El amor y la química
( Publicado en Revista Creces, Octubre 1999 )
Al enamorarse se llega a una situación emocional que distorsiona la realidad y que tiene una traducción bioquímica a nivel del cerebro. Muchos científicos la comparan con otros trastornos emocionales compulsivos, y parecen tener buenas razones para ello.
Muchos psicólogos piensan que el enamorarse es una enfermedad. La persona objeto del amor se convierte en una obsesión, se distorsiona su imagen real, y por ello se puede llegar a grandes locuras, que más tarde parecen irracionales.
Algunos científicos comparan el estado de enamoramiento al cuadro psiquiátrico que se ha llamado "Desorden Obsesivo Compulsivo" (DOC). Los enfermos que padecen de él experimentan una fuerza compulsiva que los obliga a realizar las más irracionales acciones en forma repetitiva (La psicosis obsesiva compulsiva) . En ellos se han detectado cambios bioquímicos cerebrales que acompañan al trastorno. Por esto ha parecido interesante buscar iguales cambios bioquímicos cerebrales en los procesos de enamoramiento.
En el año 1990, Donatella Marazzitti, una psiquiatra de la Universidad de Pisa en Italia, inicia la búsqueda de explicaciones bioquímicas para el DOC. Pensó que la serotonina, un neurotransmisor que ejerce una acción tranquilizante en el cerebro, podría estar alterada. Los niveles bajos de serotonina se han ligado a estados de agresión, depresión y ansiedad. La droga Prozac ayuda a combatirlos estimulando presencias de serotonina en el cerebro. Por ello Marazzitti decidió determinar los niveles de serotonina en pacientes con DOC.
Pero determinarlos en el cerebro humano no es posible, por lo que decidió hacerlo en otras células más accesibles. Así montó una técnica para determinar este neurotransmisor en las plaquetas, células que podía obtener de una muestra de sangre. En las plaquetas, la serotonina juega un rol totalmente diferente, cual es facilitar la formación del coágulo. Sin embargo, su nivel varía en la misma forma que lo hace en el cerebro. Ello podría ser un método indirecto para saber cómo se modificaba la serotonina en los estados emocionales ya señalados.
Fue así como Marazzitti encontró que en los pacientes con DOC, los niveles de serotonina en las plaquetas estaban inusualmente bajos. Pero lo más interesante fue que también los encontró bajos en las personas enamoradas. Durante el día los pacientes con DOC, por horas están obsesionados por diferentes objetos o personas, como podría ser el enamorado. Ello ocurre aun cuando en ambas situaciones están conscientes que esto es irracional, pero que de ellas no pueden escap
La búsqueda en el amor
Marazzitti comenzó a buscar enamorados. Puso un aviso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pisa pidiendo estudiantes voluntarios que se hubieran enamorado en los últimos seis meses y que durante esa época hubiesen estado obsesionados por su amor, por lo menos cuatro horas al día, pero que al mismo tiempo no hubieran tenido relación sexual. Ella deseaba encontrar Romeos y Julietas, con una pasión fresca, que no se hubiese aún mezclado con el sexo. Así encontró a 17 mujeres y tres hombres, cuya edad promedio fue de 24 años. Como grupo control seleccionó otras 20 personas que no hubiesen caído en el amor, ni tampoco padeciesen de DOC.
A todos ellos les tomó una muestra de sangre, y de ellas separó las plaquetas. Encontró que el grupo control tenía niveles normales de serotonina, mientras en los enamorados estaba como promedio un 40% más bajo. Marazzitti señala que la frase de "estar loco de amor", refleja la realidad de la situación.
Con el objeto de confirmar que los niveles de serotonina sólo se elevan en los estados de enamoramiento y no después, reexaminó un año más tarde a seis de los mismos pacientes, cuando ya la pasión por su pareja se había normalizado y un afecto más tranquilo la había reemplazado. Efectivamente, en este nuevo examen, los niveles de serotonina de las plaquetas estaban en niveles normales. Observó que lo mismo pasaba cuando los enfermos de DOC lograban un estado de tranquilidad. El estudio fue publicado en ""Psycological Medicine” (vol. 29, 1999, pág. 741).
Thomas Insel, director del Emory University del Regional Primate Research Center en Atlanta, encuentra el trabajo muy interesante y los resultados le parecen muy lógicos. "Cualquiera de nosotros que ha estado realmente enamorado, sabe que detrás de todo tiene que haber un proceso bioquímico cerebral", dice Insel.
Abdulla Badawy, un bioquímico del Whitchurh Hospital en Carfiff, Wales ha observado también que el ingerir alcohol, desciende los valores de serotonina en el cerebro. "Por el alcohol se pierden las inhibiciones, lo que en ocasiones lleva a ver como muy atractiva, e incluso experimentar sentimientos pasionales, a la persona que está al otro lado del bar", señala Badawy. Según Erik Hollander, director del Compulsive, Impulsive and Anxiety Disorders en Nueva York, señala que el DOC tiene un espectro mucho más amplio de lo que hasta ahora se le ha atribuido. "Algunos impulsos como robar, comprar o jugar producen placer en la misma forma que enamorarse", señala Hollander.
Este mismo autor también ha estudiado otra condición que podría asociarse al DOC: los celos compulsivos. Uno de sus pacientes estaba convencido de que su mujer se la jugaba.
Todos los días le preguntaba en forma inquisitiva, con quién había estado y a quién había visto. Le imponía a que corriera todas las cortinas de las ventanas y que no fuera a la playa en traje de baño. Lo trató con Prozac, con lo que el paciente se relajó. "Las emociones persistentes como el enamoramiento o los celos compulsivos, corresponden a otras formas de DOC", señala Hollander.
La cosa debe ser más compleja
La química de Cupido amerita estudios más profundos, señala Hagop Akiskal, un psiquiatra de la Universidad de California en San Diego. Si la serotonina varía, las causas hay que buscarlas en nuestros genes, para tratar de explicarse por qué sucede eso. Las emociones intensas crean imágenes no reales en el objeto amado. El cerebro funciona así por un objetivo último: procrear.
Las personas que tienen niveles de serotonina crónicamente bajos, tienden a ser más sexy. "Los hombres que tienen menos activo el gene de la proteína que transporta la serotonina (lo que se traduce en niveles más bajos de ella) son más activos sexualmente en relación de los que poseen el gene normal", señala Dean Hamer del National Cancer Institute, cerca de Washington.
Pero en el temperamento apasionado hay también otras variaciones bioquímicas. En 1996, dos equipos de investigadores ubicaron un polimorfismo particular en el gene que codifica el receptor D4 dopamina. "Algunos de los que habían heredado este gene eran muy apasionados en el amor", dice Akiskal. El piensa que los grandes románticos son personas que sufren de ciclotimia, una enfermedad bipolar, como la depresión maniaca, que alterna períodos de intensa agitación con períodos de melancolía.
De acuerdo con las investigaciones de Akiska, los pacientes con ciclotimia se enamoran indiscriminadamente durante sus tiempos felices. Pero ello inevitablemente falla, olvidando su amor cuando lo absorbe una grave melancolía, que incluso puede llevar a sentimientos suicidas. Todo ello amerita un detallado estudio cerebral, que desgraciadamente es muy difícil realizarlo en los seres humanos.
Por ello los investigadores buscan un modelo animal. ¿Pero cómo conseguir que una rata se enamore? Es cierto que los animales se cruzan, pero ¿realmente experimentan un amor romántico? Cuando nace una cría, en muchas especies el macho se siente atraído, pero eso no puede considerarse un romance.
Actualmente están estudiando un tipo de ratón de praderas que tiene la particularidad de ser monógamo. En ellos están determinando la dopamina. Tal vez podamos aprender de ellos cuál es la bioquímica del amor, ya que hay otros ratoncitos del mismo género, que en cambio son promiscuos (Creces, Octubre 1998, pág. 12). Cuando las hembras de los primeros no tienen sexo, al dársele una dosis de dopamina, escoge a cualquiera como pareja y con él vive el resto de su vida. ¿Se puede considerar esto una enfermedad? (News Scientist , Julio 31, 1999, pág . 42).
Por que habría que enamorarse
Si el proceso de enamoramiento raya en lo patológico hasta convertirse en una obsesión en que se altera la imagen de la realidad, ¿por qué es algo tan difundido que en algún momento de la vida afecta a casi toda la especie? A primera vista el amor no es indispensable para la conservación de la especie y por lo tanto, de acuerdo a los evolucionistas, este factor genético en el curso de la evolución debiera haber desaparecido.
Sin embargo son los mismos psicólogos evolucionistas los que dan la explicación. La reproducción del ser humano se caracteriza, a diferencia de otras especies por tener un producto que en el momento de nacer es inmaduro e incapaz de mantenerse por sí mismo. Al menos durante los primeros períodos de la vida requiere de preocupación y cuidado que sólo lo puede proporcionar una pareja de progenitores. No basta que la madre cuide del hijo (como sucede en otras especies en que el producto es más maduro) y que dedique toda su fisiología y actividad a ello, sino también es necesario disponer de un padre proveedor que sea también capaz de protegerlo de posibles predadores durante la etapa de inmadurez. Es aquí, según ellos, donde el enamorarse logra la estabilidad de la pareja, y ello ocurre precisamente durante la juventud, época que coincide con la edad reproductiva (es raro enamorarse de viejo).
Por otra parte, según los que sostienen la teoría del “gene egoísta”, al enamorarse una pareja, se asegura el padre del traspaso de sus genes y no de otros, a la próxima generación. Si el cruzamiento fuera sin amor, habría poca seguridad de que fuesen sus genes los que se traspasan, y por lo tanto no habría un compromiso del padre. En resumen, el enamoramiento es un proceso necesario para la conservación y estabilidad de la especie, y probablemente que por ello, a pesar de los riesgos de pérdida de la realidad, la especie ha conservado esta información en sus genes.
Cualquiera sean las causas y riesgos de la existencia del enamoramiento, bienvenido está y el proceso vale la pena vivirlo. Incluso en la época actual, el hijo nacido sin amor, corre un riesgo muy elevado.