Hace tres años un estudiante que trabajaba en el Instituto Politécnico Rensselaer en Nueva York, encendió inadvertidamente un montón de nanotubos en el momento que trataba de tomarles una fotografía (New Scientist, Mayo 4 del 2002, pág. 27). Los investigadores interpretaron este fenómeno, como debido a que los nanotubos absorbían la luz con gran eficiencia, y que era superior a la velocidad de la disipación de la energía como calor. Sin embargo el fenómeno se producía sólo en presencia de impurezas de hierro, lo que no tenía una explicación clara.

A pesar de ello los investigadores comenzaron a buscar aplicaciones inmediatas al fenómeno. Fue así como Bruce Chehroudi y Stephen Danczyk del Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en California, pudieron observar que encendiendo los nanotubos con una luz y poniéndolos a una distancia de un milímetro de unas gotas de metanol o de un combustible de cohete, éstos se encendían. Es decir, los nanotubos incandescentes prendían los vapores alrededor de las gotas, los que a su vez encendían el combustible.

Luego observaron que colocando los nanotubos sobre líquido propulsor, como el clorato de potasio, también lo encendía. En el caso de los motores a petróleo convencionales, el encendido se consigue mediante una chispa producida por un alto voltaje generado entre los electrodos de una bujía. Con ello se enciende una mezcla atomizada de combustible, cuyos gases se expanden, empujando un pistón.

Pero ello no es eficiente ya que la chispa no quema todo el combustible, lo que además hace que el proceso sea contaminante. El resto del combustible que no se quema, se corre al tubo de escape, desde donde se libera a la atmósfera. Todo esto se podría mejorar mucho usando nanotubos en lugar de bujías. En este caso se produciría una mejor distribución del encendido, aprovechando integralmente la atomización del combustible en el momento que se mezcla con el aire dentro del cilindro. Así el encendido ocurriría en varios puntos a la vez, ya que los nanotubos estarían dispersos sobre el combustible, con lo cual se conseguiría una máxima eficiencia en el aprovechamiento del combustible, ya que los gases empujarían de una vez el pistón. Con ello habría menor pérdida de calor. Además se quemaría todo el combustible, con lo que también disminuiría la contaminación. Esta sería otra aplicación de los nanotubos que sería muy plausible por las ventajas que ofrece sobre el encendido convencional. Claro que habría que hacerle algunas modificaciones a los motores, que se pagarían solas por la mejoría de la eficiencia y la menor contaminación.