La crisis del gas y el sector energía
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2004 )

Es posible producir hidroelectricidad a un costo semejante al del gas natural.

La crisis del gas natural argentino ha puesto en evidencia nuestra importante dependencia energética del exterior y, en el caso del gas natural, de un solo país proveedor. Este combustible no existe localmente y las dificultades políticas y económicas externas se reflejan en la disponibilidad de importación desde países cercanos. Es complejo establecer el grado de dificultad que el suministro presentará en el futuro, pero sí está claro que hay un quiebre en las confianzas. El efecto de esta crisis sobre los sectores de la economía no es igual.

La demanda residencial de gas es comparativamente pequeña y su abastecimiento es ininterrumpible, lo que hace que este sector tenga prioridad y sea el menos amenazado por ella. El volumen que requieren los sectores industrial y minero es inferior al eléctrico y menor al residencial, pero en ciertos casos es insustituible y en otros, de un reemplazo oneroso y con efectos ambientales muy adversos. La opción gas natural licuado puede ser una solución apropiada en el mediano plazo, para obtener la seguridad de abastecimiento requerida de estos sectores, en particular para ciertas grandes industrias como la Enap. Pero sólo es un complemento al gas natural argentino.

En el sector eléctrico existe un empleo masivo de las centrales a gas natural. Aunque estas centrales pueden operar con petróleo diésel, hacerlo permanentemente anula sus ventajas comparativas. Como efecto de la crisis se prevé que parte de las futuras centrales usarán gas natural argentino, pero otras, en la zona central, deberán utilizar recursos hídricos. Como complemento en el sur y como base en el norte, cobrarán actualidad el carbón y el petcoke, energéticos que requerirán controles ambientales rigurosos.

Es importante saber que es posible producir hidroelectricidad a un costo semejante al de gas natural, habida consideración de su respaldo térmico para años secos. Se dispone de unos 3.600 MW en nuevos proyectos en la zona central; inventariados hay otros 10.000 MW. Existen, además, 2.800 MW en Aisén, posibles de utilizar en Santiago a un costo inferior a 1.000 US$/kW. Son cifras importantes, pues la demanda de la zona centro-sur alcanza a unos 5.500 MW. Lamentablemente, cualquier proyecto hidroeléctrico importante sólo podrá entrar en servicio después del año 2010. Su factibilidad exige solucionar los problemas ecológicos asociados, evitando requerimientos desmesurados. También es indispensable que se clarifique el otorgamiento de los derechos de uso del agua (en su mayoría en poder de uno solo de los actuales generadores), de modo que puedan ser accedidos sin costo por posibles inversionistas.

Existen algunos otros recursos, menos económicos o más difíciles de implementar, como la geotermia, las energías eólica, mareomotriz y solar, y el desarrollo de interconexiones eléctricas con los países cercanos. No se visualiza la presencia de centrales nucleares, dado su alto costo y la enorme capacidad de las máquinas existentes comercialmente, frente al tamaño aún relativamente pequeño que tendrán los sistemas nacionales.

En definitiva, la crisis deja lecciones sobre política energética nacional. Se ha creado o acentuado consenso en los siguientes aspectos:

1. En el corto plazo, es indispensable que se adopten medidas para que los proveedores de gas natural al sector residencial e industrial dispongan, a su costo, de un respaldo ante emergencias, incluyendo un almacenamiento para fallas de corta duración y el uso de combustible alternativo para aquellas más largas. Asimismo, las centrales eléctricas a gas natural deben estar en condiciones de operar con diésel, tomando sus propietarios las provisiones correspondientes para ello. Finalmente, urge legislar un costo asociado al no uso de los derechos de agua, para permitir su construcción a cualquier interesado.

2. En el mediano plazo se debe procurar que la autoridad conozca oportunamente los contratos de suministro y transporte de gas en que se basa la seguridad del abastecimiento.

3. En el largo plazo, la matriz energética debe ser progresivamente diversificada en energéticos y proveedores, se deberá avanzar en la utilización de las fuentes internas no tradicionales y en el uso eficiente de la energía.

4. Inevitablemente, la energía, que ya se ha encarecido, después de la crisis no volverá a los mismos precios de antes de ella.



Fernando García Castro

Presidente
Colegio de Ingenieros de Chile A.G.



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