El cultivo de peces en el mar abierto
( Creces, 2008 )

Ya se ha llegado a la sobre explotación pesquera de los mares del mundo, evidenciándose tanto por la constante disminución de las toneladas capturadas, como también por la reducción del tamaño de los peces. Se teme que se llegue a dañar irreparablemente la re-población de los mares. Mientras tanto la población del mundo continúa incrementándose y con ello se incrementa el apetito insatisfecho de pescados.

Aun cuando no es fácil evaluar la verdadera cuantía de la actual pesca, ya que según afirma FAO de Naciones Unidas, las estadísticas entregadas por algunos países no son confiables, existe consenso de sobre explotación, confirmándose por el hecho que las capturas han estado persistentemente disminuyendo durante los últimos años (La sobre explotación del mar). Algunos piensan que las capturas en el mar sí están disminuyendo, en cambio el cultivo de peces se ha estado incrementando en forma notable, y tal vez esto podría compensar la disminución. Ello es cierto para el caso del salmón y la trucha. ¿Pero hasta dónde podría el cultivo de estas y otras especies incrementarse? (Los peces pueden cultivarse). Se visualizan varios factores limitantes para ello.


El océano abierto, una nueva posibilidad

Hasta ahora el cultivo en jaulas se ha desarrollado en los bordes costeros, en aquellos lugares en que las condiciones de mareas, y temperaturas son favorables. Pero estas mismas también tienen un límite y muchas costas ya están saturadas, ya sea por el número de granjas pesqueras, como por el daño ecológico producido por el excesivo desperdicio de las mismas que afecta los fondos marinos.

Como una alternativa se ha estado pensando en implementar el cultivo, no sólo en los lugares cercanos a la costa, sino en los mares abiertos. Bien podría ser rentable el cultivo utilizando jaulas sumergibles, instaladas en profundidades, resistentes a las tormentas y controladas por tecnologías robóticas. En este sentido, ya ha sido presentado un proyecto de ley en el Senado de los Estados Unidos (Junio del año 2005) destinado a permitir y estimular el desarrollo de la acuacultura en los océanos abiertos, buscando la inversión privada tanto en la investigación, como en la explotación de estas operaciones (Science, volumen 313, Septiembre 8 del 2007, pág, 1363). En el proyecto se hace mención a las 200 millas exclusivas de costa que posee Estados Unidos, tanto en el océano Atlántico como en el Pacífico.

Si bien es cierto que este cultivo puede llegar a ser comercialmente muy atractivo, no es menos cierto que enfrenta riesgos que se deben prevenir mediante estrictas medidas de control. Existen posibilidades ciertas, como ya ha sucedido en numerosas ocasiones, que se escapen peces desde las jaulas hacia el océano. Ello podría producir efectos dañinos para la población de los peces salvajes, por el entrecruzamiento y la extensión de enfermedades generadas en las jaulas, las que son favorecidas por las altas densidades de peces en espacios limitados. Ya se han comprobado la aparición de enfermedades virales, bacterianas o parasitarias, que en las jaulas se pueden controlar mediante el uso de vacunas, pero que se extenderían sin control en las especies salvajes. También existe el riesgo de polución por el exceso de desperdicios y alimentos, aunque obviamente la dispersión de ellos en los océanos abiertos sería menos dañina, dado el volumen de las aguas, como la dispersión de las mismas por las corrientes.

Para que esto sea posible, se requeriría progresar en la disponibilidad de alimentos para este tipo de cultivos. Las formulas que hoy se están usando para alimentar los peces en cautiverio, contienen un alto porcentaje de harina de pescado y de aceite de pescado. Tanto la harina como el aceite, se obtienen básicamente de las anchovetas y las sardinas, que ya han llegado al máximo posible de captura. Como promedio, en la actualidad se utilizan 6.6 kilos de este tipo de pescados, para llegar a producir 1 kilo de peces cultivados (Science, volumen 315, Enero 12 del 2007, pág. 175). En el caso de Chile que ha incrementado notablemente el cultivo de salmones, casi toda su producción de harina de pescado ya es utilizada en la alimentación de los salmones en cautiverio. Se necesitan otras fuentes de aceites esenciales, como también de aminoacidos esenciales para los peces.



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