La nave japonesa Hayabusa llegó al asteroide Itokawa y viene de vuelta
( Creces, 2006 )
Los asteroides existen y son muchos. Ya se conocen 682, que por cruzar la órbita de la Tierra son realmente peligrosos. Ellos pueden ser de distintos tamaños, desde unos cientos de metros, hasta varios kilómetros. Al chocar con la Tierra los daños serían proporcionales a su tamaño. Esta posibilidad existe y antes ya ha sucedido. Dependiendo de su tamaño pueden detectarse a una distancia de varios millones de kilómetros, es decir, si alguno se dirige hacia la Tierra, el desastre podría conocerse varios días antes. Pero, ¿qué se podría hacer para impedirlo? Para diseñar la tecnología apropiada habría que conocer más de su forma y densidad.
(Los asteroides deben ser tomados en serio)
Se conoce bastante de grupos de asteroides, pero falta conocer detalles más específicos, como densidad y morfología, ya que su composición química se puede determinar por telescopios instalados en la Tierra, mediante espectrometría. Ante el riesgo que uno de ellos llegue a amenazar la Tierra, para controlarlos habría que tener más antecedentes de sus estructuras y para ello habría que observarlos de cerca e incluso llegar a tomar muestras para traerlas y examinarlas. Toda esa información sería necesaria para preparar una estrategia adecuada para tratar de desviarlos.
Por primera vez la nave Galileo, al viajar hacia Júpiter, pudo observar de cerca a dos de ellos: Ida y Gaspar. Más tarde, en el año 1996, el satélite NEAR (Near Earth Asteroid Rendez-vous), pudo observar de cerca al satélite Matilde y luego a Eros (Encuentro con el Asteroide Eros). Las próximas etapas deben ser más complejas, ya que requieren de una tecnología que permita aterrizar sobre ellos y tomar muestras de su superficie. Este era el objetivo de la nave japonesa Hayabusa, que se lanzó en Mayo del 2003, alcanzando al asteroide Itokawa (que en japonés significa halcón), que es una pequeña masa de 250 metros (ver fotografía), cuya órbita elíptica pasa entre Marte y la Tierra (Fig. 2).
Fue en Noviembre cuando la nave Hayabusa se acercó a ltokawa a una distancia de 20 kilómetros, y luego se posó suavemente sobre su superficie durante 30 minutos. Aún no se sabe si consiguió raspar su superficie y tomar una muestra con una garra robótica que se había diseñado con este objeto, ya que no se pudo constatar la maniobra. Con todo, ahora Hayabusa, con poco combustible, está desplazándose suavemente de regreso hacia la Tierra y aquí debería estar llegando en el año 2010, esperando que descienda en el desierto de Australia.
Que vuelva o no a la Tierra, ya su maniobra ha abierto una nueva etapa en la investigación de los asteroides. A diferencia de Eros que se aprecia como una roca sólida, Itokaya da la impresión de estar formado por substancias que se ha aglomerado sobre si mismas, atraídas por su tenue gravedad. Microscópicamente su forma sugiere que está formado por dos terrones diferentes, que en algún momento se unieron en un encuentro pasado. El estudio de rayos infrarrojos desarrollado por la nave Hayabusa, muestra que su composición es condrítica, lo que es típico de muchos otros asteroides. Ojalá que la nave regrese en cuatro años más y que traiga consigo la muestra de Itokawa. Después ya vendrán otras expediciones.