La epigenética en las enfermedades psiquiátricas
( Creces, 2011 )

La epigenética explica como en ocasiones factores provenientes del medio externo, intervienen en el programa genético, induciendo cambios durante el desarrollo y la vida del individuo, "sin modificar la estructura de sus genes". Muchas veces estos cambios se traspasan de una generación a otra. Ello es objeto de estudios y ahora le toca el turno a factores emocionales tempranos y la transmisión transgeneracional de enfermedades mentales.

Estudios realizados en roedores sugieren que el comportamiento de los padres durante los primeros períodos de la vida, puede dejar marcas en los genes de los hijos, manifestándose mas tarde en limitaciones intelectuales o anormalidades del comportamiento, perdurando hasta dos o tres generaciones. Son ya muchas las investigaciones que señalan que lo mismo que ocurre en los roedores, es válido también para los seres humanos. Diversos factores ambientales, ya sean deficiencias nutritivas o anomalías de comportamiento de los padres, llegan a impactar en los hijos, trasmitiendo los daños hasta por dos o tres generaciones. Ello ocurre por mecanismos llamados epigenéticos, que sin modificar la estructura de los genes, regulan su expresión. Se tratan de marcadores químicos que se adhieren a los genes, activando o inhibiendo su expresión. (La genética de los padres y el cerebro) , (Mecanismos epigenéticos explican el traspaso de información trans-generacional), (Más allá del código genético: el código de las histonas), (El código de las proteínas histonas actúa regulando la expresión de los genes).


La epigenética

Se ha llamado epigenética al proceso que regula la actividad de los genes, mediante la inserción en ellos de grupos químicos (grupos metílicos), que los activan o inhiben, según sea la necesidad de su expresión en cada caso. Todas y cada una de las células del organismo contienen el mismo DNA y con la misma estructura. Sin embargo es este mecanismo (epigenético), el que se utiliza para lograr la diferenciación de las células en los diversos tejidos. Logra, por ejemplo, que el hueso se diferencie hacia hueso, o que el hígado sea hígado, regulando el proceso de diferenciación celular de cada órgano. En esta etapa, en cada tejido, van siendo diferentes los genes que se activan o inhiben. Son los mecanismos epigenéticos los que van orquestando la expresión de los genes hasta llegar a la madurez de células indiferenciadas. Es este mismo mecanismo el que explica también que factores ambientales adversos, ya sean nutricionales, drogas o percepción de estímulos cognitivos o no cognitivos (emocionales), interfieran en el programa genético, sin necesidad de modificar la estructura del DNA. ( La epigenética en la nutrición).

EN 2004, Michael Meaney y Moshe Szyf, experimentando en lauchas, observaron que el comportamiento de madres estresadas y/o depresivas, podían afectar el desarrollo posterior de sus crías, lo que atribuyeron a mecanismos epigenéticos que intervendrían en la regulación de la expresión de los genes en el tejido cerebral (Science, 10 Agosto 2001, p.1064).
Durante el último congreso anual de la American Society for Human Genetic (ASGH), celebrado recientemente en Washington DC (Noviembre 2010), Isabelle Mansuy y sus colegas de la Universidad de Zurich, en Suiza, presentaron varios trabajos realizados también en lauchas madres, en las que se provocaba una situación crónica de estrés, induciendo una desafección materna durante las primeras dos semanas de vida, después del parto. Según sus autoras, la despreocupación materna actuaba como un factor negativo durante los primeros periodos de la vida, afectando por ejemplo, la expresión de genes del comportamiento, lo que se traducía posteriormente en comportamientos aberrantes de las lauchas hijas, que incluso se trasmitía de una de una generación a otra. En su estudio comprueban el traspaso de este comportamiento a una segunda y tercera generación, aun cuando en ellas el comportamiento maternal fuera el adecuado. Las autoras lo atribuía esto a cambios en la metilación del DNA. (Los tres primero años de vida deciden el futuro) y (Las experiencias emocionales tempranas afectan el desarrollo cerebral) .


Las enfermedades siquiátricas

También se han estado acumulando evidencias que señalan el efecto epigenético en enfermedades psiquiátricas. Habría momentos críticos en la vida, en que estos efectos epigenéticos podrían actuar, coincidiendo con cambios hormonales, como los que se producen durante el nacimiento, la adolescencia o la edad media. Así por ejemplo David Sweatt y sus colegas de la Universidad de Alabama en Birmingham describen que bastan pocas semanas para que ratitas criadas por madres estresadas y abusivas, induzcan cambios epigenéticos. Específicamente, actúan desactivando en el cerebro el gene que codifica el factor neurotrófico (BDNF), una sustancia importante para la formación de la memoria y mantención del balance emocional, tanto en ratas como en humanos. Sweatt encuentra estos cambios epigenéticos en el gene BDNF, tanto en las ratas abusivas adultas como en sus crías (Biological Psychiatry, DOI:10:1016/j.biopsych.2008.11.028) (El medio ambiente, la epigenética y el tejido cerebral).

Del mismo modo, Michael Meaney y sus colegas de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, encontraron que lauchas criadas sin afecto materno desaparecía el gene GAD1 que es vital para producir en el cerebro el neurotransmisor GABA. Esta sustancia es vital para regular la emoción, y se ha encontrado que las personas con esquizofrenia producen muy poco de ella (Journal of Neuroscience, DOI: 10.1523/j.neurosci. 1039-10.2010).
La dieta también parece influir: Uno de las más famosas observaciones que ligan la dieta con la esquizofrenia se observó en las mujeres holandesas que estuvieron embarazadas durante la hambruna prolongada del fin de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, cuando ellas dieron a luz sus hijas han sido objeto de diversos estudios. Así por ejemplo, en el mismo congreso de Washington (ASGH), Ezra Susser de la Universidad de Columbia en Nueva York, comunicó que ellas habían tenido dos veces mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia que el normal de la población. En un estudio publicado el año recién pasado (2010), se encontró que IGF2, un gene especialmente ligado al crecimiento embrionario, tenía en estas mismas mujeres una menor metilación.

Durante el último año, un estudio hecho en cerebros de autopsias por Jonathan Mill, del Instituto de Psiquiatría de Londres, encuentra una posible correlación: la baja metilación del IGF2 está ligada a cerebros de pequeño tamaño y de bajo peso, y estos a su vez están ligados a esquizofrenia. La relación con la hambruna holandesa sugiere que la baja metilación podría ser debida a que la dieta que recibieron durante el embarazo hubiese sido pobre en alimentos proveedores de grupos metilos, como folatos, durante un período crítico de crecimiento y desarrollo ( La epigenética en la nutrición).

De todo esto podrían derivarse buenas noticias. Podrían mas adelante abrirse caminos para tratar o prevenir desórdenes psiquiátricos. Margaret Morris y Jayanthi Maniam de la Universidad de New South Wales, en Australia, han mostrado que en ratas alimentadas con los que llaman alimentos "confortables", junto a ejercicios, recuperan anormalidades epigenéticas causadas por estrés sufrido durante las primeras edades. (Psychoneuroendocrinology, DOI: 10.1016/j.psyneuen.2010.05.012)

El conocimiento de la epigenética está en las primeras etapas, pero sin duda que existe un gran potencial para llegar a entender nuevos tratamientos en las enfermedades psiquiátricas, como también para llegar a entender como el medio ambiente impacta sobre nuestros genes.



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