El sentido de atracción a la madre y el receptor de los opiáceos en las neuronas actúan en conjunto
( Publicado en Revista Creces, Julio 2004 )

Las crías de las ratas nacen ciegas, sordas y hambrientas, por lo que no pueden cuidarse a sí mismas. Al quitarles a sus madres comienzan a chillar en busca de alguien que las socorra. Pero si a las mismas crías se les elimina el receptor neuronal que responde a la morfina, éstas ya no se preocupan de la ausencia de sus madres, ni tampoco piden ayuda a nadie.

Francesca D`Amato y sus asociados del Instituto de Neurociencias, Psicobiología y Psicofarmacología en Roma, muestran a través de sus investigaciones, que en una amplia variedad de animales, el sistema opiáceo de recompensa les ayuda a crear uniones sociales entre ellas. Las crías mutantes que carecen del sistema opiáceo, actúan en el sentido opuesto, no buscan a sus madres, aun cuando pueden oler a machos amenazantes y gemir incontroladamente cuando son expuestos al frío. Ello indica que los opiáceos afectan específicamente a la unión social de ellas con su madre.

"Esta es la más robusta evidencia que demuestra que las crías necesitan de la activación de los receptores opiáceos con el objeto de encontrarse con la recompensa de sus madres", dice Jaak Panksepp de Bowling Green State University en Ohio. "La actividad endógena de los opiáceos es muy importante en el desarrollo de los sentimientos sociales, especialmente en los animales jóvenes indefensos", dice Panksepp.

Los opiáceos son más conocidos como anestésicos, pero si a las crías de cuyes aisladas, se les agrega morfina, comienzan a llorar por sus madres. "Esto hace pensar que el dolor emocional de la separación, usa los mismos factores que median el dolor físico", dice Thomas Insel, neurocientista del comportamiento, del National Institute of Mental Health. Los agentes farmacológicos que activan o bloquean los receptores de morfina endógena en los diferentes animales (desde ovejas a monos), confirman la idea que los opiáceos y el sistema de recompensa de la dopamina les produce el placer que los lleva a acurrucarse con la madre y viceversa, formando así una prolongada unión entre ellos, que algunos dicen que es “amor”.

La forma más clara para comprobar la función de estos receptores, es anularlos (ratas knock-out) y ver cómo cambia el comportamiento de los recién nacidos. En la experiencia realizada por D`Amato y sus colegas, miden el apego a la madre de las ratitas nacidas de padres en los que previamente se han anulado ambos genes de receptores de opiáceos. El grado de apego a la madre de los recién nacidos (sin receptores de morfina), lo miden a través de la vocalización ultrasónica que ellos emiten, como también por la ausencia o preferencia por agruparse en el nido, cuando se les retira la madre, o cuando ésta está presente. Mediante estos parámetros, comprueban que estas ratitas, cuando se les retira la madre, emiten menos vocalizaciones ultrasónicas con relación a las normales y no manifiestan interés por agruparse en el nido. Sin embargo ellas son capaces de emitir vocalizaciones cuando se las expone al frío, o frente a la percepción de los olores de una rata macho del que temen agresión. Con ello comprueban que en los recién nacidos, los opiáceos endógenos juegan un rol importante y específico en el proceso de atracción a la madre. Cuando el sistema falla, las ratitas no echan de menos a sus madres.

Extrapolando estas observaciones a los humanos, los autores piensan que en los niños autistas también podría estar implicado, la ausencia de los opiáceos endógenos, lo que explicaría la característica indiferencia social que ellos demuestran. (Science, vol.304, Junio 2004, pág. 1983).


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