La minería en los fondos marinos
( Creces, 2007 )

Hace poco más de cuarenta años se descubrió la existencia de grandes yacimientos de manganeso acumulados en los fondos marinos, y depositados en forma de grandes nódulos. Más tarde también se descubrió que allí existían otros minerales, como cobalto, níquel y cobre. Ello despertó un gran interés por conocer más a cerca de la existencia de esos recursos y fue así como entre los años 1972 y 1982 se desarrollaron numerosas investigaciones, concentradas especialmente en las áreas del norte del Pacífico. Según cálculos de la época, se llegó a estimar que en la zona existían más de 7.5 mil millones de toneladas métricas de manganeso, 78 millones de toneladas de cobalto, 340 millones de toneladas de níquel y 265 millones de toneladas de cobre

(Hallazgo de yacimiento marino en el Pacífico)
(Que pasó con los nódulos metálicos del fondo marino).

Fue así como se despertó el interés por la explotación de esas potenciales grandes riquezas, llegándose a formar varios grupos económicos dispuestos a iniciar cuanto antes su explotación comercial. Incluso en el año 1978 se llegó a implementar una planta piloto, consiguiendo acumular aproximadamente 800 toneladas métricas de material extraído del fondo marino que fue depositado en la popa de un barco fábrica. Sin embargo, pasó el tiempo y los interesados parecieron olvidarse, ya que comenzaron a apreciar las grandes dificultades que se presentaban para la explotación de esos yacimientos. Pero ahora, en los últimos meses, el interés parece haberse renovado. Nuevos análisis y hallazgos realizados en las aguas de Papua Nueva Guinea han revelado la existencia de oro, cobre, zinc y plata en concentraciones muy superiores a las existentes en la superficie de la tierra. Ahora que las reservas terrestres comienzan a dar signos de agotamiento, evidenciable por el incremento en el precio internacional, aparece como factible replantear su explotación.

La empresa Nautilius Mineral, ENC., espera comenzar a explotar próximamente las minas submarinas ubicadas cerca de Nueva Guinea, que estando a poca profundidad, se extienden en el fondo marino, en una superficie de 1 kilómetro cuadrado. Mediante una operación de control remoto se espera extraer los concentrados utilizando bombas hidráulicas, para luego depositarios en plataformas marinas (Sciece, Vol. 316, Pág. 987, Mayo del 2007).


Riesgos ambientales

Explotar un mineral en tierra firme, lleva consigo un riesgo ambiental, pero cuya extensión es posible controlar mediante las precauciones respectivas que permitan acotar el daño a una determinada área. No así en el océano, en que los daños podrían extenderse sin límites. Ante la posibilidad de comenzar a explotar comercialmente las existencias de los depósitos de los grandes nódulos de manganeso, han surgido las voces de alarma por los posibles daños ecológicos que se podrían producir tanto en la flora y como en la fauna, y expandir posibles productos tóxicos para el recurso pesca, cuyo daño podrían ser de gran magnitud y muy duraderos.

Por ello se piensa que sería necesario comenzar a implementar medidas científicas y tecnológicas preventivas, respaldadas por las adecuadas regulaciones legales, con el objeto de minimizar los potenciales efectos negativos. Mucho se teme que si las primeras explotaciones submarinas llegan a ser comercialmente exitosas, se desencadene un "boom" con consecuencias difíciles de predecir.



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