Virus en el tratamiento del cáncer
( Creces, 2006 )

El uso de virus genéticamente modificados está ofreciendo una gran oportunidad para el tratamiento del cáncer. Ellos pueden ubicar las células tumorales, y destruirlas al proliferar en su interior, mediante el aprovechamiento de su maquinaria metabólica.

A primera vista, el inyectar un virus vivo a una persona parecería una estupidez. Sin embargo no parece tanto después de conocer la forma de actuar de un virus. Desde luego no son capaces de reproducirse por si mismo, sino que por el contrario, necesitan invadir una célula y multiplicarse dentro de ella, utilizando la maquinaria metabólica de la misma célula que los ha cobijado. En su interior se reproducen sin límite hasta terminar destruyéndola. Rompen su membrana y salen libres, listos para invadir nuevas células y repetir el ciclo (Cómo funcionan los virus). “Si esta actividad la dirigieran directamente contra las células de un tumor canceroso, podrían destruirlo completamente", dicen los investigadores.

Esto es posible, ya que parece haber ocurrido más de una vez, cuando por diversas razones se han inyectado virus vivos a seres humanos. En el año 1912, un ginecólogo relató en una revista italiana el caso de una mujer que padecía de un cáncer cervical avanzado, y que se mejoró completamente después de haber sido vacunada con el virus atenuado de la rabia, porque había sido mordida por un perro. Con posterioridad a ello, se han relatado otros casos en que milagrosamente se achicaron tumores cancerosos después de haber sido infestados por algún virus vivo.

En base a estas observaciones, en el pasado se iniciaron los ensayos con diversos virus vivos para el tratamiento del cáncer, pero no todos los resultados fueron exitosos, por lo que se dejó de investigar en este sentido. Esto coincidió con el posterior auge de la quimioterapia y la radioterapia, lo que llevó a abandonar este tipo de estudios.

Han pasado varios años, pero mientras tanto ha avanzado mucho el conocimiento de la forma en que los virus afectan a las células y como se aprovechan su maquinaria metabólica en su beneficio. Al mismo tiempo también ha habido grandes avances en las técnicas de manipulación de los genes de los virus, lo que ya permite visualizar la posibilidad de modificar el virus para que sean efectivos contra células cancerosas.


Cómo se han modificado los virus

En 1991, Robert Martuza de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, modificó el primer virus con el objeto de utilizarlo en el tratamiento del cáncer. Se trató del virus herpes al que le eliminó el gene que codificaba para la enzima “timidina quinaza”. Sin esta enzima, el virus no podía replicarse dentro de la célula. Sin embargo las mismas células humanas, cuando se están dividiendo producen esta enzima, que bien puede utilizarla el virus (pero sólo cuando se están dividiendo). Por el contrario, las células cancerosas, al estarse dividiendo rápidamente, producen gran cantidad de la enzima. Por ello el virus busca estas células cancerosas porque al invadirlas les permiten replicarse sin dificultad (ver figura).

Con posterioridad a ello, varios investigadores han estado creando virus buscadores de células, ya sea manipulando su replicación, o alterando las proteínas de su superficie, de modo que sólo puedan unirse a células cancerosas (ver figura).

Estas y otras modificaciones que permiten potenciar el efecto destructivo del virus sobre las células cancerosas, abren posibilidades que bien empleadas puede ser un arma biológica ideal para combatir células cancerosas. El objetivo final de cualquier terapia del cáncer es matar a las células cancerosas y esto es lo que ellos saben hacer.


El estoicismo de las células normales las beneficia

Cuando una célula normal es infestada por un virus, ellas tratan de suicidarse antes de que el virus pueda replicarse en su interior. El proceso se llama “apoptosis”. Sin embargo las células cancerosas que están fuera de control, son resistentes a la apoptosis, lo que las hace ideales para que los virus se instalen dentro de ellas y se repliquen sin límite. Es esta complacencia las que en este caso termina por matarlas. Esta diferencia es la que están buscando los investigadores. El ideal sería el modificar un virus para que sólo ubique células cancerosas y con ello se lograría una verdadera bala mágica. Las drogas que se usan en el tratamiento de quimioterapia tienen el inconveniente que matan células cancerosas, pero también matan células normales. Por cada seis células cancerosas que matan, muere una célula sana. Los virus modificados para actuar como oncolíticos, podrían matar miles de células cancerosas antes de matar una célula sana.

Por todas estas razones es que los virus oncolíticos vuelven a ver como muy atractivos. Al menos desde el punto de vista del laboratorio, las cosas se ven como muy promisorias. Es así como se ha logrado que varios virus modificados, ya sea en cultivos o en animales de experimentación, sean capaces de matar selectivamente células cancerosas. En la actualidad ya existen por lo menos 14 de estos virus que han sido modificados en distintas formas y que esperan autorización de los organismos oficiales para ser ensayados en tratamiento de tumores en humanos.

Pero como sucede a menudo, al pasar a la etapa del ensayo clínico, las cosas se muestran más complejas. Lo que se demuestra como muy efectivo en la investigación básica, no lo es tanto cuando se llega a los ensayos humanos. Allí los resultados son menos evidentes o menos consistentes. Así por ejemplo, uno de los virus que se han modificado, es el que se ha designado como ONYX-015, que demostró resultados muy halagadores en el tratamiento de cáncer de cabeza y cuello, pero falló en el tratamiento del cáncer del ovario, pulmón, páncreas e hígado.

Un problema que no se había considerado en el uso de oncovirus en humanos, fue el comportamiento del sistema inmunológico. Resulta que este es muy eficiente, ya que inmediatamente que el virus entra al organismo, comienza a intervenir en la defensa, de modo que el efecto esperado por la inyección de virus, decrece por inactivación de ellos mediante el sistema inmunológico, mientras tanto el tumor continúa desarrollándose.


Lograr un virus sigiloso

Es normal que a lo largo de nuestras vidas hayamos acumulado una enorme variedad de anticuerpos contra los más diferentes virus, ya sea que los hayamos adquirido accidentalmente, como porque los recibimos por vacunaciones. Tan pronto como algunos de estos virus entra a nuestro organismo, los anticuerpos los neutralizan y dan cuenta de ellos, al mismo tiempo que el sistema inmune se esmera en producir más anticuerpos. Incluso cuando nunca se haya estado expuesto a un virus en particular, ya a los pocos días se comienzan a producir anticuerpos. Con ello se reduce la cantidad de virus que puedan llegar efectivamente al tumor.

Es así como los investigadores están ahora buscando alguna forma de fabricar un virus sigiloso, que sea capaz de pasar desapercibido frente al sistema inmunológico y no despierte su voz de alarma. Algunos virus en forma natural ya lo han conseguido. Así por ejemplo el caso del virus “vaccina", que se usa para vacunar contra la viruela, puede cubrirse a sí mismo en su superficie con proteínas y desplazarse por el torrente sanguíneo con una "envoltura extracelular", sin ser reconocido. Esta peculiaridad es posible explotarla en la viroterapia.

En base a lo que sucede normalmente con el virus vaccina, Len Seymur y su equipo de la Universidad de Oxford han envuelto al "adenovirus" con un polímero inerte que también lo hace invisible al sistema inmunológico. Esta capa también cubre las proteínas virales que se unen a los receptores que se encuentran en la superficie de las células y que normalmente reconocen al virus y lo dejan entrar. Los virus cubiertos con esta capa no pueden infectar a las células normales. Si a ellos en su superficie se les agregan proteínas de células cancerosas, se logra un virus que infecta selectivamente a las células tumorales de su selección.

En esta forma Seymur ha logrado infectar un amplio rango de células tipo. Ahora ya están esperando ensayar en clínica adenovirus sigilosos. El problema es que la segunda generación de estos adenovirus, cuando ya han infectado y echo explotar la célula cancerosa, ya no poseen la capa de polímetro y por lo tanto serán visibles al sistema inmunológico. Pero aun así puede que sean muy útiles. Puede que las células infectadas expulsen proteínas virales a la superficie, lo que llevaría al sistema inmunológico a producir anticuerpos directos contra ellas, lo que ayudaría a destruir el tumor.

En resumen, se trata de una nueva arma que tiene posibilidades para atacar específicamente la célula cancerosa. Podría por ejemplo diseñar un virus para reconocer una célula cancerosa y depositar en su interior diversas substancias nocivas capaces de dañar las células tumorales: una carga tóxica, como una droga, un radioisótopo, un anticuerpo o un gene que codifique una proteína contra el cáncer. Las posibilidades son muchas. Por último esta nueva tecnología podría también usarse en combinación con otras como la quimioterapia o la radiación, sumando sus efectos. En un futuro muy cercano ya se comenzaran a ver los primeros resultados



*(New Scientist, Noviembre 19 del 2005, pág. 43).



0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada