Chile líder en cobertura sanitaria
( Publicado en Revista Creces, Octubre 2003 )

Que hay detrás de las cifras Según la información entregada recientemente por los "Entes Reguladores de Agua Potable y Saneamiento de las Américas" (Aderasa), agrupación que reúne a los organismos gubernamentales del sector sanitario, en la actualidad Chile lidera el ranking sanitario en América Latina, registrando los mayores niveles de acceso de la población a agua potable, alcantarillado y tratamiento de residuos líquidos.

El porcentaje de cobertura de agua potable en toda la población urbana del país es del 99.7%, mientras que el promedio de las "capitales" de los países de América Latina es del 87%. La diferencia es aún más notable en el alcantarillado, donde la cobertura alcanza en Chile al 94%, mientras que el promedio de las capitales de América Latina es sólo del 52%. Ello significa que casi la totalidad de las familias que vive en regiones urbanas de nuestro país, dispone de agua potable en su casa y además está conectado con el servicio de alcantarillado. Cabe recordar que Chile es un país urbano, en que el 87% de la población vive en agrupaciones de más de 5000 habitantes.

Hay otras cifras que también colocan a Chile en una posición de liderazgo: poseemos los más bajos índices de mortalidad infantil y los menores índices de desnutrición. A primera vista pareciera que estas cifras no se relacionaran unas con otras, pero no es así. La mala condición sanitaria es la principal causa de los trastornos digestivos en los niños y en los adultos. Sin embargo en los primeros las consecuencias son mucho mayores. Las diarreas producidas por contaminación bacteriana y viral, son la principal causa de muerte en los menores de un año. A su vez, las diarreas a repetición agravan la desnutrición, tanto porque las malas condiciones sanitarias llegan a lesionar la mucosa intestinal, alterando la absorción de nutrientes, como también porque estos se pierden a consecuencia de la diarrea, al mismo tiempo que se incrementa el gasto calórico, por la fiebre que frecuentemente las acompaña.

En el año 1950, sólo el 52% de la población urbana de Santiago disponía de agua potable en su casa, y en el 21% de los casos, sus casas estaban conectadas a un adecuado sistema de eliminación de excretas. En ese mismo año, fallecían en Chile 5.200 lactantes menores de un año por diarrea, deshidratación aguda y desnutrición. Ello coincidía con los mayores índices de mortalidad infantil de la Región (110 por cada mil nacidos vivos). Del mismo modo, el 45% de los niños menores de seis años tenía algún grado de desnutrición. Hoy en día las cifras son muy diferentes. En el año 2001, fallecieron en el país, sólo 12 lactantes menores de un año a causa de diarrea aguda. La mortalidad infantil fue de 10 por cada mil nacidos vivos, y el porcentaje de niños menores de 6 años con algún grado de desnutrición fue sólo del 2.9%.

Tal vez un dato más objetivo nos demuestra la importancia del saneamiento ambiental. Hace diez años, una epidemia de cólera que comenzó en Perú, azotó a todos los países de la región. En Perú se presentaron 450 mil casos. En Bolivia, 250 mil, en Argentina 320 mil. En Chile hubo sólo 60 casos, y casi todos ellos en localidades limítrofes con Perú y Bolivia. Es cierto que hubo una campaña exitosa para prevenir la extensión del cólera, pero no habría tenido ningún resultado si no hubiese existido ya una gran cobertura del sistema de alcantarillado y agua potable. Es por esta misma razón que también hemos visto un gran descenso de la fiebre tifoidea y otras enfermedades digestivas bacterianas.

El saneamiento ambiental sólo se alcanza cuando la disponibilidad de agua sobrepasa los 120 litros por persona y por día, y ello es sólo posible cuando el agua llega directamente a la vivienda. Esta cantidad no es posible alcanzarla cuando el abastecimiento debe hacerse por acarreo, ya sea desde un pilón o por camiones aljibes. Ello significa que una familia constituida por seis personas, para alcanzar un nivel de saneamiento, debe disponer cada día de 740 litros de agua. Ello no es posible si se dispone de agua sólo por acarreo.

Fue en base a estas consideraciones, que CONPAN (Consejo Nacional para la Alimentación y Nutrición), organismo interministerial creado en el año 1974, dentro de las intervenciones necesarias para controlar la desnutrición infantil, planteó la urgente necesidad de mejorar las redes de agua potable y alcantarilla de la población urbana del país, especialmente en las poblaciones marginales que rodeaban las grandes ciudades. En esa fecha, sólo el 32% de la población urbana estaba conectada a un sistema de alcantarillado. Como primera medida se inició un gran programa de redes de alcantarillado y la construcción de las llamadas "casetas sanitarias" destinadas a campamentos y poblaciones marginales. Consistía en la entrega de una unidad constituida por un baño, cocina y un lavadero, conectada con el alcantarillado y el agua potable. En el plazo de diez años se llegaron a construir y entregar 360.000 unidades sanitarias. Sucesivos gobiernos han continuado la segunda etapa ya más definitiva, cual es la construcción de "viviendas sociales". Todo ello significó enormes cantidades de recursos, miles de millones de dólares, que el país debió invertir. Ahora cosechamos los resultados, que evaluados en mejoría de la calidad de vida y preservación del recurso humano, superan en mucho la inversión. En mi experiencia, no es fácil que los gobiernos destinen grandes recursos en obras que no son visibles y cuyos resultados sólo se pueden apreciar a largo plazo. Chile lo logró y ojalá que la experiencia exitosa induzca también a otros países de la Región para completar programas similares.

Ya se ha iniciado la etapa siguiente, consistente en el tratamiento de las aguas servidas, cuyos costos se mide en cientos de millones de dólares. Cuando se termine, Chile será un país saneado. Según los últimos datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Chile en el presente año (con la entrada en operación de La Farfana), deberá estar tratando el 70% de las aguas servidas, y se espera que en tres años más se llegue al 100%. De nuevo la cifra nos coloca a la cabeza de la región, que en la actualidad, como promedio y según la OPS, es sólo del 15%. Aparte de completar el saneamiento, significa incrementar el cada vez más escaso recurso "agua", y al mismo tiempo dar confianza para la exportación de nuestros recursos agropecuarios y del mar en el competitivo mercado internacional. Buenos indicadores que nos muestran que es posible llegar al desarrollo cuando se piensa más allá del cada día.



El director


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