Los biocombustibles en reemplazo del petróleo
( Creces, 2006 )

El presidente George W. Bush solicitó que Estados Unidos desarrollara un máximo esfuerzo para llegar a reemplazar el petróleo y combatir el efecto invernadero, mediante una antigua tecnología, ya implementada en otros países. Sin embargo parece que alcanzar este objetivo no está al alcance de la mano.

Se denominan biocombustibles a todos los combustibles derivados de sustancias orgánicas. Los dos biocombustibles más comunes, son el bioetanol, que podría ser un substituto de la gasolina y el biodisel, sustituto del diesel. El consumo de ambos se vislumbra como una herramienta útil para reemplazar los combustibles fósiles y de paso disminuir las emisiones de gases invernadero. Parece simple, pero no todos coinciden en sus bondades.

La substitución aparece ahora como viable por la fuerte alza del precio del petróleo ocurrido en el último año. Pero más que eso, sus partidarios la ven también como una solución ecológica. Sostienen que su consumo disminuiría dramáticamente la emisión de gases invernadero, ya que los cultivos que sería necesario incrementar para producir el biocombustible, al crecer captarían óxido de carbono de la atmósfera, contribuyendo así a disminuir el efecto invernadero. Por ello ahora los políticos y los ecologistas aparecen unidos patrocinando la idea.

Pero no todos están de acuerdo. Por una parte los científicos comienzan a cuestionar los argumentos sociales y ambientalistas, y tienen serias dudas que el reemplazo vaya a ser posible. También los ambientalistas parecen haberse dividido. Los que se oponen, sostienen que la sustitución lejos de resolver los problemas, los agravaría. "Va a terminar con los bosques tropicales, va a agotar las reservas de agua, va a destruir muchas especies y va a elevar los precios agrícolas", afirman los que se oponen. ¿Quién tiene la razón?


Un poco de historia

En todo caso la idea de usar biocombustibles no es nueva. El Ford modelo T que se produjo en el año 1908, fue originalmente diseñado para funcionar con etanol. Por otra parte Rudolf Diesel que inventó el motor Diesel en el año 1892, realizó la primera demostración pública haciéndolo funcionar con aceite de maní. Pero al inicio de la época del petróleo, resultó evidente que este era más barato, por lo que se olvidaron de los biocombustibles. Pero cada vez que se produce una nueva crisis del petróleo, vuelve a pensarse en lo mismo. Así ocurrió en el año 1970, en que algunos países volvieron a pensar en el biocombustible. En ese entonces, ya hace 30 años, que Brasil se decidió a iniciar la producción de biocombustibles (etanol) utilizando la caña de azúcar, para reemplazar la gasolina. En la actualidad este país produce la mitad del bioetanol del mundo. Por ley, se exige que las estaciones de servicio dispongan que el 20% del combustible deban estar mezclados con bioetanol. Sobre el 15% de los vehículos de Brasil se están movilizando con bioetanol puro.


El impacto agrícola

De acuerdo a lo que informa un estudio publicado en Junio de 2006 por el Worldwatch Institute, para mantener la actual producción de bioetanol a partir de caña de azúcar, Brasil está ocupando el 3% de su tierra agrícola con este objetivo. El problema es que en otros países la cosa es diferente.

El mismo estudio señala que si Estados Unidos se decidiera a reemplazar con bioetanol el 10% de la gasolina que necesita, requeriría para ello, utilizar el 30% de su tierra agrícola. En el caso de Europa, requeriría el 70% (ver gráfico).

Pero Estados Unidos y Europa no son los únicos países que están pensando en el bioetanol. China ha declarado que planea utilizar el bioetanol para terminar con la importación de petróleo y de paso bajar la emisión de gases invernadero, utilizando la casaba. Cuba espera revitalizar su deprimida industria del azúcar, destinando su cosecha a la producción de bioetanol. Hungría espera reemplazar la energía importada de Rusia, con bioetanol producido a partir del maíz.


El teórico beneficio ambiental

Pero no toda la materia prima para producir bioetanol se logra en la misma forma. Estados Unidos pretende que entre 2005 y 2007, duplicar la producción de maíz, pero no está claro que con ello vaya a obtenerse beneficios ambientales. Para alcanzar este objetivo, se necesita una gran inversión en energía, y más energía aun para posteriormente transformar el maíz en etanol. Además va a requerir una gran cantidad de fertilizantes y pesticidas, que también tienen un elevado costo en energía y pesan sobre medio ambiente. En base a estos datos, numerosos investigadores han estado comparando la emisión de gases invernadero derivados del uso de combustible fósil, y relacionándolo con el que produciría el bioetanol a partir de maíz. No hay acuerdo en cuanto CO2 se produciría en cada una de estas dos alternativas. David Pimentel, especialista en economía agrícola de la Universidad de Cornell en Nueva York, concluye que en cantidades equivalentes, el etanol de maíz produciría más gases invernadero que la gasolina.

La otra razón porque algunos ambientalistas se oponen al uso de biocombustibles, tiene que ver con la disponibilidad de tierra agrícola. Afirman que destinar la tierra agrícola que se necesita para la producción de azúcar, llevaría inevitablemente a un déficit en la producción mundial de alimentos. En el caso de Estados Unidos no se llegaría producir una hambruna, pero significaría que ya no podría continuar exportando maíz. Tendría que desviar lo que hoy exporta, para dedicarlo a la producción de bioetanol. Por el volumen que esto significa, necesariamente precipitaría un incremento en el precio del maíz a nivel mundial y muchos miran esto como no ético. Según Lester Brown, un activista de las políticas de producción mundial de alimentos, afirma que el llenar un estanque de un automóvil con bioetanol, requeriría el equivalente a un año de alimento para una persona. Según él, desviar el maíz para producir bioetanol, sería iniciar una competencia entre los 800 millones de personas que en el mundo tienen automóviles, y los tres mil millones de personas que hoy viven con menos de 2 dólares al día, y que ya están gastando más de la mitad de sus ingresos en alimentos.

De acuerdo a la FAO, la competencia ya ha comenzado. Afirma que la conversión de maíz en etanol, es la principal causa que ya haya declinado la reserva mundial de grano durante la primera mitad del 2006.

Es difícil calcular cuanta tierra agrícola se necesitaría para que los biocombustibles influyeran en forma significativa en el reemplazo de la gasolina. En una reciente publicación del Proceeding of the National Academy of Science (Julio del 2006), Jason Hill y sus colaboradores de la Universidad de Minnesota, afirman que en el caso que Estados Unidos desviara toda su cosecha de maíz a la producción de bioetanol, sólo estaría reemplazando el 11% de sus necesidades de gasolina. Por otra parte, el Worldwatch Institute, estima que para producir bioetanol en cantidad suficiente para reemplazar el 10% de las necesidades de transporte del mundo, se necesitaría el 9% de toda la tierra agrícola del planeta.

Pero los que promueven la producción de biocombustibles, afirman que estos cálculos están mal hechos. Piensan que los altos precios que se producirían por el incremento de la demanda de biocombustibles, estimularían los cultivos intensivos y se incrementaría el uso de tierras marginales y las que hoy no se utilizan. Pero incrementar la intensidad del cultivo significa también, más insumos químicos, mayor incremento del consumo de energía y más emisión de gases por tonelada de maíz. A ello hay que agregar los gastos energéticos inherentes a limpiar y preparar nuevas tierras vírgenes para el cultivo, con más liberación de CO2, lo que resultaría en un incremento neto en la emisión de gas invernadero.
¿Pero qué pasa con otros cultivos? Lawrence Eagles del International Energy Agency en Paris, afirma que producir bioetanol a partir de la caña de azúcar, es mejor para el ambiente que hacerlo a partir de maíz, ya que ahorra la primera fase de convertir el almidón en azúcar. "En término de litros de combustible por hectárea de cosecha y beneficio de gas invernadero, la caña de azúcar sería mucho mejor", señala Eagles.

"Ya algunos de los productores se han dado cuenta, y es por ello que el precio del azúcar se ha duplicado en los últimos 18 meses", señala Richard Oxley, gerente de Sugaronline. "Ahora agricultores de Brasil, India, Tailandia y otros, se están preparando para producir tanta caña de azúcar como sea posible". Los ambientalistas manifiestan sus temores que ante el incremento del precio del azúcar en el mercado mundial, los agricultores brasileños incrementen el daño de los bosques del Amazona en un esfuerzo por disponer de nuevas tierras.

Como si todo esto fuera poco, las nuevas plantaciones van a impactar en el abastecimiento de agua, ya que este cultivo la necesita en gran cantidad. En países que no tienen un adecuado régimen de lluvias, los agricultores van a extraer más agua de los ríos, o van a agotar las reservas subterráneas. Si bien es cierto que el regadío no es un problema en Brasil, si lo es en otros países que no son tan afortunados. Es el caso de la India, donde ya las plantaciones de azúcar consumen dos tercios de agua disponible y en algunos lugares los niveles de aguas subterráneas han descendido a más de 50 metros de profundidad. Es en este sentido que la caña de azúcar es peor que el cultivo del maíz para producir bioetanol.


Otras posibilidades

La tecnología para producir biocombustibles está aun en pañales y los científicos piensan que en este sentido hay mucho que progresar. Existe la posibilidad de producir biocombustibles a partir de biomasas que no se utiliza para alimentos, pudiendo dejar el maíz u otros granos como alimentos, con lo que no se afectaría el ecosistema natural (Alcohol etílico a partir de desechos agrícolas), (Lignina, un recurso que promete).

Ya se han descubierto nuevas formas de producir bioetanol sin usar granos, utilizando en cambio materiales orgánicos ricos en celulosa. La celulosa es el principal componente estructural de las plantas. Sus moléculas están formadas por largas cadenas de azúcar, que en su conjunto forman las paredes de las células. Degradando estas moléculas, se llega al azúcar que contienen. A partir de ella, se puede fermentar para llegar a bioetanol.

Perfeccionando un proceso eficiente para convertir celulosa en etanol, habría una enorme cantidad de productos vegetales que se podrían utilizar, desde pastos, a todo tipo de residuos, arbustos, hasta chips de madera. Esto podría producir dos veces más etanol por hectárea que el maíz, utilizando tierras que hoy día no son económicamente productivas y que no afectarían el medio ambiente. Podrían aprovecharse los desechos municipales, como el papel, cartones, restos orgánicos de alimentos.

El Departamento de Energía de Estados Unidos, estima que en el año 2030 se podría producir un tercio de sus requerimientos de energía. Para ello recomiendan utilizar cosechas genéticamente modificada, o pastos duros o árboles, como álamos y especies resistentes a pestes y de rápido crecimiento, que son muy ricos en celulosa (Arboles veloces). Para ello se requiere buscar enzimas más eficientes que las actuales para degradar la celulosa hasta sus constituyente, la glucosa. La ingeniería genética puede ayudar a desarrollar granos o árboles que crezcan en suelos salinos y semi áridos.


Respecto al biodisel

Por otro lado, con el incremento del precio del petróleo, ya se está haciendo rentable el uso de los aceites de cocina. Es perfectamente posible usar los aceites vegetales y las grasas animales en reemplazo del diesel. Se puede usar cualquier aceite vegetal, como la soya, el aceite de palma, el aceite de raps (canola) o el de maravilla (girasol). Ellos si que produce una reducción en la producción de gases invernaderos, siendo esta diferencia mayor que con el bioetanol.

Jacson Hill de la Universidad de Minnesota estima que el uso de biodisel reduce las emisiones del dióxido de carbono en tres veces, en relación al etanol. Lo que es más importante es que los granos de oleaginosas no requieren tantos agroquímicos o agua de irrigación.

Alemania es actualmente el país que más biodisel produce. En el año 2005, produjo más que todo el resto del mundo (ver gráfico). Sin embargo hay también inconvenientes relacionado con los terrenos agrícolas. Por ejemplo, la maravilla y el raps, que son las semillas que ahora más se producen para biodisel, tienen un rendimiento por hectárea menor que lo que produce el maíz para bioetanol.

Los países de la Unión Europea ya han legislado para que en el año 2010, el biocombustible se mezcle en un 5.75%. Como la tierra es la limitante, para alcanzar este porcentaje tendrán que importar aceites vegetales.

Aquí hay una oportunidad para Malasia e Indonesia, que dominan el mercado del aceite de palma. Este aceite tiene los rendimientos más altos por hectárea y ya se están preparando para satisfacer el mercado europeo.

En la actualidad Indonesia ya posee seis millones de hectáreas que producen aceite de palma y pretenden incrementar la extensión en tres millones más. Pero se piensa que van a destruir los bosques de Borneo, con lo que se afectaran los orangutanes que los habitan.

Habrá que esperar que vaya sucediendo. Probablemente llegó el momento del biocombustible, pero que con ello se entre a reemplazar significativamente la energía fósil, parece poco probable.



*New Scientist, Septiembre 23, 2006, pág. 36.


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