El calcio y la osteoporosis: huesos frágiles
( Creces, 2009 )

Con el tiempo, lento e insidiosamente, los huesos se van deteriorando, perdiendo minerales y debilitando sus estructuras. Sorpresivamente se fractura la cadera, la muñeca o una vértebra. En ocasiones es el primer aviso de un proceso que se ha venido gestando, talvez desde el nacimiento (osteoporosis). Por lo general el aviso llega tarde ya que reparar el daño, especialmente en personas mayores, no es fácil. En Chile durante los últimos años se ha estado incrementando notablemente la expectativa de vida de la población, y ya son más de un millón las personas mayores de 65 años, las que potencialmente pueden llegar a padecer de osteoporosis, especialmente las mujeres. Después que se produce una fractura, las tasas de mortalidad se elevan y también son muchos los que terminan incapacitados en una casa para ancianos.

La masa ósea que puede llagar a poseer una persona está determinada por sus genes, pero a lo largo de la vida también van influyendo factores ambientales, ya sea favoreciendo o desfavoreciendo la cuantía de ella. El máximo de masa ósea se alcanza en la edad de adulto joven. Pero ya a partir de la cuarta década se inicia una disminución paulatina e irreversible. Lo que puede pasar mas adelante va a depender del capital de reserva de masa ósea que se haya acumulado anteriormente. Si esta es adecuada, a pesar de que transcurra el tiempo, se logra mantener fuerte la estructura ósea alejando el riesgo de osteoporosis en la edad avanzada (fig.). Para prevenir hay que incentivar todos los factores que favorecen una adecuada mineralización ósea (calcificación), y evitar aquellos que los deprimen.(Manejando la osteoporosis )


Los primeros períodos son vitales

Durante el último trimestre del embarazo es cuando el feto logra incorporar más calcio a sus huesos. Si nace prematuramente, saltándose esta etapa, pierde la oportunidad de fijar calcio, y le va a ser difícil recuperar lo correspondiente para las edades sucesivas. Los aportes de calcio que más tarde puede proporcionarle la leche materna no son suficientes, como tampoco las mezclas artificiales especiales para prematuros. Puede que sea necesario agregar leches más fortificadas tanto con calcio como con fósforo.

Afortunadamente los lactantes sanos tienen una adecuada capacidad de absorción de calcio por el intestino (40%) y es poco el que se elimina por la orina, lo que lleva a una buena asimilación. La leche materna tiene suficiente calcio como para cubrir los requerimientos de un lactante normal, pero necesita un suplemento de vitamina D, que se debe administrar mientras esté recibiendo una alimentación láctea. Se ha comprobado que si la ingesta de calcio es baja durante este periodo se produce una menor calcificación ósea, lo que favorece la aparición de osteoporosis a edades más tempranas.


Durante la adolescencia

En estudios realizados en escolares de Santiago, se observó que a los 11 años de edad, casi el 60% de ellos estaba recibiendo cantidades menores de calcio que las recomendadas por el RDA. Por el contrario, en estudios con gemelos idénticos, se comprobó que los que recibían suplementos con calcio por sobre la dosis recomendada por RDA, lograban una mayor densidad mineral ósea, lo que hizo pensar que tal vez sería recomendable elevar la recomendación para esa edad (Jonhston C. y cols.: N.Engl.J.Med. 1992;327, pág. 82). Otros estudios confirman lo mismo, de modo que es recomendable aprovechar estas edades en que la absorción y retención de calcio es mayor, para incrementar las reservas en los huesos. Hace algunos años se reunió el grupo de expertos del National Institute of Health de Estados Unidos para revisar las recomendaciones de ingesta de calcio a las diferentes edades, adecuando las recomendaciones (ver fig.).

Hay que señalar que en la adolescencia es importante la actividad física. Se ha observado que la densidad ósea se incrementa con la intensidad y duración del ejercicio físico. (Arch. Latinoam. Nutr. 1996;46(1): p. 11). El trabajo del esqueleto para soportar el peso corporal y resistir la tracción muscular, constituye un estimulo para la formación ósea. Por el contrario, la inmovilidad prolongada, como también la falta de gravedad que afecta a los astronautas, son causas importantes de pérdida de calcio óseo. En nuestro medio hay que considerar el sedentarismo como factor agravante de desmineralización ósea, especialmente durante la infancia y adolescencia.


Medicamentos y enfermedades

Algunos fármacos como los diuréticos, antiácidos, anticonvulsivantes, anticoagulantes y glucocorticoides, usados en forma prolongada, afectan negativamente el balance del calcio. Del mismo modo, el consumo excesivo de alcohol, café, y tabaco, incrementan las pérdidas de calcio. Diversas enfermedades crónicas, ya sea por una mala absorción intestinal, por pérdidas excesivas por vía renal o por enfermedad crónica hepática, llegan a disminuir las reservas de calcio óseo.

La enfermedad celiaca (por intolerancia al gluten del trigo) tiene un mayor riesgo de osteoporosis debido a una mala absorción intestinal, lo que afecta al proceso de calcificación ósea, aun cuando el paciente siga un régimen estricto sin gluten. Sin embargo, suplementando diariamente su dieta con calcio (1000 mg diarios) y vitamina D (400 U durante 24 meses), se logra mejorar significativamente su densidad ósea. (Nutr Res 2000;20(9):p 1241).

También diversas enfermedades metabólicas genéticas afectan el proceso de mineralización ósea. Tal sucede en los enfermos de fenilquetonuria, los que a pesar de recibir una adecuada cantidad de calcio, tienen dificultad para alcanzar una masa ósea adecuada. Lo mismo ocurre con diversas enfermedades endocrinas, como el hipertiroidismo, el hipercortisolismo, la enfermedad de Adisson, la diabetes tipo 1, el déficit de hormona de crecimiento, y el hipogonadismo. El déficit de calcificación se produce especialmente en las deficiencias nutricionales, como la anorexia nerviosa durante la adolescencia y la desnutrición durante los primeros años de vida.

En resumen, un peso de nacimiento normal, un adecuado aporte de nutrientes, especialmente de calcio en las edades en que es fácilmente aprovechable, una actividad física constante y regular y un buen estado de salud, son las condiciones necesarias para lograr el máximo potencial de masa ósea para prevenir la osteoporosis y las fracturas consecutivas más tarde en la edad del adulto mayor.



El calcio y la obesidad.

Estudios recientes sugieren que el calcio también juega un papel en el
control del peso. Una alimentación baja en calcio, como resultado de los
ajustes hormonales, lleva a que se eleve el contenido de calcio dentro
de las células adiposas. Por algún mecanismo desconocido, esto hace que
disminuya la capacidad de movilizar grasas desde el interior de estas
células hacia el medio extracelular cuando se necesita. Por lo tanto,
cuando el calcio de la alimentación es bajo, se instala un círculo vicioso
en que la grasa de la alimentación es rápidamente depositada en el tejido
adiposo, sin que posteriormente se pueda movilizar desde allí. Eventualmente
esta falla regulatoria del balance calórico puede llevar a la obesidad
(Dixon, JB y cois.: Regulation of Adiposity by Dietary Calcium. FASEB
J 2000; 14, pag. 1132). Ello es otra razón para preocuparse de una adecuada
ingesta de calcio en la dieta.



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