Que hace que Chile sea Chile
( Creces, 2011 )
Fernando Mönckeberg B.

Chile es un territorio geográfico donde viven los chilenos. Sólo después de doscientos años de vida independiente, recién ahora como país, ellos han comenzado a vivir un proceso de cambios trascendentales. Me refiero al anhelo inherente de toda sociedad humana de alcanzar la seguridad y bienestar para sus descendientes. Que sus hijos nazcan en un medio ambiente generoso y amigable, que les permita crecer y desarrollarse con el mínimo de riesgos posibles, hasta expresar integralmente su potencial genético, tanto en salud, como en su desarrollo físico y sus capacidades intelectuales, para alcanzar así una real igualdad de oportunidades. Este tan fundamental anhelo, está lejos de haberse logrado para la mayor parte de la población del mundo. Aún en muchas regiones y países, los hijos continúan naciendo en condiciones de inseguridad, con altos riesgos de enfermar y fallecer durante los primeros períodos de la vida, cuando precisamente los requerimientos nutritivos y afectivos son tan altos que su satisfacción no admite postergaciones, a riesgos de daños irreparables.

Las generaciones que han estado naciendo en Chile después de la mitad del siglo XX, por lo general no se detienen a analizar el porqué de las circunstancias que ellos ahora están viviendo y no reparan que son muy diferentes a las que existieron en el pasado. No se imaginan que el bienestar relativo que ahora pueden disfrutar, ha sido la resultante del esfuerzo continuo de las generaciones precedentes. Así por ejemplo, se sorprenden cuando se les señala que a comienzos del siglo recién pasado (1910), de cada cien niños que nacían, cuarenta no alcanzaban a vivir lo suficiente como para celebrar su primer cumpleaños. Ni menos podrían imaginar que casi un cuarto de los que nacían, ya habían sido dañados por una desnutrición grave en el vientre materno. Nacían con un déficit de peso superior al 30%, con daños en la funcionalidad de diversos órganos y sistemas. Es que sus madres, a su vez desnutridas, no podían entregarles lo que sus propios organismos no tenían. En esa época, cuando precisamente se estaba celebrando el Primer Centenario, más de la mitad de las muertes se estaba produciendo antes de los cinco años de edad, y la expectativa de vida al nacer solo alcanzaba a los 35 años. Mas impactante aún, era que muchos de los que lograban sobrevivir estaban siendo dañados por vida, tanto física, como biológica e intelectualmente. Se afectaban sus mecanismos de defensas frente a las enfermedades, se restringía su crecimiento físico y se lesionaban sus capacidades intelectuales, hasta el punto de dificultar el proceso de aprendizaje, principal causa de la alta deserción escolar de aquella época. De cada cien niños que lograban comenzar la educación básica, sólo veinticinco lograban terminarla. A partir de allí, sólo una pequeña elite llegaba a reunir los requisitos para ingresar a la educación media, y no más del 1 o 2% podía tener acceso a la educación universitaria, que en aquella época era gratuita. Allí estaban engendrando las desigualdades y con ello consolidando las bases del subdesarrollo.

La desnutrición había estado presente desde siempre, hasta llegar a ser aceptada como un fenómeno natural e inexorable, que ni siquiera merecía mencionarse en las crónicas. En ellas solo se relataba la curiosa tradición de celebrar “la muerte del angelito”, que no era sino una sublimación del profundo dolor de los padres ante tan inmutable tragedia. ¡Era bueno que muriera el angelito para que fuera al cielo a rogar por sus padres y hermanitos! Fueron necesarias muchas investigaciones para llegar a convencerse que esa tragedia crónica podía prevenirse, ya que eran factores ambientales adversos, los que actuando en conjunto y a edades muy tempranas, los agredían tan cruelmente. Era un mal oculto, que llegando a afectar a un tan alto porcentaje de la población, impactaba no sólo a sus familias, sino también a la sociedad entera, obstruyendo su progreso y desarrollo.

¿Que hace que Chile sea Chile? Es que el Chile de hoy es diferente del que fue, y todo parece indicar que a futuro podrá ser tambien diferente al que es. El Segundo Centenario, a diferencia del Primero, ya se puede celebrar con justificado entusiasmo. ¡Se ha erradicado la desnutrición! Ahora los niños de bajo peso al nacer representan sólo el 3% y ellos no son desnutridos, sino prematuros que han nacido antes de tiempo. Hoy en día los niños chilenos nacen, crecen y se desarrollan dentro de los estándares de niños pertenecientes al mundo desarrollado. La mortalidad del primer año de vida ya no es del 40% de los nacidos, sino del 7 por mil de los nacidos. La expectativa de vida al nacer, ya no es de 33 años, sino de 80 años. Ya la desnutrición no está dañando y otros son los factores socioculturales adversos, propios de la pobreza, los que ahora ya se pueden erradicar. Los que están naciendo crecen indemnes, sin daños por déficit nutricional y pueden ya iniciar su proceso educacional con posibilidades reales de éxito. La deserción escolar es excepcional y en la actualidad están accediendo a la educación media el 75% de los niños del grupo etario correspondiente. Ya no es el 1% el que está accediendo a la educación superior, sino el 40%. Ya la expectativa de escolaridad promedio es de 12 años, mientras que a comienzos del siglo pasado sólo alcanzaba a 2 años.

Chile es otro. Al haber hecho realidad el anhelo de proteger a todos los que ahora nacen, desarrollándose con el mínimo de riesgo, hasta expresar su verdadero potencial genético, se está dando un paso fundamental. No es casualidad que los que ahora ya han terminado su adolescencia, estén alcanzando progresivamente una mayor estatura que la de sus padres (los varones más altos que su padre y las mujeres que su madre). Ahora es posible que ellos, como elementos útiles y participativos, se vayan incorporando paulatinamente en la red social, llegando así a estabilizar un mayor bienestar, y con ello, de paso estabilicen el progreso de la sociedad entera. Lo mas asombroso, es que este trascendental cambio se ha logrado aún persistiendo la pobreza y antes que se haya alcanzado el desarrollo. Ello ha sido posible debido a una estrategia de intervención concienzudamente investigada y perfeccionada en el tiempo, con apoyo permanente del estado, que la ha implementado, destinándole en forma progresiva los recursos necesarios, ya a partir de la segunda mitad del siglo XX. Sin duda que esta ha sido la mejor inversión realizada, dada la alta rentabilidad social y económica alcanzada. Al prevenir el daño sociogénico-biológico que ancestralmente se venía produciendo al recurso humano, está siendo posible comenzar a progresar en la calidad de vida y el bienestar de todos. Con ello ya se está avanzando en el camino hacia el desarrollo.

El éxito alcanzado ha colocado a nuestro país en situación de privilegio frente al contexto de países en desarrollo y más específicamente, frente a los países de la Región. Sin embargo, es necesario reconocer que el haber avanzado más allá de nuestra realidad socio-económica, hace que lo logrado sea inestable y lo seguirá siendo mientras persistan los actuales niveles de pobreza.

Este es el primer desafío que se plantea para el siglo XXI: “continuar protegiendo al ser humano desde sus primeras etapas de desarrollo, y durante los primeros períodos de la vida.” Es así que la vida tiene sentido y que esta sociedad pueda seguir progresando hasta terminar con la pobreza y alcanzar el bienestar para todos.

Este trascendental cambio, afortunadamente nos ha llegado a tiempo, cuando comienza a consolidarse la llamada “sociedad del conocimiento”, producto de la explosiva generación de ellos y de sus fantásticos avances tecnológicos. Con el recurso humano ancestralmente dañado, no habríamos tenido posibilidad alguna de incorporarnos eficientemente en este nuevo paradigma. Ahora, ante las nuevas circunstancias, se nos abren las posibilidades. Es que los nuevos conocimientos no han beneficiado a todos los hombres por igual. Los que los generan e implementan eficientemente, cada vez van logrando mejores condiciones de vida para su gentes, mientras que los que han permanecido marginados del proceso, persisten en precarias condiciones de vida o incluso han retrocedido hasta condiciones de vida subhumanas. Es así como se han ensanchado las diferencias ya existentes entre el desarrollo y el subdesarrollo.

El haber logrado preservar el recurso humano, es sólo la primera etapa. Ahora viene la segunda: “educarlo y capacitarlo de acuerdo a los nuevos tiempos”. Ya no son suficientes las estructuras educacionales del pasado, ni son pertinentes sus metodologías de enseñanza, ni sus contenidos programáticos. Las exigencias son otras y otras también la magnitud de los problemas que se deben enfrentar. Este es la adaptación para el que aún no estamos preparados. Mientras tanto la sociedad del conocimiento ha incrementando su complejidad y cada vez se ha hecho mas demandante de conocimientos y habilidades para aquellos que deseen incorporarse a ella. Si la desnutrición fue el primer factor limitante, ahora es la educación. Quienes no desarrollen las habilidades requeridas o no alcancen los niveles educacionales necesarios, no podrán abandonar la pobreza, debiendo permanecer en la marginalidad, subsistiendo con bajos ingresos y empleos precarios. Modernizar la educación, es el segundo desafío para el siglo XXI, que no se podrá postergar.

Por otra parte, el nuevo conocimiento está llevando a una globalización económica e interdependencia progresiva, de la que no debemos marginarnos, a riesgo de retroceder en lo alcanzado. Hasta ahora hemos sido eficientes participando en base a la utilización de nuestros recursos naturales, pero ello no es suficiente para generar los recursos que el país requiere. Debemos pasar a la segunda etapa, más allá de los recursos naturales. Para una incorporación efectiva en la creciente internacionalización e interdependencia económica, se requiere desarrollar la capacidad de generar nuevos conocimientos y con ellos innovar para competir. Este es el tercer desafío para el siglo XXI.

Para que Chile sea diferente a lo que es, debe alcanzar el desarrollo, como la única vía para eliminar la pobreza y mejorar la calidad de vida de todos. Para ello, durante los próximos años, deberá enfrentar con éxito los tres principales desafíos ya señalados: 1.- Continuar preservando el recurso humano desde los primeros períodos de la vida, 2.- Perfeccionar y modernizar el sistema educacional en todos sus niveles y 3.- Desarrollar la necesaria capacidad de investigación científico-tecnológica para competir. Es necesario tener presente que los grandes desafíos, por su complejidad, no se dan como el producto de la casualidad. Por el contrario, requieren de complejas estrategias, bien diseñadas, adecuadamente implementadas y sobre todo, mantenidas en el tiempo, involucrando permanentemente a los diferentes actores. Ello no tiene espera: en la sociedad del conocimiento, el no avanzar rápido es retroceder.


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