Chlamydias, un problema para la salud humana y animal
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1990 )

Loros y papagayos, gatos y canes: todos ellos mascotas adorables, a menudo parlantes, pueden portar clamidias e infectar a otros animales o a seres humanos. Por ello las medidas preventivas señaladas en este instructivo articulo se hacen cada vez más importantes.

Existe un microorganismo patógeno llamado Chlamydia psittaci, que puede infectar a más de 100 especies de aves, tanto domesticas como silvestres, al igual que a muchos mamíferos, incluido el hombre.

Las clamidias son gérmenes que rara vez matan a sus huéspedes. En general, son muy infecciosas, transfiriéndose fácilmente a un nuevo huésped y presentando una extraordinaria habilidad para escapar de los mecanismos inmunitarios normales del huésped. Pueden inducir infecciones inaparentes que permiten que los individuos afectados mantengan la infección por largos periodos de tiempo, sin presentar signos externos.

En las aves, la clamidiosis (enfermedad producida por las cIamidias) ha recibido también el nombre de Psitacosis, para referirse a las aves de la familia Psittacidae (loros, papagayos, etc.).

Actualmente las clamidias son consideradas bacterias que actúan como microorganismos intracelulares, con un ciclo reproductivo particular que comprende dos fases: una sola de ellas es infectante.

En el hombre, la ocurrencia de la enfermedad es generalmente esporádica, describiéndose por primera vez en 1876, época en la cual una serie de situaciones de la infección humana indicaron claramente que algunas aves eran la causa del problema. Pero el mayor conocimiento de la enfermedad y sus consideraciones epidemiológicas fueron aclaradas por estudios realizados durante la pandemia de 1929 a 1930, que abarcó doce países con más de 1 .000 casos declarados y más de 300 defunciones. Los brotes se debieron a la importación de aves psitácidas desde América del Sur.

En esa época se pensaba que sólo especies de aves psitácidas podían afectarse. Sin embargo, posteriormente se determinó que otras aves también podían infectarse y ser, además, la fuente de la enfermedad en el hombre. En 1950 se hizo evidente la importancia de las aves de corral, especialmente pavos y patos, coma fuente de infección humana, y al mismo tiempo se reconocieron los daños económicos de la enfermedad en la producción avícola.

Por estudios realizados entre los años 50 al 60, se evidenció la importancia de la infección inaparente o latente, realizándose observaciones que demostraron que aves presuntamente en buen estado de salud podían ser las responsables inaparentes de transmisión de las clamidias al hombre. Esto indujo a indicar la necesidad de una terapia profiláctica para las aves importadas y exóticas (loros, papagayos y otros) como una manera de controlar la infección, utilizando la tetraciclina, un antibiótico cuyo uso ha sido fundamental para el tratamiento de la clamidiosis. A menudo se olvida que esta enfermedad, en el hombre, fue considerada altamente peligrosa, siendo muchas veces una infección fatal en la era anterior a los antibióticos.

En el hombre la enfermedad tiene un periodo de incubación de una a dos semanas, y a veces más. Muchas infecciones pueden transcurrir sin síntomas, mientras que otras varían en la severidad de la sintomatología. Las formas leves pueden confundirse con enfermedades respiratorias comunes, y muchas veces pasan desapercibidas. Esta enfermedad puede instalarse repentinamente con fiebre, escalofríos, pérdida del apetito y dolor de cabeza. La dolencia más seria se presenta en personas mayores de 50 años.

En los mamíferos, las clamidias causan una variedad de enfermedades, por ejemplo, aborto en ovejas, vacas y cabras. También en estos animales pueden causar enfermedades respiratorias y digestivas, artritis y alteraciones reproductivas.

A diferencia de las de origen aviar, las clamidias de los mamíferos son de una efectividad relativamente baja en el hombre. Probablemente, la de mayor riesgo para el humano es aquella que causa la neumonitis del gato, enfermedad respiratoria muy frecuente en este animal, cursando con conjuntivitis y rinitis, eliminando así gran cantidad de microorganismos en las descargas oculares y nasales, transmitiéndose por esta vía la enfermedad entre los gatos.
El contacto de estos animales enfermos con sus dueños puede producir en éstos una seria conjuntivitis.

En las aves, la gran mayoría de las infecciones es latente e inaparente. La enfermedad ocurre por lo general cuando disminuye la resistencia orgánica de las aves por factores de stress (aglomeración, infecciones concurrentes, condiciones antihigiénicas, deficiencias dietéticas, transporte prolongado y otros).

Se han observado brotes en pajarerías y establecimientos de venta de aves ornamentales como loros y periquitos, o más frecuentemente durante el transporte de éstas.

La sintomatología no es característica y consiste en fiebre, diarrea, pérdida del apetito, emaciación y síntomas respiratorios. La conjuntivitis es común, y la severidad varía de una simple congestión conjuntival a una obstrucción necrótica de la órbita.


Fuente de la infección y modo de transmisión:

Los reservorios naturales de Chlamydia psittaci son las aves silvestres y domésticas, habiéndose determinado la infección en 130 especies. 57 de las cuales pertenecen a la familia de los loros.

En un estudio realizado en Estados Unidos durante 10 años se concluyó que el 70% de los casos humanos reportados en ese periodo se debieron al contacto con aves de jaula (loros, cotorras, papagayos, etc. ), y que el riesgo principal estaba entre los dueños de estas aves y los empleados de pajarerías.

Otro grupo de riesgo incluye a veterinarios y trabajadores de laboratorios que realizan exámenes de estas aves.

Los mamíferos domésticos constituirían otro reservorio natural del agente, si bien aún no está clara la relación entre las cepas de clamidias de aves y mamíferos.

El hombre contrae la infección de las aves por vía aerógena, por inhalación en ambientes contaminados.

La infección en las aves es sobre todo gastrointestinal y el agente se elimina por las heces. En casos de diarrea, que es frecuente, grandes cantidades de clamidias se eliminan al medio ambiente por las materias fecales que al desecarse originan aerosoles Hay una gran variación en la virulencia entre las cepas aisladas de aves: este hecho y la dosis de exposición podrían explicar la amplia gama de severidad de la enfermedad en el hombre.

Diagnóstico: Debido al incremento que ha experimentado la tenencia de pájaros de jaula como animales de compañía, se ha acentuado la necesidad de realizar exámenes de laboratorio para detectar clamidiosis, utilizándose pruebas de aglutinación, fijación de complemento y tinción de exudado conjuntival o nasal.

La prueba de fijación del complemento puede usarse en aves psitácidas tanto para el diagnóstico de la enfermedad clínica como para detectar infecciones latentes.

Control: El gran número de huéspedes, entre ellos muchas aves de vida libre, no permite pensar en métodos de erradicación. No se dispone de vacunas eficaces.
El método que ha dado el mejor resultado es la quimioprofilaxis, sobre la base de tetraciclinas.
Las aves psitácidas deberían tratarse con clortetraciclina al 0,5% en la ración, durante 45 días, ya sea en el país de origen o al llegar al lugar de destino, como una manera de proteger a sus dueños, permitiéndoles así disfrutar sin peligro de su compañía.



Dr. Alonso Court L.

Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias
Universidad de Chile.


0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada