otro veneno letal, la belladona o atropina. Era frecuente que los niños se envenenaran con atropina cuando comían semillas de un berry mora silvestre. Ahora muchos de ellos pudieron salvarse al tratarse con fisostigmina.
También para los oftalmólogos fue útil. La atropina y la fisostigmina tenían efectos opuestos en el sistema nervioso autónomo, que controla las acciones involuntarias, como es la dilatación de la pupila. Mientras las damas usaban gotas de belladona en sus ojos para dilatar sus pupilas y verse más hermosas, los oftalmólogos aplicaban gotas de fisostigmina para contraer las pupilas durante el examen ocular.
El sistema nervioso autónomo también controla otros reflejos, la eyaculación, y por ello a la fisostigmina se le ha encontrado durante los últimos años otro uso, cual es ayudar a los hombres paralizados que desean tener hijos. Estos hombres al no responder a los estímulos sexuales, eran considerados infértiles. Pero la fisostigmina, al gatillar el reflejo, los capacita para ser padres.
Y esto no es todo. Se ha visto que la semilla tiene un importante rol en la guerra moderna, no como arma, pero si para proteger las tropas de agentes nerviosos. En 1934, Mary Walker, un asistente médico en el hospital Alfege en Londres, hizo un sorprendente descubrimiento. Walker estaba buscando una cura para una enfermedad que producía un debilitamiento muscular progresivo, llamada "miastenia gravis". Ahora sabemos que se trata de una enfermedad por auto inmunidad en la que el organismo produce anticuerpos contra los receptores del neurotransmisor "acetil colina", que hace contraerse los músculos. Los anticuerpos bloquean los receptores para la acetil colina, previniendo la contracción de los músculos.
En esa época Walker no sabía lo que pasaba, pero notó que los síntomas eran similares a los del envenenamiento por curare. Para entonces ya se reconocía a la fisostigmina como antídoto para el curare al igual que la atropina, por lo que a Walker se le ocurrió que también podía, al menos temporalmente, revertir la debilidad del paciente. Un paciente, la señorita C, era incapaz de levantarse de la cama o sujetar una taza. Pero de acuerdo a las notas de Walker, 15 minutos después de la inyección de fisostigmina, la señorita C se estaba cepillando vigorosamente el pelo con una escobilla.
Estudios posteriores mostraron que la fisostigmina se unía a enzimas que normalmente inactivaban la acetil colina libre, previniendo que la enzima desarrollara su acción y por lo tanto prolongando la acción de la acetil colina. El gas nervioso "sarín" que en marzo de 1995 fue liberado por terroristas en el subterráneo de Tokio, matando a 12 personas y afectando a miles, también se une a la enzima. La diferencia es que el sarín se une en forma permanente, produciendo un espasmo muscular y causando un daño nervioso de larga duración, mientras que la fisostigmina libera la enzima después de un corto intervalo de tiempo. Administrada en el momento correcto, la fisostigmina puede bloquear los peores efectos de agentes como sarín, sin causar ningún daño posterior.
Ahora las tropas americanas e inglesas, en los conflictos bélicos, se les provee de una nueva droga relacionada, llamada piridostigmina para protegerlos del ataque de gases nerviosos. Pero los científicos que han estado experimentando con fisostigmina en los laboratorios del Ministerio de Defensa en Inglaterra, han encontrado que esta tiene mejor efecto que la piridostigmina. Es así que en las futuras guerras los soldados llevaran a las batallas el ingrediente principal de esere.
*Basado en artículo de Laura Spinney. New Scientist Junio 28, 1003, pág. 48.