La obesidad y la marihuana
( Creces, 2006 )

Una droga que bloquea el efecto del principio activo de la marihuana, ha resultado muy útil para bajar de peso y renunciar al cigarrillo. Al mismo tiempo, mejora las enfermedades cardíacas asociadas a la obesidad.

Son conocidos los variados efectos psicológicos que produce la marihuana, que si en general no son muy intensos, en ocasiones pueden llegar a convertirse en una verdadera psicosis. Ahora ya se conoce el principio activo de esta hierba, cosa que sólo fue posible en el año 1964. En ese entonces Raphael Mechoulam de la Universidad Hebrea de Jerusalén, logró aislarlo y descifrar su estructura química. Se trataba del "delta-9-tetra hidrocanabinol” (THC). Al ensayarlo en ratas, se comprobó que tenía las mismas actividades farmacológicas que la marihuana.

Más tarde Allyn Howleff y sus colaboradores de la Universidad de St. Louis, descubrieron que para ella existía en la membrana de las neuronas una proteína receptora (a ella se denominó CB1s), que la reconocía y se unía a ella. Lo que era necesario para que el THC penetrara al interior de la célula y desarrollara allí su acción. Más tarde se pudo comprobar que esta proteína receptora era muy abundante en las paredes de las células nerviosas, concentrándose muy especialmente en neuronas pertenecientes a regiones específicas del cerebro, como es el hipocampo, hipotálamo, cerebelo, ganglio basal, amígdala, tronco cerebral y células de la médula espinal. Esta distribución explica la enorme variedad de síntomas que suele producir la marihuana en quienes la ingieren. Así por ejemplo, al actuar en el hipocampo, explica que afecte la memoria. Del mismo modo que por su acción en los centros de control del cerebro, produce alteraciones motoras. Al actuar en el tronco cerebral y en la médula, explica su acción analgésica. En definitiva la marihuana actúa en todas partes, disminuyendo la sensación de dolor, provocando relajación, mejorando la inmunidad, y olvidando las experiencias no placenteras. (Nuestro cerebro se defiende de la locura). Mientras tanto también produce otros síntomas muy llamativos fuera del cerebro, como incremento del apetito e incremento de depósito de grasa en los adipositos.

¿Cómo explicarse que existan receptores en las paredes de casi todas las células cerebrales para una sustancia vegetal, totalmente ajena al cerebro? La respuesta vino en el año 1992, cuando el mismo Raphael Mechoulam descubrió que normalmente en el cerebro producía un pequeño ácido graso que se unía al mismo receptor al que se unía el THC y que remedaba las mismas acciones de la marihuana. A este pequeño ácido graso, lo denominó anantadina, palabra tomada del Sanscrito (ananda), que significa felicidad. Posteriormente se describió otro lípido con iguales propiedades. Estos dos compuestos son los considerados canabinoides endógenos o "endocanabinoides". Es decir, el cerebro produce una sustancia semejante al principio activo de la marihuana.


Bloqueando a los endocanabinoides

Por otra parte, una empresa farmacéutica francesa (Sanofi-Aventis) ha estado ensayado con mucho éxito una droga que ha denominado Rimonabant, y que se ha demostrado muy efectiva para disminuir los síntomas de ansiedad que se producen al dejar el cigarrillo, el alcohol y otras drogas aditivas. Lo curioso es que se ha encontrado que esta misma droga inhibe a los receptores específicos para endocanabinoides (CB 1s), que se encuentran tan ampliamente distribuidos en las membranas de las células del sistema nervioso y en otras células de todo el organismo. Como consecuencia de ello, al administrarse a animales de experimentación, desaparece el apetito y simultáneamente comienzan a perder peso. Esto se ha comprobado en diversos animales de experimentación. Más adelante George Kunos de la Universidad de Virginia, en Richmond, como contra prueba, demostró que ratas genéticamente modificadas de modo que carecieran de receptores CB1s, comían menos y adelgazaban. Lo mismo se pudo observar cuando se les administraba Rimonabant a ratas obesas; estas comían menos, y perdían hasta el 20% del peso. Además les disminuían los lípidos plasmáticos y la glicemia.

Con estos resultados, la droga (Rimonabant) se ha ensayado en 6.600 personas obesas, o con sobre peso. Los resultados se han publicado recientemente en The Lancet (vol.365, pág. 1389, 2005). En el ensayo, todos los voluntarios se sometieron a una dieta restringida en calorías, más un programa de ejercicios. El total de personas se dividió en dos grupos: uno recibió un placebo y mientras que al otro grupo se administró Rimonabant. Después de someterse durante un año a este régimen, el grupo que recibió el placebo bajó 1,8 kilos como promedio, y su cintura disminuyó 2.4 centímetros. Aquellos que recibieron Rimonabant, la disminución fue significativamente mayor. Como promedio bajaron 6,6 kilos de peso y su cintura disminuyó en 6.5 centímetros. Más aún, dos tercios de este último grupo disminuyeron su peso en un 5% o más, lo que es el mínimo requerido para que un tratamiento de la obesidad sea considerado como efectivo.

También se pudo observar una disminución significativa de los niveles de colesterol y triglicéridos plasmáticos, junto con una mejoría de la sensibilidad a la insulina. Es decir, se observó una mejoría de lo que se ha llamado el "síndrome metabólico", una serie de síntomas asociados a la obesidad: imbalance lipídico, presión elevada y resistencia a la insulina, lo que sugiere que el Rimonabant, no sólo reduce el apetito, sino que también tiene efectos metabólicos directos.

No está claro como el Rimonabant afecta al metabolismo, pero todo parece indicar que actúa fuera del cerebro, directamente en el metabolismo lipídico. La droga se une a los receptores CB1 en la membrana del hepatocito (célula de depósito graso), y actúa regulando la adiponectina, una hormona que está comprometida con el metabolismo lipídico. Se sabe que las personas delgadas tienen niveles más altos de adiponectina en la sangre que los obesos, ya que les ayuda a quemar más grasas. Por experiencias en animales, se ha llegado a concluir que el Rimonabant no actúa tanto a nivel de la ingesta calórica, sino por el contrario actúa manejando en forma diferente el exceso calórico.

Los antecedentes de los ensayos clínicos con Rimonabant están siendo estudiados por el Food and Drug Administration de los Estados Unidos, y es muy probable que pronto le den la aprobación para su comercialización. El laboratorio Sanofi-Aventis, que la fabrica, no piensa comercializarla como una droga para la obesidad, sino como una droga útil para el síndrome metabólico, es decir, como una indicación cardiaca. Esta parece ser una estrategia de mercado, dado que las compañías de seguro no pagan por el tratamiento de la obesidad, pero sí en cambio por las enfermedades cardíacas. Su promoción estará basada en el tratamiento de enfermedades cardiacas, que están asociadas a la obesidad y el cigarrillo. Es decir, está dirigida a las personas que necesitan perder peso, pero por razones cardiacas.

Por los resultados clínicos que se han ido describiendo, pareciera que esta nueva droga llamada Rimonabant, podría llegar a ser otra celebridad farmacéutica, como lo han sido el Prozac y el Viagra. Si efectivamente continua comprobándose su efectividad, tanto para bajar de peso, como también para ayudar a dejar el vicio del cigarrillo, bien merece estar en el cuadro de honor. Ambos problemas constituyen una plaga.



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