El ayuno prolongado
( Publicado en Revista Creces, Octubre 2003 )

El ilusionista americano, David Blaine tomó la determinación de ayunar durante 44 días, teniendo como testigos a todo Londres. Para ello se encerró en una jaula de plexiglás que se suspendió sobre el río Thamesis. Consiguió gran notoridad y durante el largo período de su prueba fue visto por cientos de miles de londinenses. El 20 de Octubre del presente (2003), completó los 44 días de ayuno tomando sólo agua, y abandonó su jaula.

Esta medía dos metros de alto, por dos metros de largo y 1 metro de ancho. Se encerró sólo con su ropa, una frazada, bálsamo para los labios, pañales y trapos para limpiar. Su único alimento durante toda su estada, fue agua pura.

La proeza que se planteó Blaine no estuvo libre de críticas. Grupos de derechos humanos lo cuestionaban por hacer esta "parodia", cuando en el mundo miles de millones de personas, contra su voluntad estaban condenadas a padecer de hambre durante toda su vida. Lo acusaban también de trivializar las huelgas de hambre que en todas partes del mundo se realizan por cuestiones políticas o principios morales. Otros finalmente lo acusaban de charlatán y farsante. Por ello, durante su estada en la jaula, no sólo tuvo curiosos o admiradores, sino también numerosos manifestantes en su contra. Frente a su ayuno prolongado, no se sabe si admirarlo por su audacia o por su estupidez.

La verdad es que son pocos los que se han sometido a un ayuno tan prolongado. Se cita el caso de un hombre que en el año 1917 murió a los 63 días de ayuno, durante el cual sólo bebió agua. Durante este tiempo perdió 40% de su peso. En 1981, Bobby Sands, un republicano irlandés, en una huelga de hambre que duró 66 días, perdió el 30% de su peso. Blaine decía que calculaba perder 23 kilos, y fue más o menos eso lo que perdió al cabo de los 44 días de ayuno. Los días que se puede sobrevivir en ayuno absoluto (sólo bebiendo agua), depende en buena medida de la cantidad de grasa que se tiene almacenada en el cuerpo antes de comenzar su ayuno.

Después de dos días, el organismo inicia una fase de acomodación. Para mantener el equilibrio calórico, comienzan a degradarse las grasas de depósito, liberando ácidos grasos y glicerol, el cual se convierte en glucosa. El músculo esquelético comienza a aprovechar esos ácidos grasos, tratando de preservar la preciosa glucosa, para proteger al órgano que más la necesita: el cerebro. Mientras tanto, al quemarse los ácidos grasos, se forman los cuerpos quetónicos, los que también en caso de apuro pueden ser usados por el cerebro como combustible. Pero al final de la tercera semana el organismo ha entrado en un proceso de inanición y el cerebro ya está obteniendo el 80% de su energía degradando los cuerpos quetónicos.

A partir desde este punto se va produciendo una degradación gradual. Los músculos y la mayor parte de los órganos internos, entran a auto consumirse. Pero incluso durante esta etapa, el cerebro, el esqueleto y las gónadas, parecen preservarse. Cuando ya toda la grasa se ha metabolizado, rápidamente llega la muerte.

Según las experiencias de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, si se logra sobrevivir a estos largos periodos de desnutrición, la recuperación posterior no parece dejar secuelas físicas o de daño cerebral (al menos en el adulto, ya que en el niño es diferente). Más aún, estudios fisiológicos de personas que se han sometido a ayunos voluntarios prolongados, después de recuperarse, más bien parecen tener efectos beneficiosos. Numerosos estudios de animales sometidos a dietas hipocalóricas por largos periodos de tiempo, incrementan la sobrevida (El Proceso de Envejecimiento), (El Secreto para una Larga Vida), (La Historia de la Vejez), (Una Nueva Posibilidad para Prolongar la Vida).

Si el ayuno es absoluto y sólo se bebe agua pura, después de un tiempo van a comenzar a notarse síntomas de deficiencia de sal. Durante las primeras tres semanas el riñón actúa conservando la sal, pero ello tiene su límite. Luego comienza a bajar la presión arterial, lo que se acompaña de sensación de mareo, para terminar más tarde inconsciente. En el caso de Blaine parece que el agua que bebía contenía sal, ya que al finalizar la prueba, y cuando salió de la jaula, se veía muy entero.


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