No se sabe si las células troncales adultas sirven para reemplazar células dañadas
( Publicado en Revista Creces, Agosto 2004 )
Tejidos dañados podrían repararse usando células troncales maduras, en lugar de células de embriones. Pero ello no se ha podido demostrar.
Durante los últimos años se ha incrementado el interés por las células troncales, al saberse que tendrían la propiedad de diferenciarse en diversos tipos de tejidos. Es decir, podrían adaptarse y reemplazar las células de cualquier tejido enfermo. El interés se justifica, ya que se abren las perspectivas de tratamiento para diversas enfermedades, en que éstas se hubieran degenerado o destruido, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson o la diabetes, entre otras.
Las células troncales pueden derivar de los embriones, como también de tejidos adultos, o de la sangre del cordón umbilical o de la placenta humana. La mayor parte de los investigadores piensa que las células troncales embrionarias tienen más posibilidades por ser "totipotenciales", es decir, pueden desarrollarse y llegar a diferenciarse hacia células de cualquier tejido del organismo. Sin embargo su uso terapéutico ha sido seriamente cuestionado por razones éticas, ya que para obtenerlas habría que dañar un embrión humano. De allí entonces que se trata de averiguar si las células troncales derivadas de tejidos adultos, pudiese también tener esta propiedad.
Hace varios años, un grupo de investigadores observó que las células de la medula ósea trasplantadas a un receptor adulto que había sido previamente irradiado, destruyendo así sus propias células de su médula, eran capaces no sólo de regenerar la sangre, sino también poblar otros tejidos. Así fue como unas de estas células transplantadas, aparecían en otros tejidos, como pulmón, hígado y piel. Ello despertó un gran interés, ya que habría las esperanzas de usarlas para reparar otros tejidos, en lugar de tener que echar manos a células troncales embrionarias. Más adelante se tuvo más evidencia de este hecho, cuando se transplantaron células masculinas, que contenían cromosomas Y, a ratas femeninas, y éstas aparecían más tarde formando parte de los tejidos de la rata hembra (que tiene sólo cromosomas X) (Science, Junio 21 del 2002, pág. 2126).
Desgraciadamente otros investigadores que han tratado de reproducir estos hallazgos, han fracasado. Por otra parte, muchos se han sentido defraudados al observar que estas células troncales medulares no se diferencian al incorporarse a diversos tejidos, sino que simplemente se fusionan con las células allí existentes. Por ello no serían tan útiles para una terapia substitutiva en un determinado tejido enfermo (Science, Marzo 21, 2002, pág. 1989). Otros estudios más recientes y específicos, sugieren que el DNA de las células de la médula, aparecen otros tejidos porque se fusionan con las células de los tejidos huéspedes, y no porque asuman una nueva identidad (Diferenciación o Fusión de las células troncales). Es así como se han generado dos tendencias respecto a las células troncales adultas. Unos sostienen que pueden transformarse en células de diferentes tejidos, mientras que otros dudan que tengan esta ductilidad.
Últimamente se han hecho otros esfuerzos para tratar de dilucidar este dilema, de por sí las células troncales de adultos tendrían o no la posibilidad de diferenciarse en otros tejidos y por lo tanto ser una alternativa de regeneración de células en tejidos dañados. Es así, Diane Krause y sus colaboradores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale en New Haven, han trabajado con dos cepas de ratas modificadas genéticamente de modo que si ocurre una fusión, sus células se tornan de color verde. A una cepa se le ha introducido un gene (un trozo de DNA) que codifica una proteína fluorescente verde (EGFO), que se pone de este color cuando se expone a una enzima llamada Cre-combinasa. Si este gene falta, se expresa beta-galactosidasa, que se tiñe de azul (Science, Julio 2, 2004, pág. 90).
Los investigadores transplantaron célula de la médula de una rata macho, a una rata hembra que había sido diseñada para expresar Cre-recombinasa en todas sus células. Ellos razonaron que si las células provenientes de la médula de la rata donante se fusionaban con las células huéspedes, debieran expresar la proteína fluorescente verde.
Entre 2 a 3 meses después del transplante, sacrificaron las ratas y analizaron los tejidos, buscando células que tuvieran cromosomas Y, que indicaría que vendrían de la médula del donante macho. Fue así como en el pulmón, hígado y piel encontraron entre 0.05% y 1% de células que llevaban cromosomas Y. Pero al agregarle la proteína fluorescente verde, ninguna célula se puso verde. Según los investigadores esto señalaría que se habrían transformado en células epiteliales, y no simplemente se hubiesen fusionado.
Sin embargo otros investigadores que trabajan en este campo, sostienen que el experimento de Krause no prueba ésto. Austin Smith de la Universidad de Edimburgo en Inglaterra, afirma que es muy difícil probar que las células que llevan el cromosoma Y no sean en el hecho simple células sanguíneas o células inmunológicas que se han infiltrado en el tejido, proveniente de la médula del transplantado, y no células que se hubiesen transformado en el tejido receptor. "Para dilucidar el problema se necesitan otras evidencias más directas", dice Smith. En resumen, el dilema continúa sin aclararse.