El gene de la agresión tiene una larga historia
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 2004 )

Hace algunos años (1993), se ubicó en humanos un gene localizado en el cromosoma X, relacionado con el comportamiento agresivo. Se trataba de un gene que codificaba una enzima llamada "monoamino oxidasa A" (MAOA), cuya función es degradar muchos neurotransmisores, como la dopamina y serotonina. Con ello se previene que un exceso de neurotransmisores interfiera con las comunicaciones entre las neuronas.

(No es mi culpa, son mis genes)

El gene en cuestión es polimórfico (tiene varias formas): en la región de su promotor, se inserta una secuencia de 30 pares de bases, que pueden repetirse entre 3 a 5 veces. Si se repite pocas veces, significa que produce menos MAOA y por lo tanto se degradan menos neurotransmisores.

El hecho es que el gene que codifica la enzima MAOA, se ha asociado con la agresión. Las ratas de laboratorio que no tienen esta enzima son más agresivas. También se ha encontrado una familia holandesa, cuyos miembros no producían la enzima MAOA, y todos ellos tenían una historia de comportamientos extremadamente violentos (Science, Junio 18 de 1993, pág. 1722). También se ha demostrado que los hombres que portan un alelo corto del gene, que presumiblemente producen una menor cantidad de la enzima, coincide con que tienen una mayor tendencia a la agresividad, especialmente si han sido sometidos a abusos durante su infancia, o beben alcohol (Secuelas del maltrato infantil). En otra investigación se ha encontrado que hombres que portan una variante corta y que han sido maltratados durante su infancia, más tarde en su edad adulta, han cometido cuatro veces más crímenes violentos, violaciones, robos y asaltos (Science, Agosto 2 del 2002, pág. 851). Las mujeres también heredan el alelo, pero los efectos son más fáciles de estudiar en los hombres, ya que tienen solo un cromosoma X).

Estos hallazgos interesaron al psiquiatra Klaus-Peter Lesch de la Universidad de Wurzburg en Alemania, que trabaja con el grupo del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism en Rockville en Maryland. El y su equipo, encontraron que la misma característica se podía evidenciar en macacos. En su cromosoma X tenían la misma enzima MAOA, y en el gene presentaban también la misma variación de 18 pares de bases, que podía repetirse entre 3 a 5 veces. "Los macacos que tenían menos enzima eran más agresivos para conseguir alimento, en comparación a los que tenían más enzima", dice Lesch.

Recientemente, en la reunión anual de American Association of Physical Antropology, celebrada en Miami, el antropólogo Tim Newman y sus colaboradores del National Institute of Alcohol Abuse and Alcoholism, presentaron los resultados de un trabajo realizado en diversas especies de monos, provenientes de todo el mundo (600 monos). En ellos estudiaron la misma enzima MAOA y determinando la frecuencia de sus secuencias, ya fuera de 18 o 30 pares de bases, como las descritas en humanos. Dentro de todos los monos estudiados, notaron en los del Viejo Mundo (Asia y Africa), tenían este alelo, mientras que los monos del Nuevo Mundo (Sud America), no lo tenían. Esto los hizo pensar que el alelo debió aparecer después que geológicamente se separó el Nuevo Mundo del Viejo Mundo, es decir, aproximadamente 25 millones de años atrás. A partir de entonces, el alelo se habría preservado durante toda la evolución, hasta llegar al hombre.

Los autores presumen que este alelo, que condiciona la tendencia agresiva, debe haber significado una ventaja para reproducirse. Sin embargo, es posible que no se haya difundido más en las poblaciones, ya que si el macho era demasiado violento, probablemente moría antes de llegar a la edad reproductiva.

Tanto en los humanos como en los monos, conviene ser un poco agresivo y estar dispuesto a tomar riesgos. A la larga ello trae beneficios. Pero ser demasiado violento y agresivo, puede costarle muy caro: "morir muy joven o terminar en la cárcel, como los miembros de la familia holandesa". Pareciera que la variación de este gene (repeticiones de los pares de bases, que condiciona una producción variable de la enzima MAOA), podría contribuir a explicar la gama de diversos comportamientos que cada día observamos en la especie humana.


(Science, Mayo 7 del 2004, pág. 818).


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