Nuestro cerebro se defiende de la locura
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 2004 )

El cerebro produce normalmente una sustancia semejante a la marihuana, y parece que ella lejos de producir delirios y experiencias psicoticas, aminora estos síntomas.

En el pasado se ha sostenido que los grandes consumidores de marihuana, llegaban a manifestar signos de psicosis. Ahora que se sabe que en el cerebro se producen compuestos semejantes a la marihuana, se ha tratado de encontrar alguna conexión entre esos compuestos y la esquizofrenia.

Los primeros estudios son del año 1964, cuando Raphael Mechoulam de la Universidad Hebrea de Jerusalem, identificó la sustancia activa de la marihuana. Se trataba del "delta-9-hidrocanabinol” (THC), que poseía las mismas actividades farmacológicas de la marihuana. Una vez identificada, los esfuerzos se dirigieron a saber cómo actuaba. Fue así como Allyn Howleff y sus colaboradores de la Universidad de St.Louis, describieron que en la membrana de la neurona, existía una proteína receptora, a la cual se unía el TCH, y de este modo actuaba en el interior de la neurona. A esa proteína se le llamó "proteína receptora de canabinoide", o para ser más corto, CB 1 (el nombre científico de la marihuana es "Cannabis sativa").

Más tarde Catherine Ledent de la Universidad Libre de Brucelas y Andrea Zimmer, del laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Bonn, lograron tener ratas que carecían de esta proteína receptora CB1 en la membrana de sus células cerebrales. Trabajando separadamente, estos investigadores comprobaron que en estas ratas la administración de THC no tenía ningún efecto. “Si el compuesto no se podía unir a la pared de la neurona porque no tenía la proteína receptora, no era capaz de gatillar ningún efecto en su interior”.

Los estudios de CB1 han continuado, comprobando que la CB1 era una de las proteínas receptoras más abundantes en las células cerebrales. Estaba muy concentrada en la pared de las células del hipocampo, hipotálamo, cerebelo, ganglio basal, amígdala, tronco cerebral y de la médula espinal. Esta abundancia y amplia distribución explicaban la variedad de síntomas cerebrales que produce la administración de marihuana. Así por ejemplo, al estar en la membrana de las células del hipocampo, no es raro que altere la formación de la memoria. Del mismo modo la droga puede producir alteraciones motoras por su acción en los centros de control del cerebro. Al actuar en el tronco cerebral y en la médula se explica su acción analgésica. El hipotálamo tiene que ver con el apetito, mientras que la amígdala con las respuestas emocionales. En definitiva la marihuana actúa en todas partes (fig. 1).


Por que tanto receptor para una sustancia vegetal, ajena al cerebro

La misma pregunta se la hicieron otros investigadores en el año 1970, cuando analizaron el caso de la morfina. Esta era una sustancia que se había aislado de la amapola y que también se unía a otra proteína receptora en las células cerebrales (receptor de opiáceos). No pasó mucho tiempo, hasta que se descubrió que el cerebro naturalmente producía sus propios opiáceos, las llamadas "encefalinas" y "endorfinas". La morfina proveniente de la amapola, simplemente aprovechaba los receptores existentes de estos opiáceos cerebrales.

Inmediatamente se pensó que algo similar podría suceder con el THC y los receptores canavinoides. Fue en 1992, 28 años después de ser identificado el THC, el mismo Mechoulam descubrió que el cerebro producía un pequeño ácido graso que se unía al receptor CB 1, y que remedaba las mismas acciones de la marihuana. La denominó anandamida, palabra tomada del Sanscrito (ananda) y que significa felicidad. Poco después Daniel Piomelli y Nephi Stela de la Universidad de California en Irvine, descubrieron otro lípido, el 2-araquidonil gricerol (2AG), que incluso en algunas regiones cerebrales, era más abundante que la anandamida (fig. 2). Estos dos compuestos son los considerados "canabinoides encógenos" o endocanabinoides.


¿Qué función tiene la anandamida?

El hecho que la marihuana produjera síntomas psíquicos, que en ocasiones semejaban a los de la esquizofrenia, indujo a Markus Leweke de la Universidad de Colonia en Alemania y a Andrea Giuffrida, de la Universidad de California, a estudiar en mas profundidad la acción de la amandamida, que era considerada como un endocanabinoide. Ello con la esperanza de encontrar un medicamento que pudiera ser útil en el tratamiento de los trastornos psiquiátricos, y específicamente la esquizofrenia.

Seleccionaron 47 personas que por primera vez habían tenido una crisis de esquizofrenia, y que no habían aún tomado ningún medicamento. A ellas les determinaron los niveles de anandamida en el líquido cefalorraquideo. También seleccionaron un segundo grupo de 26 personas, que tenían síntomas de psicosis, con un alto riesgo de esquizofrenia, a los que también les determinaron los niveles de anandamida en el líquido cefalorraquideo. Los dos grupos se compararon con 84 individuos sanos. Se encontró que los niveles de anandamina en el liquido cefalorraquideo, eran seis veces más altos en las personas con síntomas de psicosis, y ocho veces más altos en las con esquizofrenia.

Estas cifras significan un incremento masivo de la anandamida en el líquido cefalorraquídeo, y seguramente que su concentración en las sinapsis de las neuronas es ciento de veces más elevada, ya que allí es donde se realizan las conexiones nerviosas, señaló Leweke en la Conferencia National de Cannabis and Mental Illness, celebrada en Melbourn, Australia en Agosto del 2004.

La pregunta que surge, es si los altos niveles de Anandamida son los que producen la psicosis, o si por el contrario, su elevación se debe a una respuesta a la psicosis. Para su sorpresa, Leweke y sus colaboradores, encontraron que mientras más grave era el cuadro de esquizofrenia, más bajos eran los niveles de amandamida. En función de ello, la hipótesis de los investigadores fue que la anandamida no era la que contribuía a gatillar los síntomas, sino que por el contrario, ella se liberaba en el tejido cerebral, en respuesta a los síntomas de psicosis, en un esfuerzo por controlarlos. Probablemente las personas con los síntomas de psicosis más intensos, corresponden a aquellas en que su cerebro no ha sido capaz de producir suficiente cantidad de amandamida como para controlarlos.

Entre un 5 a un 30% de las personas normales, en algún momento de la vida han tenido síntomas de delirios o alucinaciones, los que muchas veces pueden gatillarse por estímulos tan simples, como la deprivación del sueño. "Todos somos potencialmente sicóticos", dice David Castle de la Universidad de Melbourn. El cerebro para impedir que ello se escape de las manos, reacciona produciendo una gran cantidad de anandamida, en un esfuerzo para contrarrestar los síntomas (New Scientist, Agosto 2004, pág. 13).

Este nuevo hallazgo sugiere que se podrían desarrollar drogas antipsicóticas que vayan dirigidas al sistema anandamida, pero ello no parece simple. El ingrediente activo de la marihuana, el THC, se une a los receptores de la anandamida en la neurona. Pero las personas con esquizofrenia que actualmente usan marihuana, presentan episodios sicóticos más graves y frecuentes, lo que sugiere que ellos pueden también alterar el sistema por el otro lado.

Aproximadamente el 60% de las personas con esquizofrenia, usa marihuana. En un estudio realizado por Castle, que también se presentó en la reunión de Melbourn, encuentra que las personas usan la droga porque tratan de evitar las emociones desagradables asociadas con la esquizofrenia, como son la ansiedad y la depresión.


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