Calentamiento global: la tierra busca una válvula de escape
( Creces, Enero 2005 )

La cumbre del cambio climático que se celebra en buenos aires evalúa como adaptarnos a un nuevo escenario, donde se transan bonos de carbono y los bosques son vistos como sumideros.

El mundo no arderá ni la humanidad verá un filme catastrófico al despertar una mañana. Pero la Tierra empieza a calentarse y su atmósfera, agitada, hará de las suyas. En el transcurso de una vida humana, todo será distinto El Kilimanjaro no tendrá nieve y los alimentos tendrán menos nutrientes.

El efecto invernadero se intensifica. Los gases que libera el hombre a la troposfera, en los primeros 15 kilómetros sobre nuestras cabezas, atrapan cada vez más radiación infrarroja que reemiten al planeta. Desde la época pre-industrial, menor energía escapa al espacio.

La Tierra ha experimentado vaivenes climáticos, pero su prontuario no registra ninguno como el actual: se calienta a un ritmo 50 veces más rápido que hace, al menos, un millón de años.

Por esto nace el Protocolo de Kioto. Fue en 1997 cuando la Convención Marco del Cambio Climático de Naciones Unidas decide, respaldados por consenso científico internacional, un acuerdo con compromisos cuantitativos para controlar las emisiones que alzan la temperatura del planeta.

Expectante, por su vigencia desde el 16 de febrero, Kioto reducirá en su primer período 2008-2012 las emisiones de dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno y otros tres gases invernadero de procedencia industrial a niveles de 1990. Los países desarrollados, con aporte indirecto del resto, bajarán estos gases en un 30% con respecto de la tendencia actual.

Esta promesa enciende bengalas en las salas de reuniones de la Décima Conferencia de las Partes de dicha Convención (COP-10), que termina el 17 de diciembre en Buenos Aires. La discusión, como la Tierra, está caliente. Ya hay plazo: los países desarrollados deben presentar en 2005 un avance de sus metas.


EI mercado medioambiental

Son 128 países los que ratificaron Kioto y su creación de certificados de reducción de emisiones. La contabilidad de cada nación suma en contra por las emisiones y está a favor por los sumideros -como bosques-; así, los gases invernadero son convertidos en equivalentes de dióxido de carbono, origen de la moneda común de las actuales transacciones: el carbono.

El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) es el más importante instrumento del Protocolo de Kyoto al permitir que los países desarrollados puedan bajar sus emisiones, mediante la compra de bonos, en aquellos que no lo son.

Para estos últimos, hay oportunidades tecnológicas y logros en la sustentabilidad ambiental.

Aunque los bonos adquirirán valor en 2008, la dificultad es presente. Los proyectos tocan la subsistencia y el consumismo de las naciones: uso de energía fósil, quema o tala de bosques, cambios de usos del suelo, ganadería, arrozales, fertilizantes y vertederos.

Salvo plantas de energía nuclear y manejos de conservación de bosques, se incorporan a las negociaciones proyectos de forestación, de cambios de combustibles fósiles o cualquier otro que demuestre reducir o evitar emisiones.

En la última centuria, la temperatura de la Tierra se elevó en 0,6 grados Celsius, pero este valor es promedio. En algunos rincones puede registrarse un alza de 0,3 grados, mientras que en otros hasta 3 grados.

Esta variabilidad es suficiente para gatillar los actuales acontecimientos: tormentas más intensas y frecuentes, olas de calor estaciones climáticas poco habituales, malaria en zonas templadas y otras enfermedades infecciosas emergentes por microorganismos más agresivos.

Los seres vivos captan variaciones de su entorno: las plantas muestran señales de floración más temprana y desincronización con sus polinizadores.

Mientras el Artico ha disminuido su hielo en 40%, el pingüino emperador de la Antártica apenas encuentra piso congelado para alimentarse. Es una alerta, porque este continente almacena la mayor reserva de agua dulce del planeta.

Lo que viene son efectos amplificados y otros. Alimentos con menor valor nutritivo, disminución del suministro de agua potable, nuevas pestes, migración de personas y un modo muy diferente de desarrollo. Los cultivos tendrán que acoplarse a otras condiciones ambientales. La economía del mundo tambaleará ante escenarios no predecibles, con probables disputas por los recursos naturales.

Aunque también habrá efectos positivos, serán relativos, pues modificarán el equilibrio global, ecológico y económico. Mientras el Amazonas corre el riesgo de convertirse en un desierto, el Sahara podrá vivir el umbral del florecimiento.

Los presagios científicos para el 2100 son sombríos. El aumento de la temperatura hasta en 5,8 grados Celsius temperatura y la elevación del nivel de los mares hasta en 90 centímetros desdibujarán la geografía.
El derretimiento de los hielos continentales, Antártica y Groenlandia, que son los que aportan a la subida del agua oceánica, inundaría Bangladesh, Egipto, Holanda, Bélgica.

Gino Casassa, científico chileno, cree que la situación podría ser peor. En sus trabajos realizados con la NASA, plantea que la Antártica occidental puede colapsar y descargar al mar los glaciares de mayor flujo. Si sucede, el nivel de agua de los océanos subiría cinco metros.

Los sumideros están merando su capacidad, como el océano, un amortiguador energético importante. Las microalgas atrapan dióxido de carbono y este gas, intercambiando con otros seres vivos, es sepultado en el lecho marino por miles de años cuando ellas mueren y botan sus heces. Esta bomba biológica, que también se lleva este gas disuelto hacia el fondo, se enlentece.

Los científicos que toman el pulso del planeta hablan de un nuevo período geológico, el "Antropocene", surgido por un cambio climático provocado por la actividad humana. Si nada se hiciera, con el alza de la temperatura saldría disparado a la atmósfera todo el metano guardado en los hielos de Siberia, Este gas invernadero es 21 veces más poderoso que el dióxido de carbono que el hombre, bajo amenaza, intenta hoy controlar.

Se avanza. Pero el dilema seguirá. Según los expertos se necesitarán unos "15 Kiotos" para estabilizar esas emisiones en la atmósfera.



Lilian Duery A.



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