Impacto del despertar de China
( Publicado en Revista Creces, Julio 2004 )
El número de generadoras eléctricas a carbón que planea construir China, elimina toda esperanza futura de mitigar las emisiones de dióxido de carbono que el mundo está lanzando a la atmósfera.
Si bien es cierto que China firmó el protocolo de Kyoto, sin embargo está programando su rápido crecimiento económico, en el uso intensivo del carbón como fuente de energía. Es así como para el año 2020 planea triplicar la capacidad instalada de plantas eléctricas en base a carbón.
Para ese enorme uso, la única esperanza de disminuir el efecto invernadero, sería programar junto a ello un amplio programa para secuestrar la emisión de carbón, bombeándolo en las profundidades de la tierra u océanos (Nuevas Posibilidades para disminuir el CO2 atmosférico). Desgraciadamente, ello no parece haber sido considerado en la planificación de China.
Ya muchos piensan en este tipo de alternativas. En Noruega la empresa estatal Statoil está removiendo el CO2 del gas del Mar del Norte, depositándolo en las profundidades del océano, habiendo ya depositado en los mismos espacios dejados por la extracción de gas en el fondo marino, 70 millones de toneladas de CO2. Con ello disminuye el pago de impuestos. Lo encerrado hasta ahora es sólo el 1% de la emisión global de CO2 del mundo, pero por lo menos ya alguien comenzó.
Julio Friedman, geólogo de ExxonMobil, que ahora está en la Universidad de Maryland, afirma que en la próxima década la “secuestración" ya va a estar en pleno desarrollo. Si las empresas que generan electricidad sobre la base de carbón se deciden implementar este proceso, ello sólo incrementaría el costo de la electricidad en un 10%. "Ello es más barato que transformar el sistema productivo a energía eólica" dice Friedman.
A lo largo del mundo ya se ha creado espacio bajo tierra como para almacenar un trillón de toneladas de CO2, lo que es equivalente a 150 años de emisión mundial de CO2. Esto es cien veces mayor que la capacidad de absorber CO2 plantando árboles. Si a ello se agrega la posibilidad de guardar el CO2 en el fondo marino, ya sea como gas o líquido, la potencialidad de secuestrar CO2 sería muchas veces mayor. (New Scientist, Marzo 27, 2004, pág. 29).