La necesidad de sangre artificial
( Publicado en Revista Creces, Agosto 2004 )

Por décadas se ha estado tratando de desarrollar substitutos de la sangre, sin mucho éxito. Ahora se ha anunciado un nuevo esfuerzo que parece ser exitoso (New Scientist, Marzo 13, 2004, pág.8).

Es importante disponer de sangre artificial tanto para satisfacer todas las demandas clínicas, como también para prevenir la transmisión de infecciones al paciente que recibe la transfusión. Ello tendría además la ventaja de poder usar el substituto en cualquier persona sin miedo al rechazo y sin necesidad de averiguar si coinciden o no, los grupos sanguíneos del donante y del receptor. Si además se ahorra la refrigeración, se solucionaría el problema de abastecimiento de sangre para situaciones de desastre y áreas remotas. Es por ello que se han hecho muchos esfuerzos, pero hasta ahora no se había conseguido llegar a disponer de un substituto que diera garantías.

La mayor parte de los substitutos ensayados, se han basado en la utilización de la hemoglobina, que es la proteína sanguínea que transporta el oxígeno hacia los tejidos. Las principales normas han sido, por una parte, que la sangre artificial debiera ser más delgada que la sangre real, de modo que esta pudiese circular fácilmente, y por otra, que tuviera una baja afinidad por oxígeno, de modo que lo pudiera liberar sin problema.

Hace algunos años se ensayaron diversos substitutos, que parecían tener algún éxito en los ensayos clínicos, pero a poco andar se observó un serio defecto, ya que a nivel periférico, se colapsaban los capilares, imposibilitando la llegada del oxígeno a los tejidos. Los investigadores pensaron que ello era debido a que la hemoglobina en la sangre artificial, flotaba libremente, en lugar de estar incluida en los glóbulos rojos. Según pensaban, esto era lo que le permitiría a la sangre normal entrar en los espacios entre las células, donde aprovechando el óxido nítrico (una molécula que ayuda a mantener abiertos los vasos sanguíneos), lograba la adecuada entrega de oxígeno a los tejidos.

Sin embargo, Marcos Intaglietta de la Universidad de California, en San Diego, piensa que los culpables de este problema, son las características físicas de los substitutos sanguíneos. El argumenta que estos adelgazan la sangre, lo que somete a un esfuerzo a los capilares, induciéndoles una vasoconstricción.

Según él, también sería un error desarrollar substitutos con una baja afinidad para el oxígeno, ya que este se liberaría en las arterias, en lugar de hacerlo en los capilares finos, como ocurre con la sangre normal. Esta misma liberación prematura, sería otro factor que también ayudaría a inducir la vasoconstricción.

Robert Winslow, director de la empresa Sangart en San Diego, ha desarrollado un substituto sanguíneo llamado MP4, que contiene moléculas de hemoglobina cubiertas con polietilen-glicol, con el objeto de hacerlo más voluminoso, de modo que el líquido resultante fuese más viscoso. El recubrimiento también le da al MP4 una mayor afinidad por el oxígeno. Con estas modificaciones, se ha visto que el MP4 realmente libera el oxígeno en los capilares, como se pretende.

Recientemente se anunció en Suiza una prueba clínica con 20 pacientes, con resultados muy positivos, que aún no se han publicado. Ya antes se había ensayado el mismo producto en cerdos, observando que en ellos no se producía vasoconstricción (Journal of Applied Physiology, DOI: 10:1152/japplphysio.00530.2003). También el mismo producto se había ensayado en cuyes, observando con el MP4, incluso daba mejores resultados que con sangre real (Critical Care Medicine, vol. 31, pág. 1824). Parece que ahora se habría logrado el objetivo, aun cuando habría que esperar mayores resultados.



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