¿Podremos continuar quemando energía fósil y al mismo tiempo impedir el calentamiento global? Es poco probable. Sin embargo Andris Piebals, el nuevo comisionado para energía en Europa, manifestó recientemente en una conferencia en Bruselas, que se podría disminuir la emisión de CO₂, aún cuando se continúe utilizando el carbón y la lignita como fuente energética.

Según Piebals, hay dos posibilidades. Una es implementar las tecnologías adecuadas ya disponibles, para quemar carbón en forma limpia. La otra, es secuestrar el CO₂ después que sale de las centrales eléctricas y enterrarlo bajo tierra ("Nuevas posibilidades para disminuir el CO₂ atmosférico"). Estas serían las dos posibilidades en que se debería concentrar la investigación de la Comunidad Europea. Claro que ninguna de las dos les gusta a los ambientalistas, para quienes no hay otra alternativa que eliminar el uso de combustible fósil lo antes posible.

Una de las técnicas para disminuir el CO₂ que producen las centrales eléctricas, es hacer pasar las emisiones de los humos, a través de filtros que contengan aminas que reaccionen con el CO₂ y lo atrapen. Una tecnología similar es la que ya se usa para remover el CO₂ del gas natural, con el objeto de potenciar la concentración de hidrógeno que contiene. En el futuro también podrían desarrollarse otras tecnologías, adecuadas para extraer el carbón del combustible, antes que éste se queme.

Para enterrar el CO₂ en forma segura bajo tierra, tiene que previamente ser comprimido, para luego inyectarlo a presión en las tuberías de donde antes emanaba el petróleo, o en rocas porosas llenas con agua salubre de los fondos marinos.

En los campos de petróleo del Mar del Norte, la empresa Noruega Statoil, cada año está introduciendo millones de toneladas de CO₂, en los mismos reservorios salinos del fondo del mar, del que se extrajo el gas o el petróleo, sin que ni siquiera éste llegue a tierra ("Impacto del Despertar de China"). En los campos de gas de Salah en Argelia, el gigante energético BP, el año recién pasado, enterró una cantidad similar de CO₂ en la arena, a dos kilómetros de profundidad. "El petróleo y el gas se han mantenido bajo tierra por millones de años y bien podría hacerse lo mismo con el CO₂ producido por las centrales eléctricas".

A las empresas petroleras les agrada la idea, ya que inyectando el CO₂ a presión, puede fluir el remanente de petróleo. Al disolverse en él, el CO₂ disminuye la viscosidad de éste y se incrementa su volumen, aflorando por la presión. Esta tecnología también se ha demostrado que funciona en los campos petrolíferos de Weyburn, en Canadá, donde están siendo inyectados más de un millón de toneladas de CO₂ al año.

En igual forma, la industria del carbón espera poder inyectar CO₂ en los reservorios de carbón y recuperar gas metano para usarlo corno combustible. La Unión Europea ya está ensayando ésto en Polonia.

"En la mayor parte de las regiones industriales existen suelos adecuados para enterrar el CO₂", manifestó Harry Aundus, en la reunión de la Agencia Internacional de Energía, que se celebró en Bruselas. Estudios hechos en Estados Unidos demuestran que los principales 500 emisores de CO₂, tienen a no más de 150 kilómetros, formaciones geológicas adecuadas para ello. Del mismo modo, Europa tiene un gran potencial para enterrarlo, especialmente en los espacios que deja la extracción del petróleo en el Mar del Norte. Aundus estima que allí se pueden enterrar bajo tierra, alrededor de 11.000 billones de toneladas de CO₂ (ver grafico), lo que equivale a muchas veces la emisión de CO₂ que se emitiría por la quema de combustible fósil durante todo el próximo siglo. Esto le podría dar al mundo un tiempo extra para que vea forma de liberarse de la energía fósil.

El enterrarlo a un costo estimado de 40 a 60 dólares por tonelada de CO₂, es todavía alto, pero pronto va a ser competitivo con relación al costo de la energía renovable. El panel Inter-gobiernos del Cambio Climático, va a presentar en Noviembre a los signatarios del protocolo de Kioto, un detalle del estudio relacionado con las posibilidades de enclaustramiento de CO₂. Ojalá este de acuerdo también Estados Unidos.