La evolución hizo a los hombres maratonistas
( Creces, Enero 2005 )

De acuerdo a nuevas investigaciones antropológicas, nuestro organismo evolucionó para correr largas distancias, lo que le permitió a nuestros ancestros conquistar la sabana africana. De acuerdo a un informe de Dennis Bramble de la Universidad de Utah y Daniel Lieberman, antropólogo de Harvard, recién publicado en la revista "Nature" (Noviembre del 2004), el cuerpo humano, a través del proceso evolutivo, se habría exquisitamente adaptado para correr largas distancias. Esta capacidad se habría comenzado a manifestarse hace aproximadamente 2 millones de años.

No deja de sorprender que el hombre haya sido dotado de tales condiciones, y que hasta ahora nadie haya hecho énfasis en ello. Evidentemente que un leopardo gana una carrera de corta velocidad, pero en las largas distancias el leopardo y otros mamíferos desfallecen. "La mayor parte de los mamíferos no pueden mantener un galope por más de 10 a 15 minutos", dice Lieberman. En cambio el humano puede continuar corriendo por horas, consumiendo una cantidad de energía relativamente moderada.

"Nuestras piernas están llenas de tendones, lo que no se observa en otros primates", dice Liberman. "Cuando uno camina, no usa el tendón de Aquiles, pero este es esencial para correr". "Los músculos de las nalgas, cuyo gran tamaño es un atributo específico de los humanos, también son vitales para la carrera, ya que ayudan a estabilizar el tronco y lanzarlo hacia delante. "Tampoco estos músculos se utilizan mucho al caminar. Para correr largas distancias, se necesitan mantener el cuerpo frío, lo que explica la existencia de un gran número de glándulas sudoríparas y el que no tengamos pelos en la piel.

Las piernas largas, los brazos cortos y los hombros bajos del "Homo erectus", satisfacen también las necesidades de las largas carreras. Por el contrario, las proporciones de las extremidades de los australopitecos, eran más parecidas a los actuales chimpancés. Por ejemplo, al compararse el hombre con el chimpancé y el australopiteco, se observa que las articulaciones de las piernas, en proporción a la masa corporal, son mucho más grandes y fuertes. Con ello se contrarresta el impacto de las fuerzas generadas por la carrera.

El homo primitivo era esencialmente carroñero, y usaba piedras como herramienta para separar la carne de los huesos y quebrar los huesos para comer la médula. "Había que llegar antes que las hienas al festín, para lo que necesitaba correr más rápido”, dice Lieberman. El correr más rápido, permitió tener acceso a más proteínas y grasas, en relación a otros homínidos, cuya alimentación era vegetal. Por eso mismo, pudo también lograr un mayor desarrollo del cerebro. Pero la importancia de las largas carreras se hizo más evidente cuando el hombre inventó las armas de caza, con las lanzas, el arco y la flecha. Ahora los maratonistas tendrán que aprender que su deporte es el resultado de una larga evolución.


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