Un reloj biológico condiciona la extinción de las especies
( Publicado en Revista Creces, Junio 2004 )
muchos ecologistas atribuyen la disminución de las especies y de la biodiversidad, solo al impacto negativo de los humanos. Pero parece que muchas especies desaparecen regularmente, obedeciendo a un reloj biológico ubicado en los cromosomas, sin que los humanos tengan nada que ver.
Según una nueva hipótesis, pareciera que Darwin se hubiera equivocado y que no siempre la selección natural ha sido la que ha condicionando la evolución. Puede también que la evolución y la extinción de especies obedezca a un reloj biológico instalado en los cromosomas de las mismas.
En la historia del desarrollo y evolución de la vida en la Tierra, las especies se han extinguido silenciosamente. Por el contrario, las extinciones masivas sólo han sido culpables en un 4% de las desapariciones. ¿A qué se debe que haya desaparecido todo el resto? ¿Sólo a cambios del medio ambiente que no les permitió adaptarse?
Otra posibilidad
Reinhard Stindl del Instituto de Biología Médica en Viena (Austria) señala que la parte terminal de los cromosomas, llamados "telómeros", no sólo regulan el número de divisiones celulares de un individuo, sino que además ejercen una labor protectora sobre la especie misma. Los telómeros actuarían como un reloj control, erosionándose lentamente con cada generación, de modo que con el tiempo e inexorablemente, cuando ya no quedan telómeros, desaparece la especie. Según Stindl, su hipótesis no significa que la selección natural no sea importante, pero sería la erosión final de los telómeros la que marcaría cuánto tiempo podría existir una especie.
Cada vez que una célula se divide, no es capaz de copiar enteramente el extremo del cromosoma, que está constituido por los telómeros que son secuencias repetitivas de DNA que la naturaleza ha colocado en los extremos para asegurar que el resto del cromosoma se copie exactamente (www.creces.cl: “La expectativa de vida y los telómeros”). Pero con cada división, los telómeros se van acortando. En las células germinales y también en los fetos, existe una enzima llamada telomerasa, que reconstituye los telómeros, con lo que se consigue que de una generación a otra, se mantenga estable su longitud. Stindl piensa que en cada paso de una generación a otra, se va produciendo una pequeña reducción de la longitud del telómero.
En una nueva especie los telómeros tendrían una longitud determinada, la que gradualmente se va acortando, con lo que se explicaría el por qué los telómeros tienen tan diversas longitudes en cada especie (The Journal of Experimental Zoology, vol 302, pág. 111, 2004). Algunos pájaros tienen un largo telómero, con hasta un millón de bases repetidas de DNA, mientras que los telómeros de los seres humanos son relativamente cortos, con aproximadamente 10.000 pares de bases.
En una determinada especie, después de muchos miles de generaciones, llegan a tener telómeros críticamente cortos. La longitud de sus telómeros indicaría el tiempo que le quedaría a estas generaciones. Cuando para una especie el tiempo se está acabando, los individuos comienzan a sufrir de enfermedades relacionadas a la inestabilidad de sus cromosomas, o limitaciones de la regeneración de algunos tejidos, como el cáncer y las enfermedades por inmunodeficiencias. "Una alta incidencia de enfermedades relacionadas con los telómeros, puede llevar al exterminio de la especie", dice Stindl. "Esto podría explicar la desaparición de los hombres de Neanderthal", señala él.
Cuando la población de una especie se está extinguiendo, los sobrevivientes necesariamente recurren al "inbreeding", cruzándose entre parientes, con lo que alargan sus telómeros y pueden atrasar el reloj y eventualmente podrían comenzar una nueva especie. Stindl no está seguro cómo sucedería ésto, pero hace notar que el imbreeding de lauchas en el laboratorio, hace que se alarguen sus telómeros en relación a sus ancestros.
Hay que reconocer que la idea ayuda a explicar algunas de las misteriosas características que se observan en la evolución y las extinciones de las especies que se pueden comprobar en las impresiones de fósiles. La hipótesis parece interesante, pero para su aceptación se necesita de mayor demostración. Un test que se podría realizar, es la comparación de la longitud de los telómeros de especies exitosas, con los telómeros de especies en riesgo de extinción, como por ejemplo son los osos pandas.