El secreto azteca de Tenochtitlan
( Publicado en Revista Creces, Agosto 2004 )

Para Hernán Cortés, al mirar la capital azteca, le pareció una nueva Venecia, flotando en el lago, rodeada por hermosas montañas. Tenía 300.000 habitantes y le llamo la atención por su limpieza. ¡Es que había un secreto

Tenochtitlan era el nombre de la maravillosa capital azteca. Cuando Hernán Cortés y los conquistadores la vieron por primera vez, el 15 de Noviembre del año 1519, tuvieron la sensación que la ciudad, rodeada por montañas, flotaba en la superficie de un lago. Creyeron haber encontrado una nueva Venecia, pero en realidad se trataba de tierras ganadas al lago.

Los aztecas habían creado un laberinto de islas, con la ayuda de sus propios desperdicios. Fue un barro fértil, el que hizo posible la existencia del sistema agrícola más productivo del mundo.

Según cuenta la historia, cuando los aztecas llegaron al valle, se encontraron con cinco grandes lagos, y decidieron construir su ciudad en uno de ellos, el lago Texcoco, sobre una pequeña isla. Era un lugar inhóspito y muy poco práctico, pero llegaron allí siguiendo las instrucciones del dios Huizilopochtli, que les había señalado que deberían construir la ciudad donde vieran un águila colgada de un cactus, comiéndose una serpiente.

A poco andar, las necesidades de espacio, obligaron a los aztecas a quitarle terreno al lago. Fueron rellenando los bordes de su isla, con barros y residuos del fondo del lago, aprisionados en moldes rectangulares de tierra, o "chinampas". Estas chinampas tenían 200 metros de largo, pero no más de 10 metros de ancho. Los chinampas, llamados así a los cultivadores de la tierra, cultivaban sus chinampas, desplazándose entre ellas en canoas planas. Los jardines flotantes de Xochimilko, son reminiscencias de los orígenes de la capital azteca.

Las chinampas eran extraordinariamente fértiles. No era necesaria la irrigación y cada año se podían lograr hasta siete cosechas. El secreto de su fertilidad estaba en el complicado sistema de composting, sostenido por el barro del fondo del lago. Los chinamperos recorrían cada día el lago en sus canoas, llenando sacos con el fango extraído del fondo del lago, que luego esparcían en sus tierras. Las heces humanas eran parte de la mezcla, de modo que las chinampas crecían mientras los aztecas hacían sus necesidades. La mayor parte de los desagües, iban directamente al fondo del lago, pero algunos eran distribuidos directamente al suelo, cubriéndolos posteriormente con el lodo.

En la medida que se iban extendiendo las chinampas, florecía la ciudad azteca. Las islas artificiales producían suficiente alimento para los 300.000 habitantes y el formidable ejército. Eventualmente el imperio azteca se extendió hasta los últimos rincones, cubriendo todo lo que hoy día se conoce como México. Sin embargo sólo duró menos de un siglo. Cortés y sus conquistadores llegaron a México en 1519, y en 1521 conquistaron fácilmente la ciudad de Tenochtitlan y arrasaron con la ciudad. Hoy se piensa que la conquista fue tan fácil, debido a la extensión de las numerosas enfermedades infecciosas que portaban los españoles, para los cuales los indígenas no tenían inmunidad (La Conquista de América y las Infecciones).

Los españoles no perdieron tiempo importando el estilo europeo para construir la ciudad de México sobre las ruinas de la capital azteca. Comenzaron a drenar el lago para controlar la inundación y así crear más tierras para construcciones. El drenaje continuó por siglos, desapareciendo miles de hectáreas de chinampas.

El cultivo por chinampas podría haber desaparecido del todo si no es por el hecho que una parte del lago en Xochimilco, en la punta Este de la ciudad de México, no se secó nunca. Hoy esta área que consta de 30 kilómetros cuadrados, es todo lo que queda de las chinampas originales. Es el hogar de los descendientes de la gente de Tenochtitlan que habla el lenguaje azteca y aún cultiva su tierra, usando los antiguos métodos.

A principios de 1980, visitó Xochimilco, un equipo de científicos pertenecientes a un grupo denominado "Tecnologías Alternativas". Que trataban de encontrar un método barato y sostenible para lograr un adecuado saneamiento para los pobres de México. La directora del grupo, arquitecta Josefina Mena Abraham, se sorprendió por la original forma de vida en Xochimilco.

Los modernos chinamperos aún estaban enviando su alcantarilla al canal de Xochimilco. Sin embargo éste no apestaba y aparentemente no había problemas con los patógenos asociados con las heces humanas. El equipo comenzó a tomar muestras en los canales para ser analizadas en el laboratorio. Un día un estudiante que había estado esterilizando los instrumentos, encontró un microbio que resistía la esterilización, sobreviviendo a temperaturas de 220 grados centígrados.

Dentro de las bacterias que vivían en los fangos de Xochimilco, había una que era termofílica, similar a aquellas que han sido encontradas en las vertientes geotérmicas, o en las surgencias en las profundidades de los océanos (Bacterias Extremófilas). Mena Abraham estaba intrigada con esto. Tal vez esta bacteria no usual era la llave del éxito azteca para manejar la alcantarilla y crear uno de los más exitosos sistemas de producción agrícola.

Michael Cole de la Universidad de Illinois en Chicago, estudiando la bacteria, encontró que tenía muchas características que la hacían un excelente elemento en un composter. Unía nitrógeno, el más valioso nutriente en la utilización de heces humanas. Neutralizaba patógenos peligrosos en las alcantarillas, aun cuando no se sabía cómo, y aceleraba la descomposición de las materias orgánicas.

Mena Abraham cultivó la bacteria en su laboratorio y con sus colaboradores ha estado pensando cómo podría incorporarla en el diseño de un sistema de tratamiento sostenible de excretas. Hasta ahora ha estado trabajando en pequeña escala, en un programa de tratamiento que imita lo que sucede en los canales de Xochimilco. La idea es desviar la alcantarilla a un estanque que posee una capa de fango en el fondo, en el que previamente se haya cultivado la bacteria de las chinampas. Ella cree que la bacteria limpiaría el contenido y podría extraerse para posteriormente preparar un compuesto. Piensa que podría producir un magnífico fertilizante orgánico, en la misma forma que la bacteria lo hace en Xochimilco.

Pero ¿Cómo esa bacteria que soporta esas tan altas temperaturas ha llegado al lago Texcoco? Mena Abraham ha estado tratando de responder esta pregunta, y ha descubierto que hace 2000 años, en esa región se produjo una tremenda sequía que secó casi todos los lagos por más de mil años. Ella fue causada por la explosión del vecino volcán Xitle, a consecuencia de la cual se cubrió el valle con deshechos. Mena Abraham, piensa que esa fue la fuente de la bacteria.

El grupo ahora ha estado desarrollando un sistema para reciclar desechos orgánicos. Este puede consistir en una caseta sanitaria, o una planta más compleja adecuada para un sistema de alcantarilla, que como sub-producto podría producir un magnífico fertilizante para jardín. En ambos casos, el ingrediente clave sería la bacteria de las chinampas.

Cuando llegaron los españoles a Tenochtitlan, esta era la ciudad más grande del mundo, y les llamó la atención por su limpieza. Hoy la ciudad de México es una de las más grandes del mundo, y llama la atención por su suciedad. ¿Habría que volver a la raíces de los aztecas?


(New Scientist, Abril 10 del 2004, pág. 50).


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