Educar es lento
( Creces, 2006 )

"Para evaluar cambios en el aprendizaje se requiere de perspectiva; lo que sucede en una generación afecta a la siguiente", concluye un informe de Naciones Unidas (World Food Program 2006) que está por publicarse en fecha próxima ¿A qué se debe esa inevitable espera en las mejoras de aprendizaje?

La investigación científica muestra que el desarrollo cerebral del niño está condicionado tanto por la genética, como por el medio ambiente, y que éste deja huellas indelebles para el resto de la vida.

El niño nace con un número total de neuronas; pero el proceso de interconexión de ellas (cableado cerebral) es de desarrollo post natal. Es por ello que el cerebro crece tan rápidamente durante los primeros meses de vida. A los seis meses de edad ya duplica su peso, y a los 18 meses alcanza el 80% del definitivo.

En tanto, la influencia del entorno es prioritaria. La nutrición y los diversos estímulos ambientales (cognitivos, sensitivos, verbales, afectivos y motores) van modelando el cableado cerebral. Todo esto va a condicionar la expresión del potencial genético. Si la estimulación es caótica, lleva a un mal cableado, con demostrables secuelas posteriores.

En nuestro país -a pesar que la nutrición infantil ya no es un factor limitante para el desarrollo cerebral- la pobreza crónica y su negativo entorno, aún persiste. Nacer en circunstancias de pobreza, en un medio ambiente gris y limitado, que no estimula la imaginación ni exacerba la curiosidad, junto a una carencia de estimulación verbal, baja escolaridad de los padres, distorsión de la estructura familiar, violencia con limitación afectiva e inseguridad, van estructurando un micro ambiente inadecuado que deforma el correcto desarrollo de las interconexiones cerebrales.

Los profesionales de CONIN, después de tratar durante 30 años a más de 80 mil lactantes provenientes de familias de extrema pobreza, han ganado una amplia experiencia. Mediante un tratamiento integral (nutrición y mejoría de la estimulación) logran una significativa recuperación. Sin embargo, los niños no alcanzan la normalidad en su desarrollo físico ni intelectual. Su seguimiento en edades posteriores, pone en evidencia un daño que se traduce en menor desarrollo físico y dificultades en el aprendizaje. Es que, desgraciadamente, el desarrollo cerebral sigue una evolución en el tiempo, que si se retrasa no es recuperable. Allí se inicia la desigualdad en las oportunidades.

El menor puntaje en el desarrollo intelectual de los pre-escolares se observó a su tiempo en los países que hoy son desarrollados. El psicólogo James Flyn de Nueva Zelanda, observó hace algunos años que las evaluaciones de los cuocientes intelectuales realizadas en pre-escolares de Estados Unidos, mostraban un déficit significativo en el pasado, y que estos se fueron normalizando en función del tiempo (Fenómeno Flyn). En 1910, el cuociente intelectual promedio de los pre-escolares era de 76 puntos. Poco a poco se fue incrementando hasta alcanzar en 1990 los 100 puntos. Igual observación se ha corroborado en diferentes países europeos (Bélgica, Holanda, Noruega, Inglaterra e Israel). Todos ellos atribuyen el mejoramiento a los cambios medio-ambientales de la familia experimentados durante estos 80 años (nutrición, escolaridad de los padres, disminución del número de los hijos, cambios culturales, saneamiento ambiental, incremento del ingreso, mejoría de la vivienda, etc.).

Si hacemos bien las cosas y paralelamente tratamos de mejorar los otros factores deficientes relacionados con la educación, sólo comenzaremos a constatar los resultados verdaderos a partir de la próxima generación, en la medida que disminuya el negativo impacto de la pobreza crónica.

No hay que olvidar que hasta hace pocos años -cuando los padres de hoy eran niños- la pobreza extrema afectaba a más del 40% de la población infantil de nuestro país. Y hay que recordar que mejorar la nutrición infantil, demoró más de 30 años y requirió de muchos recursos. Cerca de mi casa un zapatero remendón tiene el siguiente aviso: "Aquí se arreglan todos los zapatos, pero si me piden milagros, denme un tiempito".



Dr. Fernando Mönckeberg Barros

Decano/Facultad Ciencias de la Salud
Universidad Diego Portales


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