La vida artificial
( Creces, 2011 )

Durante 15 años Craig Venter ha estado trabajando para convertir en realidad su sueño de crear la vida sintética. Ahora él y sus colaboradores en Rockville, Maryland y San Diego, California, dicen que lo han logrado. En Science (Mayo, 959 de 2010) describen las distintas etapas que han debido recorrer desde la creación de un cromosoma bacteriano hasta su transferencia exitosa al interior de una bacteria, a la que previamente le habían reemplazado su DNA original. La novedad está en que la célula resultante comenzó a replicarse y fabricar un nuevo paquete de proteínas.

El genoma sintético creado por Venter es similar al de cualquier genoma bacteriano, salvo que se logró construirlo después de un gran esfuerzo y un elevado costo. Fue necesario que él, y su colaborador Hamilton Smith y otras 20 personas, trabajaran por quince años con un costo superior a 40 millones de dólares, para llegar a estos resultados. El anuncio de lo logrado no fue inesperado, ya que sus porfiados esfuerzos se conocían desde hacía tiempo (Para fabricar un Microbio Artificial).


Una larga tarea

Bien sabía Venter que no iba a ser fácil. Como primer paso se propuso imitar a la célula más pequeña que existiera y que para vivir dispusiese del menor número posible de genes. Buscó y eligió al Mycoplasma genitalium, una creatura que vivía en el tracto genital y que solo poseía un genoma constituido por 485 genes. “Era el bacteria más chica que había encontrado”. Pero no contento con eso, quiso averiguar cual era el mínimo de genes necesarios con los que esta bacteria pudiera mantener la vida. Después de un tedioso trabajo en que iba suprimiendo y probando uno a uno, pudo comprobar que el Micoplasma podía prescindir de 100 genes sin que se afectara su vida. Su idea era secuenciar y fabricar un cromosoma con esos genes que parecían ser los mínimos indispensables para mantener la vida y luego traspasarlos a una bacteria a la que previamente se le había extraído su propio genoma ( Pretenden Fabricar la Vida). Pero se dio cuenta que el proceso iba a tomar mucho tiempo, ya que el Micoplasma genitalium se multiplicaba demasiado lentamente. Fue entonces cuando del equipo decidió cambiar de microbio, por el Mycoplasma mycoides, que si bien su genoma era dos veces mayor que el Micoplasma genitalium, su multiplicación era más rápida. Comenzaron construyendo una copia sintética de su cromosoma.

El año recién pasado demostraron que podían extraer el cromosoma propio del M. mycoides, colocarlo en una levadura, modificarlo y luego transferirlo al M. Capricolium, otro pariente microbiano cercano. La próxima etapa fue mostrar que también se podía manejar en la misma forma, una copia sintética del DNA bacteriano para terminar introduciéndolo al M. capricolium.

Para sintetizar el genoma del M. mycoides, usaron una levadura. Comenzaron construyendo una secuencia de 10.000 bases, luego otra del 100.000 bases y finalmente completaron el genoma. Luego transfirieron este genoma sintético al interior del M. capricolum. Al comienzo no sucedió nada y sólo después de tres meses de ensayar y ensayar, lograron tener éxito al comprobar que el genoma sintético comenzaba a fabricar proteínas características del M. mycoides y no del M. capricolum. Se fue formando una colonia que creció como una típica colonia de M. micoides. “habíamos transformado una célula en otra”, dijo Venter.


¿Se puede decir que crearon “vida”?

Evidentemente que no. Lo que el equipo de investigadores consiguió fue construir un genoma utilizando bacterias y células de levadura, ensamblando cuidadosamente grupos de secuencia de bases que inicialmente había sido ensambladas por una máquina. Una vez completado lo transplantaron a una célula que contenía sus propias proteínas, lípidos y otras moléculas. No solo eso; contenían todos sus propios organelos, como ribosomas, mitocondrias y sus infraestructuras. No se podrá afirmar que se ha creado “vida”, hasta cuando no sean capaces de construir una unidad de vida. Sintetizar la vida significa sintetizar enteramente la maquinaria necesaria capaz de sustentarla y mantenerla. Es decir, construir una célula, sus membranas, sus compartimentos y todos los organelos que deben funcionar en su interior para que la bacteria crezca y se multiplique por si sola. Ensamblar todo eso, como sucedió hace miles de millones de años, costaría algo más que cuarenta millones de dólares.


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