La obesidad en el niño es un problema social
( Creces, 2008 )

La obesidad ha pasado a ser uno de los problemas más serios de salud de los tiempos actuales, tanto por el daño que causa en las personas, como el que causa a la sociedad entera por los muy altos costos directos e indirectos que ocasiona.

Es especialmente preocupante el incremento que ha estado tomando la obesidad en la población infantil, ya que su tratamiento es muy difícil. Casi es una regla que los niños obesos permanecen obesos hasta la edad adulta, lo que no sólo afecta su autoestima, sino también su salud. Si la obesidad se inicia tempranamente, también las enfermedades degenerativas que la acompañan en la edad adulta, como la hipertensión, la ateroesclerosis o la diabetes (síndrome metabólico), se inician más tempranamente, acortando su ciclo vital (J.Nutr., vol. 113,p.871,2001).

Por lo general el niño obeso está inserto en una familia obesa, por lo que se hace difícil cambiar los hábitos alimenticios sin cambiar los hábitos de la familia. La preocupación debe comenzar desde la lactancia, ya que en los primeros años de vida es cuando comienzan los hábitos a formarse. La madre debe saber que el bebé gordito no es saludable y por el contrario debe constituir la primera señal de alarma. Desde el hogar y ya desde los primeros años de vida debe comenzar a crearse el hábito del consumo de frutas y verduras para que reemplacen los alimentos hipercalóricos elaborados con aceites, grasas y azucares. Comenzar a crear estos hábitos en edades posteriores tiene menos posibilidades de éxito.

En un estudio realizado recientemente en las escuelas de Inglaterra, en las que se aplicó un programa nacional de alto costo, destinado a incrementar el consumo de frutas y verduras, no se logró el objetivo. En un comienzo, por la insistencia reiterativa, los niños aceptaron consumir una cantidad extra de frutas y verduras, pero al cabo de siete meses terminaron rechazándolas. Ello principalmente debido a la falta de interés y reforzamiento en los hogares. (Journal of Epidemiology and Community Health, DOI:10.1136/jech.2006.52696).
Especialistas irlandeses (New Scientist, Julio 21, pág. 8, 2008), afirman que no es posible forzar a los niños a cambiar su hábito alimenticio si no se cuenta con su colaboración. Según ellos afirman, es necesario desarrollar métodos que los convenzan y logren su participación. Es axial como, basándose en estos principios, han desarrollado un programa en las escuelas de Irlanda que ha sido exitoso. Contempla una serie televisiva de varios meses de duración, en la que superhéroes (Charlie, Tom, Raz y Rocco) tienen la misión de salvar al mundo de un plan de destrucción demoníaco que ha elaborado un grupo de villanos. Los superhéroes adquieren súper fuerzas mediante el robo e ingestión de frutas y vegetales. Ellos mediante mensajes muy bien diseñados, los trasmiten a sus familias las que a su vez participan también en el programa. De esta forma repetitiva van convenciendo a los niños a comer frutas y vegetales, lo que consiguen durante 18 meses que dura el programa y observan que el hábito persiste después de terminado este. Tal ha sido el éxito, que el mismo programa se esta ahora desarrollando en Inglaterra, Italia y California.


Diseño de una estrategia preventiva

Si hasta ahora se ha demostrado como poco efectivo el tratamiento médico de la obesidad, es lógico concluir que el mayor énfasis debería ponerse en su prevención. A primera vista podría afirmarse que para prevenir la obesidad, bastaría desarrollar programas que indujeran a comer menos y/o hacer más ejercicio. En el primer caso disminuiría la ingestión de calorías y por lo tanto disminuirían los depósitos de grasas. En el segundo se incrementaría la quema de calorías, con lo que también deberían disminuir los depósitos de grasa. En la práctica, con estas medidas es posible tener resultados en las primeras etapas de cualquier programa, pero luego a mediano y largo plazo los éxitos se revierten.

Durante los últimos años han sido numerosas las investigaciones que demuestran cuan complejos son los mecanismos que permiten la mantención del equilibrio calórico del organismo y como sus modificaciones obedecen a numerosas posibles causas, tanto genéticas como ambientales, que interactuando en diferentes formas afectan diversos órganos y sistemas por mecanismos aun no bien esclarecidos. También es desconcertante la verdadera epidemia de obesidad que se ha estado viviendo en los últimos tiempos y que coincide con las significativas transformaciones económicas y sociales que han estado ocurriendo. Más aún, llama la atención la mayor incidencia de la obesidad en los estratos socio-económicos bajos, lo que contribuye a incrementar las desigualdades en salud. Todo ello ha llevado a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfoque el problema en forma más amplia y recomiende implementar acciones que apunten a cambios que tienen que ver con la cultura y el estilo de vida saludable. Ello no solo requeriría de una decisión personal, sino que la posibilidad real de acceso a los cambios de aquellos que mas lo necesitan y ello tiene que ver con cambios que afectan a todas las estructuras de la sociedad.

Para lograr estos objetivos, no basta la prevención de la obesidad con medidas de salud como si fuera una enfermedad. Se requiere también de la participación activa del sistema educacional en todos sus niveles y de la colaboración de los medios de comunicación, de modo que el conocimiento amplio induzcan a la toma de decisiones. Se hace necesario también regular la presión comercial que induce a la población infantil a consumir alimentos de alta densidad calórico, elaborados con aceite, azucares y sal.

Sobre todo es necesario desarrollar estrategias económicas, sociales y culturales implementando medidas que permitan efectivamente alcanzar a los grupos socioeconómicos mas desfavorecidos, que siempre han tenido limitaciones para acceder a ellas por si mismo, especialmente el acceso al ejercicio físico permanente, ya sea en las escuelas, establecimientos educacionales, clubes deportivos, áreas verdes, parques, recreación al aire libre, entrenamiento y deportes accesibles a los niveles de pobreza (poblaciones). Ciclo vías y facilidades laborales necesarias para hacerlos posibles un acceso real a todas las edades. Todo ello significa recursos económicos necesarios para la implementación de las numerosas iniciativas que se requieren a nivel nacional. En resumen, debe lograrse un equilibrio entre las responsabilidades de los individuos, el gobierno y la sociedad en todas sus estructuras. La acción debería coordinarse en todos sus niveles (nacionales y locales), entre gobierno, sociedad civil, sector privado, red profesional, estructura educacional, de salud, y medios de comunicación. El objetivo final debiera ser el facilitar el acceso a decisiones saludables para todos. Por su similitud, la estrategia debería estructurarse en la misma forma multifactorial que en su tiempo se estructuró la lucha contra la desnutrición que tanto éxito ha tenido, aceptando que en el caso de la prevención de la obesidad la complejidad es aún mayor.



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