La tierra desde el espacio: el ojo ecológico
( Publicado en Revista Creces, Marzo 1990 )
Nuestro planeta esta en peligro, principalmente por la acción humana: decirlo es ya un cliche, pero también es una verdad corroborada por las observaciones que pueden realizar los satélites que este mismo homo tecnologicus ha puesto en orbita. Si este "ojo" privilegiado nos convence de una vez a asumir una ética ecológica, quizás no sea demasiado tarde.
Nos ha correspondido vivir una época de profundos cambios ambientales. Sea producto de la mano del hombre o por obra de la naturaleza, los ecosistemas van cambiando en forma constante, y a veces alarmante.
Un problema de esta magnitud ha despertado una inquietud generalizada que - aunque parezca paradojal- hasta la fecha se ha reflejado sólo en acciones de tipo local. Pareciera que los países han logrado desarrollar algún grado de conciencia respecto de su problemática ambiental, pero ésta aún no logra concretarse en una adecuada visión global de tan vital asunto.
En descargo de esta actitud, se podría argumentar que los datos ambientales a menudo provienen de fuentes con grados tan diferentes de confiabilidad que impiden organizar la información global de un modo homogéneo. La principal limitación en esta tarea es, obviamente, económica; no todos los países disponen del nivel tecnológico mínimo para realizar las mediciones adecuadas para tener un panorama objetivo de su realidad ambiental.
Desde el cielo
Desde hace más de dos décadas, la instalación de satélites en el espacio ha hecho posible resolver el problema en forma radical. Las espectaculares fotografías obtenidas por los astronautas han permitido confeccionar un archivo cada vez más completo de la situación ambiental de nuestro planeta y - lo más importante- observar cómo esta situación evoluciona en el tiempo.
De este modo, mientras por una parte es posible apreciar cómo el lago Nasser, detrás de la represa de Assuán, en Egipto, va paulatinamente disminuyendo de tamaño debido a la acumulación de légamo, resulta alentador apreciar de qué manera las nuevas técnicas de irrigación han permitido el desplazamiento de la línea de vegetación de desiertos como el Sahara o el de El Riad, en Arabia Saudita.
A través del Programa de Observaciones de la Tierra del Transbordador Espacial, la documentación de los astronautas norteamericanos sobre los cambios ambientales, tanto naturales como provocados por el hombre, ha permitido formar un archivo fotográfico de muchas regiones del mundo durante las últimas dos décadas. Las tripulaciones en las misiones del transbordador espacial posteriores al Challenger han dedicado hasta una tercera parte de su tiempo a tomar películas de la Tierra desde el espacio, y son testigos de indicios alarmantes de deforestación, erosión y contaminación en todo el mundo.
En áreas donde la superpoblación es un problema agudo, se han desarrollado zonas de cultivo marginal para una agricultura de subsistencia. La gran presión ejercida sobre suelos apenas productivos los ha agotado rápidamente, obteniéndose así un resultado doblemente adverso: se obtiene poco fruto de la tierra y ésta se agota anticipadamente. Del mismo modo, la búsqueda de cantidades mínimas de madera, con fines de calefacción o para preparar alimentos, desgasta más y más tierras.
El apetito gigantesco del mundo desarrollado por los combustibles fósiles y las emisiones resultantes de su combustión generan gases responsables tanto del calentamiento de la Tierra por el efecto invernadero como de la gran contaminación que se cierne sobre todos los continentes. Grandes áreas, otrora bosques, permanecen yermas hoy. En todo el mundo las capas superiores del terreno son arrastradas hacia los océanos.
Los fenómenos naturales hacen lo suyo también. Los volcanes arrojan toneladas de contaminantes. Los huracanes azotan grandes zonas, sembrando la destrucción. El viento y el agua remodelan constantemente la superficie de la Tierra.
Las fotografías desde el espacio están ayudando a comprender y evaluar muchos de estos fenómenos. Sirven también de advertencia, ayudándonos a apreciar la fragilidad de nuestro planeta. Las misiones tripuladas ofrecen la ventaja adicional de la discriminación del ojo humano para decidir sobre hechos inesperados, ángulos óptimos para apreciar tal o cual fenómeno, etc.
Robert Springer, especialista encargado de observar y fotografiar la Tierra a bordo del Discovery en su vuelo STS-29, señalaba: "Prácticamente se puede ver un continente entero, o al menos, de este a oeste, en sólo un momento. Puede apreciarse lo muy valiosa que es la Tierra y, sin embargo, también se puede ver lo que está ocurriendo en el medio ambiente. Es lamentable ver lo que está ocurriendo en aquellos sectores donde la deforestación está tan extendida. La gente debe darse cuenta de que tenemos que empezar a proteger más nuestro medio ambiente".
Misión al planeta tierra
El éxito de las misiones llevadas a cabo hasta la fecha ha motivado que la Administración de Aeronáutica y del Espacio (NASA), la Agencia Espacial Europea (ESA) y el gobierno de Japón se unan en un esfuerzo común para desarrollar y lanzar nuevas naves espaciales no tripuladas de gran tamaño para la vigilancia de las condiciones ambientales en la Tierra. El programa, que lleva el nombre de Misión al Planeta Tierra, deberá comenzar en 1996 y se piensa que más de veinte países se sumarán al esfuerzo de colocar casi dos docenas de satélites en Orbita antes de 1995.
La NASA ya ha iniciado el desarrollo de la primera plataforma polar, que servirá de base para 19 avanzados instrumentos de observación de la Tierra, que forman parte del Sistema de Observación de la Tierra (EOS). El lanzamiento de la primera plataforma está programado para 1996. El año siguiente, la ESA lanzará una gigantesca plataforma polar europea; el subsiguiente, la NASA pondrá en órbita su segunda plataforma; y, finalmente, Japón lanzará su propia plataforma polar dotada de una sonda atmosférica para mediciones de viento dotada de un rayo láser que significará una verdadera revolución para las mediciones de viento a baja altitud.
Además de las cuatro grandes plataformas que orbitarán la Tierra de polo a polo, existen planes en el programa que incluyen plataformas de órbita geosincrónica. Estas últimas, en una posición estacionaria sobre varios puntos, permitirían la toma continua de datos sobre el medio ambiente en un área dada, tal como los de todo un hemisferio, por largos períodos de tiempo.
Asimismo, se están desarrollando misiones menores de satélites que se centran en objetivos concretos de recolección de información, por ejemplo la localización de la reducción del ozono y la medida de las precipitaciones tropicales. La recolección de datos sobre el agua de la Tierra en todas sus formas - océanos, casquetes glaciales y vapor- es un objetivo principal.
Las imágenes que ya se pueden obtener, creadas con datos recogidos por satélites ya establecidos, indican los tipos de datos que la Misión al Planeta Tierra podría proporcionar. Señalan datos tales como: la productividad de los océanos; las tendencias de los vientos en los océanos; cambios en el movimiento de aire húmedo sobre el Pacífico: variaciones en el ozono sobre la Antártida; la cobertura de nubes en todo el mundo; tendencias en la vegetación; temperaturas de la superficie de los mares y el movimiento de corrientes pronunciadas; así como las temperaturas de superficie en todo el mundo que indican las tendencias de calentamiento del mundo causadas por la contaminación atmosférica.
La recopilación de medidas y otros datos sobre lo que ocurre en la biología del planeta y en el papel que desempeñan los seres vivos en moldear el medio ambiente ayudará a la humanidad a comprender y, posiblemente, a predecir cambios de ámbito mundial, y de este modo contribuir a la toma de decisiones documentadas sobre el medio ambiente con las que todos nos enfrentamos.
Extracto de un texto original de Sandy Greenberg.
Fotos USIS/NASA.