Quimera: mezcla de hombre y animal
( Creces, 2006 )

Con el progreso logrado en el manejo de células troncales y el incentivo de avanzar en el estudio de las enfermedades humanas, se acerca la posibilidad de que aparezca una quimera, mitad mono y mitad hombre. Una aberración que hay que evitar.

Según la mitología griega, la quimera era una criatura monstruosa con una cabeza de león, el cuerpo de una cabra y la cola de una serpiente. Ahora, en términos generales, llamamos quimera a las criaturas que han nacido con células de dos especies diferentes. Pero una quimera real, mitad hombre, mitad animal, ha dejado ya de ser una ficción. Mezclando células ya han nacido mezclas de ovejas y cabras, con las características de una y otra especie.

Constantemente se ha estado traspasando la barrera de especies. Una mula por ejemplo, es la mezcla de un burro y un caballo. Los agrónomos logran además mezclar especies diferentes y obtener plantas en que el producto final es una mezcla. Tal es el caso de células del tomate y la papa, con resultado de una planta que produce un tomate por arriba y una papa en sus raíces.

Ya son numerosas las experiencias realizadas introduciendo algún trozo de tejido humano a algún animal, con el propósito de conocer mejor las enfermedades humanas. Así se han producido ratas u otros animales con células del sistema inmunológico humano, o con riñón, piel, o tejido muscular de origen humano. Por otra parte, hoy es una rutina transplantar válvulas de corazones de cerdos, para reparar el corazón de pacientes humanos. Los ejemplos de mezclas de tejidos entre especies son muchos (News Scientist, Junio, 2005, Pág. 39).

Hasta ahora, estas mezclas no han producido ninguna alarma pública, ya que lo traspasado han sido trozos o porciones de tejidos de muy pequeño volumen. Pero el reciente avance en el manejo de células troncales, sí que provoca alarma. Con ellas se puede llegar a quimeras verdaderas. Hace algún tiempo el biólogo Stuart Newman, del New York Medical College en Valhalla, y Jeremy Rilkin, un activista contra la biotecnología, presentaron una solicitud de patente para producir una quimera, producto de la fusión de genes humanos y de un chimpancé. No querían ellos realizar tal monstruosidad, sino que por el contrario, querían prevenir que otras personas lo hicieran habiéndolo ellos patentado antes. Como era lógico pensar, la oficina de patentes de U.S., la "Patent and Trademark Office" rechazó la solicitud (Hasta dónde pueden llegar las cosas por la Bioingeniería). Frente al rechazo, los solicitantes contra argumentaron que su aplicación no es tan diferente a aquellas miles de otras patentes que se han concedido y en las que se usa material humano, como es el caso que se utilizan genes humanos para introducirlos a bacterias, ovejas o vacas, con el objeto de producir alguna hormona o enzima de uso humano.

En todo caso, aun cuando existen numerosos experimentos y tratamientos de seres humanos, usando trozos de tejidos de otras especies, no se ha producido ninguna reacción pública. Ello probablemente debido a que la mezcla ha sido de un volumen muy escaso. Sin embargo hacia delante esto comienza a preocupar. Ya algunos investigadores han creado monos con cerebros que son parcialmente humanos, o ratas con células fotorreceptoras humanas que se ubican en sus retinas, u ovejas que tienen hasta un 40% de células humanas. Esto es sólo para comenzar, ya que lo que puede suceder a futuro es mucho más que eso.

Es cierto que no hay ninguna intencionalidad siniestra que esté empujando todo esto, sino más bien es debido al interés de investigadores que mediante estas tecnologías pretenden conocer más, o tratar mejor a pacientes humanos. Para ello quieren utilizar células troncales humanas que son toti-potenciales, y reproducirlas en animales para tener un reservorio de células humanas para tratar diversas enfermedades, con el objeto de reemplazar las células dañadas. Tal es el caso de la diabetes, el Parkinson o el Alzheimer. Pero el implantar células troncales humanas en animales, significa la posibilidad de que se llegue desarrollar un animal con un órgano humano, y perfectamente éste, podría ser un cerebro humano. Hace unos pocos años atrás, Esmail Zanjani de la Universidad de Nevada en Reno, inyectó células troncales humanas a embriones de ovejas. Las ovejas que nacieron tenían células humanas prácticamente en todos sus tejidos, incluyendo la sangre, los huesos, el hígado, el corazón y el cerebro. Algunos órganos tenían hasta un 40% de células humanas. Con todo, según Zanjani, las ovejas no mostraron ninguna tendencia humana.

Sin embargo surgen dos posibilidades que no pueden dejar de considerarse. La primera se refiere a las gónadas. Podría ser que células embrionarias humanas que se inyecten a un animal en las etapas tempranas de su desarrollo fetal, puedan migrar a las células germinales del animal y allí producir espermios u óvulos. Esto podría resultar en definitiva, en un embrión humano, desarrollándose dentro del útero de un animal.

La segunda posibilidad se refiere al cerebro. Se han inyectado células nerviosas troncales humanas en el cerebro de monos con la intención de disponer de neuronas para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Bien pudiera ser que resultara una criatura que poseyera un cerebro humano, con habilidades cognitivas humanas, con inteligencia y consciente de sí mismo.

De que esto pueda ocurrir va a depender de tres factores: la etapa de desarrollo del embrión animal al que se le inyectan las células troncales humanas. La cantidad de material humano que se agregue, y finalmente, cuan cerca (evolutivamente) está el animal inyectado, de la especie humana.

Si la célula troncal humana se agrega al embrión animal en la etapa de blastocito (cuando el embrión es aun un grupo de pocas células), ello puede ser muy posible, ya que podría resultar que un alto porcentaje de las células de su cerebro fueran humanas. Si además el animal es evolutivamente cercano al hombre, las posibilidades de una mezcla de células en el tejido cerebral son evidentes. Así por ejemplo el animal podría ser un chimpancé, que si bien su cerebro es más pequeño que el humano, la diferencia de volumen no es tan grande y podría llegar a desarrollar un cerebro con capacidades y atributos humanos.

Esta posibilidad de producir un mono "humanizado" ya ha sido considerada y rechazado por los especialistas en ética y moral. Un grupo en el Phoebe R. Berman Bioethic Institute, en el Hospital Johns Hopkins, en Baltimore ha estado estudiando esta alternativa de quimera, y han sido enfáticos en recomendar que se legisle prohibiendo la transferencia de células troncales humanas a embriones de monos, especialmente en las primeras etapas de desarrollo. Consideran que ello va en contra de toda moral y que afecta gravemente a la dignidad humana.

Pero si se llegara a producir, ¿cómo sería el problema desde el punto de vista del chimpancé humanizado? ¿Se sentiría prisionero dentro de un cuerpo animal, en una situación intermedia entre una especie y otra? Ya no sería mono, ya que su perspectiva sería diferente. Tampoco podría dejar de mirar a los humanos que no lo considerarían como de los suyos. Ello sería un tremendo tormento emocional.



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