Envases inteligentes para proteger los alimentos
( Publicado en Revista Creces, Agosto 2004 )

Una nueva variedad de envases inteligentes, tienden a proteger al consumidor de riesgos de descomposición o contaminación de los alimentos. Incluso puede proporcionarle una cerveza helada.

La industria alimentaria, respondiendo a reclamos de sus clientes, respecto al mal estado de los alimentos que han adquirido en el supermercado, ha comenzado a investigar en la búsqueda de envases que no sólo protejan a los alimentos, sino que también adviertan cuando éste ha sufrido alguna alteración.

Un envase convencional actúa como una barrera que protege el alimento. Ahora se pretende ir más allá y desarrollar envases activos que pueden ser más útiles para el consumidor. En algunas ocasiones se trata de envases que se intercalan con el producto, para en alguna manera mejorarlo, o darle al consumidor una mejor información acerca del estado de éste. Así por ejemplo, puede absorber el oxígeno dentro del paquete para ayudar a prevenir su descomposición, o para advertir alimentos susceptibles de descomposición, como carnes rojas o pollos, han sido almacenados a las temperaturas adecuadas. Otros envases matan bacterias, y algunos advierten si el alimento ya se ha comenzado a descomponer.

Esta nueva tendencia comienza a hacerse familiar. Ya existe cerveza en el mercado, que al tirar el anillo para abrirla hace que caiga la presión, lo que empuja una bola con nitrógeno y hace que en la superficie de la cerveza aparezca una gran cantidad de espuma, pero la innovación más interesante, es el envase inteligente que enfría la cerveza (ver gráfico).

Pero estas tecnologías que se han estado desarrollando, aún no han tenido una entrada masiva al mercado, por el incremento del costo que ello significa. Pero esto rápidamente cambiará cuando las empresas comiencen a darse cuenta del prestigio que ganan al ofrecer a sus clientes mayor seguridad en la calidad de los alimentos, al mismo tiempo que mejoran su imagen corporativa.

Uno de estos envases inteligentes para el pan, ya ha entrado al mercado en Francia, donde la cadena de supermercados Monoprixlo está usando en varios productos frescos, una etiqueta que se ha llamado (indicadora del tiempo de la temperatura” (ITT). Se trata de una etiqueta en la que va quedando grabado cuánto tiempo y a qué temperatura ha estado guardado el producto. Es redonda como ojo de buey, en que un círculo brillante está rodeado por un anillo oscuro a su alrededor. El anillo contiene una sustancia química que se polimeriza, cambiando gradualmente de lo claro a lo oscuro. Si el paquete se ha mantenido frío, la reacción es muy lenta, pero si se incrementa la temperatura, la polimerización se acelera. Dado que las bacterias se desarrollan en los alimentos en función de su temperatura, el consumidor ve en la etiqueta si ésta, durante el tiempo de almacenaje, ha sido adecuada o no. Si el círculo interior está oscuro, significa que el producto no tiene la garantía de fresco. Los supermercados que tienen esta etiqueta señalan que han visto disminuir en forma notable las devoluciones por descomposición del producto.

Se han desarrollado otros indicadores para monitorear los gases dentro de los productos congelados, para revelar si el pescado, la carne o los vegetales se han descompuesto. El National Center for Toxicology Research en Jefferson, Arkansas, ha desarrollado un disco plástico impregnado con un colorante que se coloca dentro del envase del alimento, que cambia de color si se producen gases a consecuencia de la descomposición del mismo.

Otros envases pueden controlar el ambiente dentro del container. Por ejemplo, diversas frutas y vegetales se mantienen frescos con diversas concentraciones de oxígeno y CO2. Esto es difícil de controlar dentro de un envase sellado, dado que las frutas y vegetales, en la medida que se calientan, consumen más oxígeno y producen más CO2. La empresa Landec, en Menlo Park, California, está tratando resolver el problema con una membrana envolvente que llaman "interlimer", que tiene la característica de variar su permeabilidad en la medida que cambia la temperatura y varían las concentraciones óptimas de oxígeno y CO2.

Otra forma de retrasar la descomposición, es controlar la atmósfera interna con un absorbedor de oxígeno. Por ahora, ello se logra colocando en el paquete, una bolsita llena con polvo de hierro como oxidante. Pero ya se está ensayando un envase que absorbe oxígeno. El material incluye una capa interior de un polímero que capta oxígeno en la misma forma que el hierro.

Pero todo no termina allí. La compañía canadiense Toxin Alert Mississauga en Ontario, está trabajando en un anticuerpo, que iría como un sandwich en las capas del envase, que cambia de color si el producto contiene cualquier germen tóxico. Por otra parte la empresa And Hort Reserch en Nueva Zelandia, esta preparando un envase que indica cuando la fruta comienza a madurar, de modo que las personas no tienen para que tomarla en sus manos para detectar la madurez. En fin, todo parece que en los próximos años, ya estarán en los mercados una gran variedad de envases inteligentes, que den mayor seguridad al consumidor.


(New Scientist, Abril 24, pág. 26, 2004).



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