Nuestras expectativas de desarrollo para el siglo XXI
( Creces, 2011 )
Dr. Fernando Mönckeberg

El desarrollo no debiera ser un objetivo en si mismo, pero es el camino necesario (tal vez el único) que nos puede permitir derrotar la pobreza, disminuir las desigualdades, alcanzar la justicia, y en fin, elevar la calidad de vida de todos. Es por ello que debemos considerarlo como una meta que tenemos que esforzarnos por alcanzar, lo que en los tiempos actuales es un verdadero desafío. Lo que hoy vive la humanidad no tienen parangón con lo sucedido con el resto de su historia. Los enormes cambios que han ocurrido durante el siglo recién pasado han sido consecuencia de algo nuevo; la explosiva generación de nuevos conocimientos y sus aplicaciones derivadas que lo han cambiado todo, planteando nuevos desafíos. Por milenios la humanidad los había estado generando muy lentamente y eran escasos y lentos los impactos sociales derivados de ellos. Repentinamente, en una centuria, se ha producido una verdadera explosión de nuevos conocimientos, cuyos efectos sociales son casi inmediatos, llegando a revolucionar no solo las condiciones de vida sino también nuestras creencias, hábitos y cultura, hasta impactar en nuestro propio medio ambiente, poniendo en peligro nuestra sobrevivencia. Ello era inconcebible hasta hace poco tiempo, cuando el medio ambiente parecía inmutable (1).

Nada indica que el dinamismo del proceso tienda a disminuir, y por el contrario, pareciera que al menos en el futuro inmediato, continuará la abrumadora génesis de conocimientos, y que con igual velocidad estos se irán transformando en nuevas tecnologías, las que seguramente continuarán impactando en las estructuras sociales y económicas. Debemos reconocer que ya no es útil deducir nuestras acciones futuras de experiencias del pasado. Incluso muchos de nuestros principios básicos debemos considerarlos hoy sólo como referencia, ya que resulta evidente que la historia de la humanidad es un continuo y no una repetición. Debemos reconocer que estamos viviendo un tiempo de tránsito entre un estadio de conocimientos relativamente estables, como había sido hasta hace poco, con impactos sociales muy lentos, a un estadio de saberes extraordinariamente abundantes y en rápida evolución (2)

Estamos viviendo la sociedad del conocimiento y su génesis y asimilación han pasado a condicionar la base del desarrollo y el progreso. Los beneficios para la sociedad humana han sido evidentes y no se pueden negar. Es una realidad, que como promedio, la humanidad vive hoy más y mejor, a pesar de la tremenda explosión demográfica, que también ha sido consecuencia de la aplicación de los nuevos conocimientos. Sin embargo, hay que reconocer que estos beneficios no han alcanzado a todos por igual, y es así como hoy dos mundos coexisten. En un extremo, el que genera conocimientos, que está logrando que su gente alcance niveles de vida no imaginados hasta hace poco tiempo. En el otro en cambio, que ha permanecido ajeno al proceso, permanece en condiciones de vida precarias (tabla 1). Es así como la capacidad de generar conocimientos eficientemente y aplicarlos con la misma eficiencia, es la que hoy marca la diferencia, condicionando la calidad de vida en cada caso. Es el nuevo conocimiento el que en definitiva esta dividiendo al mundo entre desarrollo y subdesarrollo (fig. 1 y 2). Como la tendencia no parece modificarse, existe el temor que continúe incrementándose la polarización (3).

Entre estos dos mundos, estamos nosotros, y en general, América Latina. Es una situación paradigmática que tiene que definirse luego: o desarrollamos el esfuerzo y las estrategias adecuadas para sumarnos al mundo que avanza, o lo probable es que nos estanquemos, o incluso retrocedamos, con el riesgo de sumarse a lo que se ha llamado el tercer mundo. A futuro, dada la creciente dinámica del cambio, no se visualizan situaciones intermedias que puedan perdurar en el tiempo. (4)



Que debemos hacer y que hemos estado haciendo

Hace ya casi cuarenta años, y después de haber estado investigando por largo tiempo con un equipo multidisciplinario de investigadores universitarios, nos decidimos escribir un libro, tratando de vaciar y comunicar nuestras propias conclusiones y comentarios en relación a esta situación paradigmática que estamos viviendo en el presente, con sus implicancias futuras. Lo denominamos: “Jaque al Subdesarrollo”(1972). (5) Fue un éxito de librería y fueron varias las reediciones. Incluso traspasó las fronteras y se tradujo al inglés y francés (fig.3). Al releerlo ahora, pienso que mantiene toda su vigencia y más aún, muchas de las situaciones que allí se preveían, se han estado cumpliendo. De su lectura se podían deducir las siguientes predicciones, anunciadas hace casi cuarenta años:

a.- En el mundo desarrollado continuará la rápida producción de nuevos conocimientos, que llevaran a la aplicación de nuevas y complejas tecnologías, que serán celosamente guardadas por aquellos que la generan.

b.- La economía mundial, como consecuencia de los nuevos conocimientos, más el perfeccionamiento de las comunicaciones, y el progresivo incremento de la capacidad de desplazamiento del ser humano y sus productos, va a llevar al mundo a una economía cada vez mas globalizada, con una interdependencia progresiva de las partes. Lo que suceda en alguna de ellas, va a repercutir en todas.

c.- Los países capaces de generar eficientemente los conocimientos, verán mejorar progresivamente la calidad de vida de sus poblaciones. Los que no sean capaces de generarlos ni de adaptarlos, persistirán en el subdesarrollo. De este modo, se incrementarán las diferencias entre los que viven bien y los que viven mal.

d.- Por el avance del conocimiento y sus repercusiones económicas, las ideologías entraran en crisis, y los países que quieran aferrarse a ellas estarán posponiendo sus posibilidades de desarrollo.

Frente a este escenario, se planteaba para nosotros como país, la necesidad de actuar con premura, antes que las diferencias se ahondaran aun más. Se concluía que para avanzar hacia el desarrollo se iba a necesitar consolidar avances sustantivos en cuatro áreas fundamentales, que ya en aquel tiempo como ahora, constituían grandes obstáculos:

1.- Impedir que los recursos humanos continuaran siendo dañados, como había estado sucediendo ancestralmente. Había que actuar para prevenir el daño y para ello había que protegerlos desde los comienzos de sus vidas, y durante los primeros años, ya que habíamos constatado que esa era la edad más vulnerable, cuando el organismo estaba en plena formación y desarrollo, por lo que necesitaban elevados abastecimientos calóricos y de nutrientes específicos. Las deficiencias no tenían espera, ya que la desnutrición incrementaba los riesgos de muerte prematura, mientras que los que sobrevivían iban quedaban dañados tanto en su desarrollo físico, como de salud y su rendimiento intelectual (fig.4 y 5). Sosteníamos que preservar el recurso humano, constituía el factor más importante para incorporarse con posibilidades de éxito a la nueva sociedad del conocimiento.

2.- Ese recurso humano ya indemne, requeriría una nueva educación, para lo que era necesario proceder a adecuar, extender y modernizar el sistema educacional en todos sus niveles, para dar respuesta a la demanda de la nueva sociedad.

3.- Necesitaríamos de una infraestructura científico-tecnológica capaz de innovar en nuestro sistema productivo, para poder participar con posibilidades de éxito en el mundo globalizado que se avecinaba.

4.- Se requería un drástico cambio en la estrategia económica, que debía basarse en una libre empresa, libre mercado y abierta hacia el mundo, cambiando substantivamente lo que hasta ese entonces se había pregonado y hecho (1972). Como primera etapa, había que aprovechar la única ventaja comparativa, cual eran los recursos naturales, que de acuerdo a lo que habíamos investigado, eran muy variados y más de los que se suponían.

Cuatro decenios han transcurrido desde ese vaticinio. Los cambios que han estado sucediendo en la humanidad han sido coincidentes con lo previsto. También han transcurrido cambios importantes y positivos en nuestro propio país, especialmente en lo relacionado con la preservación del recurso humanos y la exitosa implementación de las nuevas estrategias para el desarrollo económico. La suma de estos dos factores, han permitido que durante estos últimos decenios, se haya podido alcanzar un evidente progreso económico y social, aún cuando no hayamos alcanzado el desarrollo. Desgraciadamente poco se ha logrado en educación, ni en la construcción de una infraestructura científico-tecnológica, y ello es hoy el principal escollo para continuar avanzando.


Preservación del recurso humano. Las intervenciones diseñadas para prevenir el daño del recurso humano, consecuencia de la adversidad del medio ambiente, fueron focalizadas para preservar durante los primeros periodos de la vida, ya que es la edad más sensible (6-11). Para ello se propuso erradicar la desnutrición, ya que las deficiencias dañaban diferentes órganos, afectando principalmente los mecanismos de defensa frente a las agresiones medio ambientales y la correcta estructuración de la arquitectura cerebral. Directa o indirectamente, la desnutrición se relacionaba con la elevada mortalidad temprana, la que condicionaba que más de la mitad de todas las muertes se produjesen antes de los cinco años de edad, y por lo tanto las expectativas de vida al nacer no sobre pasaban los 34 años. Pero los sobrevivientes, como consecuencia de lo mismo, quedaban definitivamente dañados. A los cinco años de edad, el 50% de los niños presentaban un significativo déficit de crecimiento físico (tabla 2), además de un retraso de su cuociente intelectual (tabla 3) (12), hasta el punto de dificultar su posterior aprendizaje (13). El déficit educacional dificultaba su posterior inserción en la estructura social, manteniendo en esta forma una alta tasa de pobreza y marginalidad. Para su prevención se diseñaron e implementaron simultáneamente diversas intervenciones. Se desarrollaron amplios programas destinados a cubrir las necesidades de la salud primaria (prevención de enfermedades infecciosas, estimulación lactancia materna, planificación familiar, educación de la madre y saneamiento ambiental), tanto en las madres embarazadas, como en sus hijos, desde los primeros años de vida. Para ello hubo que estructurar un sistema de control periódico del desarrollo del niño sano, hasta que cumplieran los cinco años de edad, con el objeto de vigilar que este se desarrollara dentro de límites normales. Se implementaron también programas de distribución de alimentos destinados a cubrir las necesidades de nutrientes tanto de las madres embarazadas y nodrizas, como de los hijos durante el periodo de crecimiento rápido (0 a 5 años). Se desarrollaron programas educacionales y nutricionales de amplia cobertura, tanto para preescolares, como para estudiante en educación básica. Finalmente se mejoraron las condiciones sanitarias de agua potable y eliminación de excretas, tanto en zonas urbanas como rurales. Para todo ello, durante el período transcurrido entre los años 1970 y 2000, se invirtió una suma superior a los 22 mil millones de dólares. Los resultados logrados, demostraron lo acertado de las medidas por la alta rentabilidad social y económica alcanzada. Al cabo de ese período se logró controlar la desnutrición, aún cuando persistía la pobreza. La tasa de mortalidad infantil, la mortalidad del preescolar, la expectativa de vida al nacer, el crecimiento y desarrollo durante los primeros años de vida, los indicadores de salud y el saneamiento ambiental (abastecimiento de agua potable y alcantarillado) (tablas 5, 6, 7), llegaron a alcanzar algunos años más tarde, valores semejantes a los que ostentan en la actualidad los países desarrollados (14). Se logró la prevención del daño sociogénico-biológico de los primeros años de vida. Como parámetro directo, ahora se comprobó que la talla del chileno, después de completar la adolescencia, se ha estado incrementando (15), hasta alcanzar una mayor altura de 10 centímetros de la población a nivel nacional (tabla 8). En las nuevas generaciones, los hijos están siendo más altos que sus padres. Pero más importante, ha sido el incremento en la capacidad de aprendizaje, que ha permitido un importante incremento promedio de los años de escolaridad, incrementándose de 2 años como promedio, a una expectativa actual de 15 años. La cobertura en la educación básica ha alcanzado al 100%. Se ha incrementado notablemente el acceso a la educación media, logrando que accedan a ella, el 75% del grupo etario correspondiente, mientras que se ha incrementado el acceso a la educación superior, a la que esta accediendo al 40%. Chile de hoy es diferente, habiendo alcanzado un nivel destacado de los indicadores vio-sociales, lo destacan entre los países en desarrollo y muy especialmente entre los de la región.

Cambio en la estrategia económica. Junto a los importantes logros en la preservación del recurso humano, se han logrado también cambios trascendentes en la estrategia económica. Considerando el reducido tamaño del mercado nacional, que no permitía beneficiarse de una economía en escala, ni menos desarrollar innovaciones, se tomó la decisión de abrir la economía hacia el mercado internacional, basándose en el aprovechamiento de sus recursos naturales. En 1974 se comenzó a desarrollar la nueva economía abierta hacia el mercado internacional, a pesar que muchos especialistas consideraban esto como riesgoso. Se temía que al desaparecer las barreras arancelarias, protectoras de la industria nacional, se produciría un impacto en el sistema productivo nacional, con incremento de la cesantía, como realmente ocurrió. También se dudaba que existiera capacidad empresarial que pudiesen insertarse y competir en el agresivo mercado internacional. Se afirmaba también que las ventajas comparativas de recursos naturales no estaban bien definidas ni menos cuantificadas. Sin embargo el resultado fue sorprendente. Tal como se insistía y se documentaba en el libro Jaque al Subdesarrollo, Chile había sido generosamente dotado por la naturaleza de numerosos recursos naturales, tanto renovables como no renovables, cuyas posibilidades hasta entonces habían sido desconocidas (15). Fue así como al cabo de algunos años se incrementaron sus exportaciones e importaciones. En el año 1973, las exportaciones totales solo alcanzaban a 700 millones de dólares anuales, y casi exclusivamente en base a extracción de cobre. Quince años más tarde, en 1989, estas se habían elevado a 17.000 millones de dólares, y el cobre sólo representaba el 45%. En la actualidad las exportaciones (2009) han superado los 70.000 millones de dólares y en la actualidad, uno de cada seis chilenos debe su fuente de trabajo a actividades que directa o indirectamente dependen del mercado internacional. Durante los últimos años se han logrado numerosos acuerdos internacionales de libre comercio con los más importantes países del mundo (NAFTA, Unión Europea, Corea del Sur, China), con lo que la comercialización de nuestros productos se ha extendido considerablemente, llegando a ser una de las economías más globalizadas y competitivas del mundo. Todo ello ha significado un importante incremento en el “Ingreso Per Capita”, que en 1970 era de 700 dólares, y hoy se eleva sobre los 14.000 dólares, habiendo disminuido la pobreza del 45% en 1987,a 13% en el 2006. En resumen, se han logrado importantes avances gracias a la superación de dos de los cuatro obstáculos que habíamos identificado hace cuarenta años: a.- prevención del daño al recurso humano y, b.- cambio de la estrategia económica de un de libre mercado, abierto al mundo y basado en la explotación de nuestros recursos naturales.

Lo logrado hasta ahora es trascendente, pero no suficiente para alcanzar el desarrollo. Es preocupante la disminución de la velocidad del crecimiento económico, que en los últimos años se ha llegado a estabilizar (el “Producto Interno Bruto”), lo que hace suponer que la estrategia económica basado solo en la explotación de recursos naturales con escaso valor agregado, ya esta topando techo. Ahora se hace difícil avanzar una segunda etapa, al no haber logrado superar las dos otras áreas antes señaladas: modernizar la educación y creación de una infraestructura científico-tecnológica capaz de innovar. Hasta ahora hemos recorrido la parte fácil del camino, porque de aquí en adelante, no sólo deberíamos buscar nuevas ventajas comparativas, sino que, mas allá de ellas, crear nuevas, capaces de competir dentro de un mercado ya muy competitivo.

Nuestro sistema de educación. El lograr preservar el recurso humano, era solo la primera etapa, que naturalmente debía complementarse con la segunda; “educarlo y capacitarlo de acuerdo a los requerimientos de los nuevos tiempos”. Ya no son adecuadas las estructuras educacionales del pasado, ni son pertinentes sus metodologías de enseñanza, ni sus contenidos programáticos. Las exigencias son otras y otros también la magnitud de los problemas que se deben enfrentar. Esta es la adaptación para la que aún no estamos preparados. Si la desnutrición fue el primer factor limitante, ahora es la educación. Los países como el nuestro, que no sean capaces de desarrollar las habilidades requeridas de los tiempos actuales, están hipotecando su futuro (16).

De acuerdo a las evaluaciones, las deficiencias educaciones son tales, que un número significativo de los educandos no alcanza niveles mínimos de los conocimientos necesarios para funcionar eficientemente en la compleja sociedad actual. Así por ejemplo, los estudios señalan que la educación parvularia en áreas de pobreza, no está preparando cognitivamente a los niños para entrar a primero básico. Pareciera que las diferencias entre permanecer en el hogar y asistir a la educación preescolar, son mínimas o nulas. Por otra parte, las pruebas nacionales de evaluación de calidad de la educación básica y media, demuestran que cerca del 40% de los alumnos (de cuarto y octavo medio), no alcanzan el nivel más elemental de comprensión de lectura. La capacidad de redacción es una habilidad aún menos desarrollada: un 47% de los alumnos de segundo medio no pueden redactar bien una carta sencilla. Asimismo, según los criterios establecidos por el Tercer Estudio Internacional de Matemáticas y Ciencias (TIMSS) (tabla 9), se establece que si los estudiantes de octavo básico rindieran un examen para acreditar los conocimientos elementales de finales de una enseñanza básica, un 85% de los alumnos no conseguiría el certificado de aprobación en matemáticas y un 78% no lograría en ciencias. En matemáticas, y en todas las edades, se observa que más de tres cuartas partes de la población no es capaz de utilizarlas para resolver problemas de la vida cotidiana. En comprensión de lectura, casi la mitad de la población no alcanza niveles que les permitan hacer inferencias simples a partir de lo leído. Con criterios algo más exigentes, el 24% de la población adulta presenta un serio déficit educacional.

Es evidente que estas deficiencias obstruyen el desarrollo y dificultan la movilidad social de las personas, causando una elevada exclusión social hasta limitar la productividad de toda la sociedad. Ello se hace evidente en la sociedad del conocimiento, que cada vez se hace más demandante de habilidades y saberes para los que pretenden incorporarse a ella. Es que a nivel individual, no sólo son las deficiencias nutricionales las que contribuyen a dificultar el desarrollo de las capacidades cerebrales, sino también otros diversos factores. De acuerdo a nuestras propias investigaciones y de muchos otros, la paupérrima realidad socio-cultural que acompaña a la pobreza crónica interfiere negativamente (17). El crecimiento y maduración de las estructuras cerebrales se va ordenado en el tiempo de acuerdo al programa genético de cada uno, pero su expresión no sólo requiere de energía calórica y disponibilidad de nutrientes específicos, sino también de la continua percepción de estímulos ambientales externos, que paulatinamente vayan modelando su estructura definitiva. La consolidación de la red neuronal se va perfeccionando por la suma de experiencias cognitivas (visuales, auditivas, táctiles, motoras) y las no cognitivas, como emocionales, verbales y sociales, que constantemente el niño está percibiendo durante los primeros períodos de la vida. De este modo, el programa genético, más la adecuada nutrición, van estructurando la arquitectura cerebral, la que luego necesita de estímulos medio ambientales para organizar la funcionalidad a nivel neuronal. Es así como se va induciendo una intercomunicación entre todas las regiones cerebrales, proceso que va haciendo posible el aprendizaje temprano, para terminar complementándose en edades posteriores, hasta culminar en la adolescencia, cuando termina la estructuración en el desarrollo cerebral. Si tal construcción primaria no ha sido armónica, se limita la posterior capacidad de aprendizaje y se dificulta el desarrollo (cabeza dura). Nacer en circunstancias de pobreza crónica, es nacer en un ambiente gris y limitado, que no estimula la imaginación, ni exacerba la curiosidad. Ello junto a una limitada estimulación verbal, una baja escolaridad de los padres, distorsiones de la estructura de la familia y pobreza afectiva, son factores todos que en su conjunto van deformando el correcto desarrollo de las interconexiones neuronales. Se entiende así que la pobreza crónica y la baja escolaridad de los padres, constituyen un obstáculo difícil de sobrepasar.

En los diseños de políticas públicas es importante tener en cuenta que los mayores esfuerzos deben implementarse durante los primeros períodos de la vida, porque es la única forma de prevenir los daños en la etapa crítica, que van a dificultar por siempre el aprendizaje, obstaculizando así la igualdad de oportunidades. Tanto nuestra experiencia, como muchas otras, muestran que es en esa etapa de la vida cuando las intervenciones alcanzan la más alta relación costo-efectividad. El actuar más tarde, ya en la edad escolar, produce magros resultados.

La experiencia de CONIN, en este sentido, ha sido muy valiosa (18). Después de haber tratado a más de 80 mil lactantes con desnutrición grave en los primeros períodos de la vida, hemos podido determinar la existencia de un período crítico que deja daños irreparables, que persisten en edades posteriores. La iniciación de un tratamiento integral (nutrición, estimulación psico-afectiva y motora temprana), logran una significativa recuperación, pero la gran mayoría no alcanzan la total normalidad para su edad, ni en el crecimiento físico, ni tampoco en su desarrollo mental. Su seguimiento hasta edades posteriores pone en evidencia esos daños, que se traducen en un retardo de su desarrollo físico (menor talla para la edad) y dificultades progresivas en el aprendizaje en los años sucesivos (tabla 10). Estos conceptos ya han logrado penetrar en los niveles superiores de decisión, ya que se han estado incrementando los recursos económicos destinados a cambiar las circunstancias en las edades tempranas, especialmente en áreas de pobreza. Sin embargo, la cobertura en educación en menores de cinco años es aún inferior con relación al promedio de los países OCDE. En este club de los países desarrollados, al cual ya pertenecemos, ella es superior al 70%, mientras que en nuestro país sólo alcanza al 40%, porcentaje que es aún menor en los niveles de marginación y pobreza.

En cuanto a la educación básica, las evaluaciones de programas realizados recientemente tampoco demuestran una real mejoría cognitiva. Pero ello era esperable, dado que las evaluaciones se han realizado por períodos muy cortos. No hay que olvidar que el daño producido en los niños pertenecientes a familias de pobreza crónica es el resultado de generaciones de marginalidad social. Si bien se puede lograr normalizar la nutrición en breve tiempo, continúa actuando la adversidad del medio ambiente socio-cultural. Es probable que para llegar a registrar un cambio cognitivo significativo se requiera más de una generación. Tal vez es por tal motivo que, aún cuando hemos logado prevenir la desnutrición, la persistencia de la pobreza, con su adversidad socio-cultural, continua dificultando el proceso de aprendizaje.

Sin embargo este factor medio ambiental no explica enteramente el retraso de nuestro sistema educacional, dado que las deficiencias se observan también en los niveles en que no hay pobreza. Durante los últimos años se ha alcanzado una amplia cobertura educacional a lo largo del país, pero el rendimiento promedio de los alumnos es aún bastante menor de lo esperado. Estos resultados hacen presumir la existencia de otros factores adversos, propios del sistema educacional. Diferentes mediciones señalan que tanto los estudiantes de la educación pública (municipal) como los de la educación subvencionada tienen menores rendimientos en el aprendizaje. Llama la atención que aun los estudiantes de altos ingresos de las escuelas privadas, según las pruebas TIMSS, rindan solo similar o peor que los alumnos de bajos recursos de otros países, como Corea, Eslovenia, Federación Rusa, Taiwán, Malasia, Singapur, y otros.

Evaluaciones recientes realizadas en diversas universidades del país, a estudiantes de pedagogía, ya en el último año de la carrera, señalan deficiencias graves en su formación. Recientemente se publicaron los resultados de exámenes de conocimientos matemáticos, medidos mediante la prueba TIMSS, a estudiantes de pedagogía básica de 33 instituciones chilenas de enseñanza superior, y sus resultados son los mas bajos comparados con otros 34 países.

Es que la formación de un docente, futuro profesor, tiene hoy día una tremenda trascendencia para el país y así debiera entenderlo la comunidad. Su preparación requiere de una estricta selección de los organismos universitarios que se comprometen a formar docentes de calidad. Pero también es necesario que quienes ingresen a estudiar la profesión tengan una adecuada calificación. Está demostrado que aquellos estudiantes de mejores habilidades tienen una alta probabilidad de convertirse en excelentes profesores, como también se ha demostrado que los buenos profesores logran más aprendizaje, aún con desnivel social del educando.

Mejorar las exigencias de los candidatos a profesores, demanda un programa de incentivos directos, como ofrecer financiar enteramente los costos de sus estudios universitarios, además de entregar recursos para su mantención, como también es necesario incrementar los salarios para que sea más atractivo el ejercer su profesión. Incentivos de esta índole permitiría atraer a los estudiantes de mayores puntajes. Esta decisión es urgente y no podemos seguir ocultando la cabeza como el avestruz. Si no se logra mejorar los niveles educacionales en un tiempo prudente, no sólo no vamos a alcanzar el desarrollo, sino que seguirá latente el riesgo de perder lo avanzado.

Indudablemente que la inversión destinada a la selección de los educadores tiene una alta rentabilidad social y económica. Las universidades que hoy permiten el ingreso de estudiantes de muy bajos puntajes, que han sido rechazados de otras carreras y que obviamente no tienen ninguna vocación, están obscureciendo el futuro del país. Igual acuciosidad debería tenerse para buscar y elegir directores de establecimientos educacionales. Ellos deberían ser verdaderos líderes de la educación, seriamente comprometidos con los proyectos educativos y el aprendizaje.

Es imprescindible iniciar decididas reformas, en que se asegura la calidad de la profesión, mediante el perfeccionamiento de la carrera profesional y escalas de estímulos en que cada vez pese menos la antigüedad del docente, y en cambio se fortalezca su perfeccionamiento profesional y el desempeño en la sala.

Infraestructura científico tecnológica capaz de innovar. Para alcanzar el desarrollo debemos ser capaces elaborar una estructura científico-tecnológica capaz de innovar en las diferentes etapas de nuestro sistema productivo y ya estamos demasiado atrasados. No podemos engañarnos en el supuesto que nuestras empresas puedan adquirir en el extranjero las innovaciones tecnológicas que necesitan. Ellos es pecar de inocencia, porque los que innovan están en el mundo desarrollado y su interés está en vender sus productos y en ningún caso la innovación que nos permitiría competir. Precisamente porque somos subdesarrollados, no tenemos otra alternativa que crear nuestra propia infraestructura científico-tecnológica para competir (19). Este planteamiento que habíamos ya visualizado hace tres décadas, no se ha concretado, arriesgando nuestra posibilidad real de alcanzar el desarrollo (6).

Cualquier análisis que se haga de nuestra realidad científico-tecnológica actual, conduce a las mismas conclusiones: es insuficiente, desarticulada, precaria y en absoluto estructurada para colaborar en la producción competitiva de bienes o servicios. A nivel competitivo internacional, el número de investigadores que tiene el país es escaso (no supera los 1000) y casi la totalidad está en el sector universitario. Su contribución al desarrollo económico es y ha sido marginal. Han sido excepcionales las relaciones entre investigadores universitarios y sectores productivos, sean estos privados o públicos. Hasta Ahora nuestros investigadores, en general, no se sienten comprometidos con el desarrollo productivo del país y su interés radica principalmente en la academia. Evalúan su eficiencia por el número de publicaciones en revistas especializadas de alto impacto. Son contados los investigadores universitarios que piensan en gestionar una patente por algún descubrimiento que hayan hecho. Piensan que el desarrollo científico obedece a una necesidad cultural, un que hacer dirigido únicamente a satisfacer la natural necesidad del hombre por el mayor conocimiento, dejando para segundo término, casi como un resultado colateral, el que este pueda ser útil para el progreso de la sociedad. La mayor parte de ellos están más interesados en sus propios proyectos que en la función social que ellos pudieran cumplir. Afirman que el rol principal de la universidad es la docencia y, por tanto, que requieren de investigación básica para fortalecer la calidad docente. Insisten que la investigación universitaria básica es la primera etapa y abundan en el relato de ejemplos de cómo un conocimiento básico, cuya utilidad se desconocía, posteriormente se transformó en aplicaciones muy provechosas. Por eso piden por primera necesidad “libertad académica” para que el científico investigue lo que quiera y se le entreguen los recursos que necesita. (16)

Por otra parte, en el sector productivo, sea privado o estatal, no existe aún conciencia clara de la necesidad de investigar para innovar, ni tampoco sienten la necesidad de hacerlo, ya sea porque el tamaño de sus empresas es pequeño o porque no han valorado la importancia de la innovación.

Tal es la realidad de países que no han sido capaces de generar sus propias tecnologías, como es el caso de Chile. En estas circunstancias, es muy difícil que llegue el día en que espontáneamente se coordine la generación de conocimiento nuevo y su posterior implementación en el sistema productivo. Los países que lo han logrado, han diseñado una estrategia de incentivos para complementar los intereses de los sectores comprometidos y, de este modo, obtener positivos resultados a largo plazo.

En los tiempos actuales, con la rápida generación de conocimientos, es poco probable que los países de ingresos medios puedan efectivamente llegar a tener éxito como innovadores tecnológicos. Sin embargo podrían comenzar a tenerlos si los esfuerzos se concentraran en algunas áreas concretas previamente seleccionadas, de acuerdo tanto a sus realidades internas, como a las del mercado exterior. Pero tal mirada requiere del diseño de una política con participación del estado y los sectores productivos involucrados. El estado debiera otorgar fuertes incentivos tributarios o aportes directos, sabiendo que más tarde obtendrá altos retornos por las externalidades que estos mismos fondos generan.

Un informe reciente del “National Science Foundation” de los Estados Unidos, concluye que las inversiones hechas por el estado a objeto de potenciar las investigaciones en las empresas no sólo terminan beneficiando a éstas, sino también al país a través de las recaudaciones de mayores tributos, nuevas fuentes de trabajo adecuadamente remuneradas, construcciones de infraestructura y mucho más. De acuerdo al mismo informe, que incluía a numerosas empresas, el retorno de la inversión se distribuyó en un 60% para el país y en un 40% para la empresa.

Contrariamente de lo que sucede hasta hoy en Chile, una política de este tipo requiere de la creación de instituciones o centros intermedios de innovación, en el que interactúen el estado y las empresas, con el objeto de desarrollar capacidades de innovación científico-tecnológica para lograr la competitividad en la globalización. Esta decisión es de singular relevancia en lo que concierne a las industrias medianas y pequeñas, que conforman la fracción principal de nuestra infraestructura productiva. Para ser competitivas, se necesitan de investigación científica e innovación tecnológica que, por su tamaño, no son capaces de implementar por si mismas. Los países que han creado este tipo de instituciones, donde el estado ha destinado principalmente aportes directos o indirectos, como beneficios tributarios, han observado éxitos notables. Este es el camino que se ha seguido en Estados Unidos, donde ya existen numerosos centros especializados. Es el mismo sistema que ha dado la fuerza del desarrollo a Japón. Lo mismo ha ocurrido en Alemania, donde se ha montado una red centralizada y autónoma de institutos, los llamados “Fraunhofer”, distribuidos en todo el país. Igual paso ha seguido más tarde Inglaterra con sus denominados centros “Faraday”.

En países con gran población, como India y China, la selección de áreas ha sido muy amplia. India, por ejemplo, ha habilitado más de 800 centros de investigación generadores de importantes conocimientos para el sector productivo industrial. A través de todos estos centros han logado sustantivos avances en áreas tan disímiles como ciencia del espacio, energía atómica, industrias electrónicas, biotecnología agrícola, ingeniería genética, farmacología y medicina. También el país cuenta con 13 institutos nacionales tecnológicos para capacitar a cientos de ingenieros y científicos de alto nivel que luego van teniendo acceso a diferentes centros de investigación y a la industria. China, dentro de la nueva política, ha logado implementar 1.100 centros de investigación científica especializados en diferentes áreas del conocimiento y que trabajan estrechamente ligados al sector industrial. En los últimos años el proceso de innovación tecnológica del país se traduce en 8.400 patentes, su rápido crecimiento económico ha llegado en ocasiones a superar el 10% anual de su Producto Interno Bruto.

Para nuestro caso se podría concentrar el desarrollo científico en áreas específicas que estuvieran en concordancia con nuestras posibilidades y recursos. Esta política más realista es la que han seguido otros países también pequeños que no pretenden ser innovadores tecnológicos en todas las áreas. Nueva Zelandia, por ejemplo, ha desarrollado 10 centros tecnológicos en el área silvoagropecuaria. Del mismo modo Singapur, queriendo diferenciarse de otros países asiáticos, ha desarrollado un gran centro biotecnológico, con la idea que se instalen allá las principales industrias farmacéuticas.

En Chile, después de treinta años, sólo recientemente se ha tomado conciencia en los niveles de decisión y se ha creado el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), que señala haber concentrado sus esfuerzos en cinco áreas (clusters) consideradas de alto potencial para el país. Ellas son, minería, acuícola, turismo, alimentos, y servicios globales. Para cada una de ellas se debería implementar una activa política de innovación tecnológica capaz de considerar los recursos necesarios, los objetivos concretos y la definición de prioridades, pero de modo tal que estos persistan en el tiempo, más allá de los gobiernos. A la vez, para alcanzar el éxito, cada uno de esos centros deberá buscar y preparar el recurso humano capacitado para desarrollar la innovación, incluyendo toda la infraestructura y equipamiento necesario para ello. Esta vía requerirá por cierto, de equipos humanos multidisciplinarios que trabajen en conjunto en torno a metas y plazos definidos. Pero estamos atrasados. Si todo ello se pudiera hacer y se hiciera bien, aún así deberíamos esperar más de veinte años para que la capacidad innovadora de sectores productivos seleccionados se transforme en un real bienestar de la comunidad.

Otra alternativa, un plan B paralelo. ¿No habrá acaso otra alternativa, aparte de desarrollar una capacidad innovadora propia, que nos permita hacer un by pass para alcanzar el desarrollo? Me parecen que existen otras opciones adicionales. Otros países que hasta no hace mucho fueron subdesarrollados, han sabido aprovechar la inversión extranjera directa, como un mecanismo de transferencia tecnológica. En ellos diversas empresas multinacionales han instalado sus filiales como plataforma exportadora a terceros mercados. Junto con su capital, las empresas traen también su capacidad de innovación tecnológica que, con el tiempo, se va transfiriendo al resto de la economía del país receptor.

En la economía globalizada actual (20), las corporaciones internacionales siguen con frecuencia este proceso expansivo estratégico para establecer, fuera de la frontera de su país de origen, gran parte de su infraestructura productiva. Al mismo tiempo, han ido formando una verdadera red que se extiende por diversos países, manteniendo sus proveedores y mercados. Hoy por ejemplo, el 40% de la producción del Japón está instalada fuera del país. Pareciera que esta estrategia no beneficia a sus países de origen, pero en realidad lo hace, porque en determinadas circunstancias comerciales se vuelve aconsejable instalar la producción de partes o de productos terminados en otros países o regiones. Esta internacionalización de las corporaciones es una demostración más de la globalización de la economía mundial, que está sobrepasando las restricciones que pueden poner los gobiernos e incluso los acuerdos regionales. Durante los últimos años, se ha producido una oleada de fusiones, cruces de fronteras y absorciones que los gobiernos no han podido bloquear. En tal sentido es interesante comprobar la enorme cantidad de empresas internacionales que compiten por instalarse en los bullentes países de Asia. En ellos se ha ido tejiendo una red de interacción internacional, donde las grandes corporaciones están jugando un papel preponderante. Lo probable es que durante las próximas décadas esta tendencia a las fusiones o asociaciones, independiente del país de origen, lleguen a tener carácter total, incluyendo proyectos de investigación o producción. Los ejemplos son muchos y corresponden en general países que son atractivos por el tamaño de su potencial mercado o por la suma de otras condiciones que dan seguridad y estabilidad a las grandes transnacionales.

Esta situación en una oportunidad que para concretarla, tendríamos que enviar sondas atractivas para dichas corporaciones. La dinámica de la transferencia que se está observando sucede por una razón específica: por la complejidad tecnológica que están alcanzando las empresas transnacionales, cuando pretenden avanzar con nuevas tecnologías los costos son cada vez mayores. En esta escalada tecnológica, estos han llegado a ser de tal grado, que difícilmente los puede enfrentar una sola corporación. Por otra parte, si estas corporaciones se quedan atrás en su capacidad de innovación tecnológica, pueden bruscamente perder mercado. Por tanto, el proceso exige a las grandes corporaciones, asociaciones, fusiones o facilidades extramurales de distintas naturalezas.

Dentro de esta realidad es donde tendríamos que buscar nuestra oportunidad. Debemos buscar y ofrecer alternativas de interés mutuo con las empresas multinacionales, considerando que ellas dominan la capacidad de innovación tecnológica y que ese es su gran capital. Nosotros deberíamos ser capaces de seducir o encantar a grandes empresas para que se instalen en Chile, ya sean sus centros de investigación, o que instalen la producción de partes o el todo de sus productos, y que desde aquí los dirijan a terceros mercados. En este sentido ya es una ventaja que Chile haya podido concretar convenios preferenciales de intercambio comercial con prácticamente todo el mercado mundial. Debemos entender también que no basta con ofrecer seguridades para la inversión de capitales, sino que además el país tiene que ser atractivo y seguro. Debemos ofrecer estabilidad democrática, reglas del juego claras, políticas predecibles, inflación baja, solidez de las instituciones públicas, mercados financieros bien regulados, manejo del inglés y finalmente, seriedad y estabilidad en los negocios, en fin, dar seguridad. Más aún, no sólo debemos aspirar a ser parte de su mercado, sino que también partícipe en sus negocios. Se podría por ejemplo, buscar alternativas de join venture aportando nuestro capital, mientras las compañías extranjeras, como contrapartida, contribuyan con su capacidad de innovación tecnológica, o su capacidad de gestión, o por último compartir su confianza para poder acceder al mercado internacional con productos o servicios de alta tecnología.

Hay muchos ejemplos exitosos que han seguido políticas realistas. Hace varios años Taiwán, en conjunto con una transnacional, comenzó a producir chips para instrumentos electrónicos y en la actualidad su exportación se eleva a varios millones de dólares. Al introducirse en estas tecnologías, ese país ganó experiencia, pasando en una segunda etapa a fabricar equipos electrónicos, con lo que ha llegado a dominar el 30% de este mercado internacional. Hace algunos años la empresa internacional INTEL, quiso instalarse en Chile para fabricar chips, pero no tuvimos la visión para encantarla. Terminó instalándose en Costa Rica, y hoy, después de seis años, desde ese país exporta chips por un valor superior a seis mil millones de dólares. Espero que hayamos aprendido la lección, ya que recientemente se ha anunciado el interés de instalarse en Chile la empresa como General Electric, para instalar centros de investigación.

Durante los últimos decenios, son varios países pequeños como el nuestro, que han logrado rápidos progresos hacia el desarrollo mediante estrategias activas y muy bien diseñadas, atrayendo grandes corporaciones internacionales con capacidad de innovación. Los que han triunfado han sido muy agresivos en sus ofertas, más allá de lo tradicional. Han eliminados restricciones legales, junto con ofrecer excepciones tributarias, donaciones de terrenos e incluso aportes económicos por cada empleo generado (tabla 11). Siguiendo este camino, cientos de empresas han sido atraídas por los países asiáticos y mas recientemente por Irlanda. Este último, con solo tres millones de habitantes, carente de recursos naturales y hasta entonces, con pobre desarrollo económico, se pude dar el gusto de ofrecer a las multinacionales una fuerza de trabajo educada, atrayéndolas mediante la oferta de reducción de impuestos para los productos que ellos exportaran. Fue un eficiente imán para más de mil multinacionales de los más diferentes tamaños y rubros, incluyendo gigantes electrónicas e industrias farmacéuticas.

Tenemos que estudiar nuestra propia estrategia, considerando las alternativas con las que podemos atraer una percepción positiva del mundo tecnológico. Si ello se concreta, veríamos como la capacidad de innovación de esas grandes empresas, paulatinamente se irían transfiriendo a nuestra propia economía. Mientras tanto, y simultáneamente, también deberíamos tratar de desarrollar nuestra propia infraestructura científico-tecnológica, especialmente orientada hacia aquellas áreas en las que tendríamos ventajas comparativas. Durante los últimos años se han estado produciendo grandes avances en el área biológica, especialmente en la biotecnología y en la ingeniería genética (21). Ellas son áreas que tiene una gran proyección para la mejor utilización de recursos naturales, como son los recursos forestales, agropecuarios, de marinicultura, e incluso de la industria extractiva mineral. Son precisamente aquellas en las que tenemos ventajas comparativas y que necesitan innovación para darles mayor valor agregado.

Una política que considere ambas alternativas para un desarrollo simultaneo: por una parte atraer a aquellos que han logrado desarrollar exitosamente la capacidad de innovación tecnológica (empresas extranjeras exitosas) y al mismo tiempo desarrollar nosotros los esfuerzos para alcanzar esa misma capacidad, para llegar a ser partícipes de la sociedad del conocimiento y gozar plenamente de sus beneficios. Pero ello es algo que no se va a dar espontáneamente. El desarrollo no llegará porque simplemente alguien le ponga fecha. Se requiere de una decidida determinación que implemente efectivamente una adecuada estrategia y destine para ello los recursos necesarios. El tiempo es ahora o se retrasará por siempre, si no queremos quedarnos a mitad de camino hacia el desarrollo. Alguien dijo una vez, que alcanzar el desarrollo, puede ser como tratar de alcanzar el arco iris, que al avanzar, se aleja.





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20-.Went, R. (2000), Neoliberal Challenge, Radical Responsse. Pluto Press: The International Institute for Research and Education.

21-.Mönckeberg, F. (1988), La Revolución de la Bioingeniería. Santiago, Mediterráneo.


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