Las ampolletas económicas tienen problemas
( Creces, 2008 )
El presidente Chávez de Venezuela regala ampolletas fluorescentes compactas a las familias necesitadas y lo mismo ha prometido recientemente la presidente Bachelet en Chile. Ambos mandatarios tienen razón, dado que ahorran un 25% de energía en relación a las ampolletas incandescentes convencionales y tienen una duración 10 veces mayor. Pero el problema es que contienen mercurio y no se podrán botar a la basura ni menos incinerarlas.
Las ampolletas compactas fluorescentes han sido muy bien recibidas. A pesar de ser más caras que las ampolletas incandescentes, tienen una gran ventaja ecológica: consumen menos energía. Por ello se han transformado en símbolo de los ecologistas.
Pero tienen otro inconveniente: contienen mercurio que es muy tóxico, por lo que complica el deshacerse de ellas. El mercurio es un metal pesado que afecta el desarrollo del sistema nervioso, especialmente en el feto y los niños durante sus primeros años. El problema es preocupante por el volumen de mercurio involucrado en el creciente mercado. En la actualidad la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos estima que un sexto de los niños ya nace expuesto a niveles altos de mercurio que pueden afectar su capacidad de memorización y aprendizaje.
Cada ampolleta contiene 5 miligramos de mercurio y sólo en Estados Unidos en este año se han vendido 2000 millones de unidades lo que representa el 5% de las ventas anuales totales de ampolletas. Con todo, las ya vendidas este año aportan 10 toneladas métricas de mercurio. Se teme que al botarlas a la basura lleguen en definitiva a contaminar el agua o el aire, si es que estas se incineran. ¿Qué pasará cuando alcancen un mayor porcentaje en el mercado?
El mercurio es imprescindible para el funcionamiento de estas ampolletas fluorescentes. Funcionan porque una carga electroestática vaporiza el mercurio y lo induce a emitir luz ultravioleta, lo que hace que el fósforo en su interior se ponga incandescente y se encienda. Por eso se demoran en encenderse. El mercurio es un potente tóxico que lesiona el sistema nervioso, especialmente en el feto y los niños durante sus primeros años de vida. La lesión se traduce en alteraciones de la memoria y dificultades en el aprendizaje.
Los fabricantes están conscientes del contenido de mercurio pero no tienen como eliminarlo. La única solución es desarrollar un mecanismo que permita recuperar las ampolletas en desuso y reciclarlas, lo que podría ser económicamente factible. ¿Pero cómo conseguir que los usuarios colaboren en ello? (Scientific American Octubre 2007, pág 30).