Los records olímpicos y la genética
( Publicado en Revista Creces, Octubre 2004 )

Año tras año van cayendo las marcas deportivas mundiales. Las últimas Olimpiadas de Atenas no fueron la excepción. ¿Hasta cuándo el ser humano podrá seguir superándose? Ya parece estar cerca del límite, lo que no quita que aun en las próximas competencias continúen cayendo los records, ya sea porque se perfeccionan los métodos de entrenamiento, o porque también continuamente se están mejorando los equipos usados por los atletas

Para ganar, los atletas se someten a duros entrenamientos, que incluyen la preparación mental y la alimentación. Pero para ser campeón, se necesita además, contar con los genes adecuados. Hasta ahora, esta era la única variable sobre la que no se podía intervenir: "cada uno tenía los genes con que había nacido".

Pero también esto último está cambiando. En medicina ya es posible actuar sobre genes específicos, ya sea anulando o potenciando su acción. Es lo que se ha llamado "la ingeniería genética”, que ya está siendo utilizada para el tratamiento de variadas enfermedades genéticas. De igual forma se puede intervenir sobre los genes que regulan el metabolismo durante el esfuerzo y la resistencia física, lo que puede significar otorgar enormes ventajas en las competencias deportivas.

Recientemente ha nacido en Alemania un niño con un gene sobre activado, se le ha inducido un tremendo desarrollo del tejido muscular, como lo quisiera un físico-culturista. Para las Olimpiadas del año 2016, ya tendrá la edad y habrá desarrollado una poderosa musculatura, y si participa en esas competencias, seguramente logrará muchas medallas. En este caso, el desarrollo de su musculatura es la consecuencia de una mutación genética natural, por lo que nadie podría objetar su participación. Pero bien podría otro atleta aprovechar estos mismos conocimientos para manipular sus propios genes y lograr igual ventaja. A diferencia de las diversas sustancias prohibidas que con frecuencia usan los atletas, en este caso el truco no se podría detectar.

El procedimiento de manipulación genética, ya ha sido exitoso en animales. Se ha logrado proporcionar características maratónicas a una rata, que ahora puede correr a una velocidad dos veces superior a la de una rata normal. Es posible imaginar, que un atleta por igual tecnología, podría también mejorarse la composición y estructura del tejido muscular, o mejorar el transporte de oxígeno hacia los tejidos, o por último acelerar la producción de energía (ATP). Todos estos procesos están regidos por nuestros genes, y sobre ellos ya se puede intervenir.

Las autoridades del deporte, ya debieran comenzar a considerar esta última variable (la estructura genética), que hasta ahora parecía ser la única que no se podía modificar.



El director


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